jueves, 3 de enero de 2013

Paradojas de 2012



Diario Tiempo

Finalizó el año 2012 que para los hondureños fue, en lo general, un año malo en el que abundó la violencia y el desempleo, como signos malignos que infortunadamente se proyectan al año venidero.

Las estadísticas de 2012 no se conocen con exactitud, pero luce evidente el incremento de la pobreza, del desorden social, del progresivo desmoronamiento de la institucionalidad, del decaimiento de las inversiones y de la producción, y, en fin, del fracaso de la gobernabilidad.

Si hiciéramos un balance apriorístico, siquiera superficial, del acontecer nacional en 2012, nos encontraríamos con la consabida paradoja de que creció la pobreza en nuestra población pero, en paralelo, también fruteció la acumulación de riqueza en un pequeño, privilegiado, sector del conglomerado nacional.

Una paradoja en la que, para ilustración, nuestro país ocupa el primer lugar en América Central de millonarios de última generación, mientras exhibe un 52 por ciento de desempleados respecto al total de la población económicamente activa de casi 5 millones.

Otra paradoja que encontramos, siempre en relación con la acumulación de riqueza en pocas manos, es que el país apenas creció —según estadísticas poco confiables— en 3,2 por ciento, debido sin duda a la escasez de la inversión y el encarecimiento de los costos de producción, pero, en cambio, el gasto público se disparó para alcanzar la cima de 144 mil millones de lempiras.

Ese torrente de dinero, del que no hubo aporte al importante renglón de la inversión pública, de alguna manera encontró los cauces para llegar a su definido objetivo final, de la misma forma en que las gotas de la lluvia siguen su destino hacia el mar, en nuestro caso un mar saturado de despilfarro y corrupción.

De paradoja en paradoja podríamos ir hallando el devenir de 2012, en el que, por ejemplo, el índice de la violencia —en Honduras, país más violento del mundo— se superó a sí mismo en su primer lugar, al pasar de 86 a 89 homicidios por cada 100 mil habitantes, aun cuando quintuplicamos el gasto, el nuestro, en la guerra contra el narcotráfico.

De esa manera, de un solo pencazo, como decía el general López Arellano, alquilamos, dizque para la defensa nacional, unas lanchas artilladas para impedir el tránsito de la droga que viene del Cono Sur hacia Estados Unidos, y así dar un servicio gratuito, en tanto los hospitales públicos carecen de todo, se reducen los servicios y el personal de salud, y los empleados médicos y auxiliares claman por el pago de sus salarios.

Y finalmente otra paradoja más, sea ésta en torno al tema de la institucionalidad, en preparación del ingreso al nuevo año de 2013 con otro episodio inserto en el modelo de “golpes de Estado constitucionales” que inauguramos, proyecciones continentales, en 2009: la defenestración de la Corte Suprema de Justicia, con la ironía de quien da de beber al aliado-agresor agua de su propio chocolate.

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