jueves, 21 de noviembre de 2013
Diálogo Nacional para un Pacto Social, el Plan de LibRe (I)
Por Rodolfo Pastor Fasquelle
El golpe rompió la constitución remendada de 1982. Nunca más debe un poder del estado abusar dice Xiomara… pero hay que pactar, entre nosotros. Ponernos de acuerdo sobre las condiciones mínimas en que podemos proseguir, en forma estable o con menos turbulencia, como estado funcional y país civilizado, mientras convenimos una nueva ley y forjamos una nueva convivencia. Aquí no solo se ha debilitado el tejido social, se han perdido la gobernanza y la gobernabilidad, la autoridad y la ley.
No hay un país. El primer capítulo del Plan de Gobierno de LibRe publicado por Xiomara Castro concierne ese problema inmediato. El de la pervivencia -luego del triunfo de LibRe- de una contradicción profunda y compleja entre los hondureños sobre el futuro, sobre una idea de país genuinamente compartida. Que no es el plan el Víctor, el de Mel, el de Julio o el de Pepe. Este Plan parte del reconocimiento de que hay desacuerdos profundos que estorban y para caminar, habrá que ponernos de acuerdo en tener y negociar esos desacuerdos. Primero para la constituyente.
Los hondureños tendrán que decidir por mayoría de votos en una elección manejada por un Tribunal reformado si quieren o no una constituyente. Que viene siendo la piedra en que tropezó la mula que botó a Genaro y no solo a Mel. Hoy la constituyente es una bandera exclusiva de Xiomara y un misterioso talismán que tiene muchos enemigos y apasionados. Xiomara llamara a un referéndum que hará las veces de la Cuarta Urna y servirá para definir cómo, cuándo y quiénes podrán ser electos, cuántos.
Mucha gente no quiere una constituyente. Los poderosos plutócratas de Honduras no quieren que los libres hagamos olas, han movilizado y van a movilizar todos sus medios de comunicación y todos sus disponibles para oponerse. Usan los titulares de los periódicos y sus programas de televisión para burlarse de la constituyente. Votaran que NO en ese referéndum en primer lugar los golpistas, pero también después, su hueste y unos pocos que se quieren hacer pasar por resistencia. (El Sr. Pavón ha venido declarando para delirante aplauso de la prensa comercial que ¨la constituyente no va a remediar el hambre. No califiquemos ese aserto más allá de dudoso, que el autor no tiene nada que perder fuera del alma si no se confesara a tiempo y por tanto puede declarar cualquier cosa con el fin consustancial de un político en contienda, que es llamar la atención.) Pero aquí Pavón repite una línea que han proclamado los demás candidatos con posibilidad de recabar votos, los tradicionales y el PAC, una línea que le premian los medios con un titular. Aun así el Si va a ganar.
A mí me lo ha dicho incluso (eso de que la constituyente no va remediar el hambre) alguna persona a la que considero inteligente y cuerdo. Aunque cualquiera con dos dedos de frente debería entender que para alimentar a un país hay que trabajar y que la constituyente para lo que nos va a servir es para pactar entre nosotros las reglas para que todos podamos trabajar, todos menos los niños si vamos a salir de pobreza. Hoy por hoy tenemos un desempleo abierto escandaloso, medio millón de campesinos sin tierra y la mitad de la población económicamente activa subempleada. No nos dejan trabajar el gobierno ni las circunstancias, a nadie salvo a los pautados. Nadie va a invertir mientras no tengamos la estabilidad que solo puede darnos el pacto social. la constituyente. Y sin inversión no habrá empleo, producción, ni comida, para que deje de hambrear Pavón.
La Constituyente es indispensable para establecer reglas de convivencia, leyes que no se contradigan y anulen unas a otras. Reglas para garantizar acceso a los recursos. Tierra para los campesinos que sueñan con sembrar y garantías de inafectabilidad para la inversión en producción de alimentos. Reglas para un comercio sin especulación. Precios justos, que son los remunerativos para la cosecha, y canales de distribución menos onerosos. Reglas que premien el comercio eficaz y estimulen la inversión productiva en vez del consumo suntuario. Reglas que aseguren la relación justa y respetuosa entre empleadores y empleados, entre revendedores y consumidores. ¿Por que temer a la constituyente? ¿Acaso la van a convenir solos los representantes de un sector? ¿No seguirán teniendo ventaja en sus debates quienes más saben y mejor entienden? Vamos pueblo.
La forma de gobierno. Claro que la nueva constitución deberá redefinir la forma en que nos gobernamos y los derechos y deberes de los hondureños. Porque la forma de gobierno actual supuestamente inalterable, pétrea, convengamos que es inoperante, que no nos ha servido para un desarrollo estable. Porque los derechos de los hondureños hoy son a veces imaginaciones sin compromiso de cumplimiento por parte del estado, de las organizaciones intermedias ni de los particulares ciudadanos. Y quizás por lo mismo una gran cantidad de hondureños, sus corporaciones y servidores públicos parecieran creer que no tienen tampoco deberes u obligaciones, que no están obligados a la tolerancia y al respeto civil, que no tienen que pagar impuestos, si no ahorrar obviando la factura, que no tienen que obedecer las leyes que les obligan a pagar salarios mínimos, seguridad social y demás beneficios de ley a sus empleados. Que pueden irrespetar cualquier propiedad a capricho. Y nada ni nadie los puede obligar. Ni podrá, a menos que sea a pura bala, hasta que no firmemos, el pacto social que será la nueva constitución.
Puede ser que aplaudan entre temerosos y esperanzados una policía militar pero lo que anhelan los hondureños es un cambio profundo y aspiran a participar democráticamente en la definición de ese mundo nuevo. La Constituyente es un símbolo de ese anhelo. Entre otras muchas razones --que por su ceguera ideológica no entienden Pavón, Canahuati, Televicentro y los morados-- LibRe va a ganar las elecciones porque propone ese cambio profundo encarnado en la constituyente, que la gente sabe que se ocupa. Y mas bien deberíamos estarnos todos preparando para debatir y definir la agenda, para determinar quienes nos van a representar en la constituyente a cada partido y sector. Porque paradójicamente aunque lo que quiere la gente es participar, la asamblea nacional constituyente será necesariamente otro organismo representativo. Y para que su producto reciba la sanción del plebiscito, la representación tiene que ser genuina, legitima, amplia e inspirar confianza. Con Xiomara.
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