Por Gustavo Zelaya
Nuestra maltratada ciudad está de aniversario, sucia, descuidada, violenta, malquerida por muchos de sus habitantes, llena de unos marrulleros que se dicen políticos, pero también de grupos organizados como los mareros mucho menos peligrosos que los “políticos”. Ojala realmente se dedicaran a la política los que la han gobernado, nunca la han practicado ya que han confundido esa actividad que nos relaciona a todos los habitantes de la ciudad, la han confundido con la trampa, la impunidad y la corrupción.
Y hay muchos que necesitan de Tegucigalpa por su actividad comercial, política, cultural, pero la maltratan al estar lejos de ella, la agreden con sus palabras y dicen que no volverán a ella. A las horas siguientes están de vuelta a ese lugar desde donde forjan fortunas, desde donde saquean las arcas públicas y se toman fotos en lujosos hoteles y en recepciones diplomáticas, mezclados todos, iguales todos: políticos, jerarcas religiosos, dirigentes empresariales, funcionarios públicos, militares de alto rango, magistrados, comisionados de policía, mapaches, serpientes, camaleones, banqueros, hombres invisibles, casatenientes, vendedores de telas y perfumes, propietarios de cantinas y burdeles, asquerosos depredadores del territorio nacional. Los distinguidos caballeros a los que se refería Groucho Marx. Les daba ese calificativo porque no los conocía. Todos ellos Idénticos en esencia y engordando cuerpo y fortuna gracias al sangrado centenario del pueblo.
Yo al menos disfruto respirar los aires capitalinos, a veces provincianos y en ocasiones con ínfulas de gran metrópoli, pero muy querida por los que nos criamos en sus barrios y colonias. Y sigue siendo pequeña pero se extiende sin control alguno. Tegucigalpa es rara, llena de contrastes, de encuentros y separaciones. Es el centro académico del país, en donde se espera que se forje pensamiento científico y crítico avanzado. Pero históricamente es donde se ha garantizado el triunfo electoral de los grupos más conservadores, sean cachurecos o colorados.
Aquí se concentra la reacción más cercana al fascismo, admiran a Hitler, a Carias, a Reagan, a Callejas Romero y se derriten frente a Cabeza de Ajo, alias, roberto micheletti; pueden repudiar en privado al Cabro Negro, alias carlos flores, pero se inclinan servilmente en su presencia. Ni la caverna de Platón se asemeja a la oscuridad mental en que viven la mayoría de los ricos empresarios de esta empobrecida polis, de nuestra miserable ciudad que ha hecho posible que existan fortunas fabulosas a costa del sudor y la sangre de muchos capitalinos.
Sin embargo, es entre esos cerros, desde sus calles, desde las organizaciones sociales y políticas que aquí tienen sede, en donde se han dado las más firmes muestras de lucha contra el golpismo. Es desde los barrios y colonias de Tegus, desde sus solitarios callejones, los senderos peatonales y sus obscuras esquinas, desde donde la respuesta del pueblo se ha convertido en el más grande ejemplo de lucha contra la reacción.
En nuestra cuatro veces centenaria ciudad se ha estado forjando un poder incontenible, poco a poco, con paciencia, entre mezquinas y generosas personas, con progresos y regresos en el camino, ese poder se ha manifestado en la Resistencia Popular, en el Espacio Refundacional, en el FAPER, en otros grupos políticos organizados y en el partido Libertad y Refundación. Entre todos ellos y a pesar de las dificultades y desacuerdos harán posibles mejores momentos para nuestra afectuosa y a veces dura ciudad. Mejores momentos para todo el país. Ya tendremos verdaderas celebraciones populares por el aniversario de Tegucigalpa y de otros centros de población cuando el pueblo que se expresa en sus organizaciones acceda al poder político y edifique una sociedad diferente por justa y democrática.
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