lunes, 15 de octubre de 2012
La insoportable (y tenaz) infamia del diario global-imperial
Rebelión
Por Salvador López Arnal
A modo de preámbulo: desde 1999 hasta octubre de 2012 se ha convocado a la ciudadanía venezolana a las urnas en quince oportunidades para elegir diputados constituyentes, miembros de la Asamblea o para refrendar –o no- con el voto popular la nueva constitución, al igual que para decidir si se revocaba o no el mandato al presidente del país. En estas quince contiendas electorales, el movimiento encabezado por el presidente Chávez ganó en 14 ocasiones. Perdió una vez, es cierto, el referendo constitucional de 2007… pero por menos del 1% de los votos. Ni que decir tiene que el presidente Chávez, de inmediato, reconoció la derrota.
Un punto más de importancia recordado por Atilio A. Borón: cuando el presidente Chávez llega al poder en febrero de 1999, el 20% de los venezolanos mayores de 18 años no existían políticamente. ¿Por qué? Porque no podían votar: no se los inscribía en los padrones y ni siquiera poseían documentos de identidad. La llamada por algunos medios de “información” dictadura chavista la reducido la cifra al 3,5 %, 16,5 puntos y medio menos.
Hasta aquí los prolegómenos.
Luis Prados y Maye Primera, en El País, hablaban el pasado martes de la victoria del presidente Chávez [1]. No tenía su crónica la desmesurada altivez de los anteriores días de campaña pero el fondo –y en momentos la forma- de su exposición abonaba los mismos disparates, la misma infamia, la misma intoxicación político-cultural, la misma cosmovisión de élites y allegados. Algunos ejemplos:
¿Quién es Henrique Capriles, el candidato derrotado de la derechona venezolana? Para LP-MP, el rival más difícil del presidente venezolano, “el candidato joven y popular que se presentaba por primera vez al frente de una oposición unida”. ¿Qué permitirá la victoria –“con más de siete millones de votos, 1,5 millones más que su adversario”- al presidente Chavez? Armado con la legitimidad de las urnas, “profundizar en su proyecto de revolución bolivariana, extender su mandato por 20 años y convertirse ya definitivamente en un icono para la izquierda de América Latina”. Lo de mandato, 20 años, icono de la izquierda, no bebe precisamente de las aguas de la afabilidad.
Tampoco lo siguiente desde luego: “El presidente comandante consolidará el control estatal de la economía con probablemente nuevas nacionalizaciones -banca, alimentación y salud- como hizo tras su triunfo electoral en 2006 cuando ordenó expropiaciones en los sectores de telecomunicaciones, eléctrico y petrolero, y continuará brindando su apoyo a la causa antiimperialista por este continente y el resto del mundo”. Nacionalizar la banca si fuera el caso, apoyar la salud pública, evitar la especulación con los alimentos, son formas de perverso “control estatal sobre la economía”. La guinda al final del fragmento: “así como la entrega de crudo a los países amigos como Cuba, cuyo régimen recibe una respiración asistida por parte de Caracas en forma de 100.000 barriles diarios”. Régimen, respiración asistida,… ¡qué ecuanimidad y objetividad la de nuestros dos periodistas global-imperiales!
Sigue la cosa. Chávez, afirman, tendió la mano políticamente a Capriles la noche del domingo “y por primera vez reconoció la legitimidad de la oposición”. ¿Tenía que reconocer el presidente Chávez las acciones y proclamas de una oposición que ha llegado a abonar el golpismo y ha seguido al pie de la letra las instrucciones del Departamento usamericano de Estado? Sea como fuere, prosiguen los dos ecuánimes periodistas, “el gesto no disipa en cualquier caso los temores de los opositores de que una vez pasada la fiesta vuelva el acoso a los disidentes”. ¿Vuelve el acoso? ¿Qué acoso?
Chávez, de 58 años, señalan algo más tarde, “ha vencido también a la incertidumbre que causaba su estado de salud, cuando no se adivina entre las figuras del régimen a ningún heredero con su carisma y peso político internacional”. ¡La salud del presidente! ¡Figuras del régimen! Por si acaso (deben estar rezando día sí, noche también), recuerdan que la Constitución venezolana “establece que si un presidente fallece en los primeros tres años de su mandato hay que celebrar nuevas elecciones”. Y luego, claro está, la estocada: en cualquier caso, “el antiguo teniente coronel de paracaidistas que llegó al poder en 1998, ha demostrado con creces que su tirón popular está casi intacto” [la cursiva es mía].
Después de señalar que los resultados electorales “confirman la fractura de Venezuela en dos mitades con visiones de futuro antagónicas”, afirmación que jamás realizarían en el caso de otras elecciones presidenciales en países afines, echan mano de “autoridades” reconocidas. Para intentar impresionar al lector. Esta perla es del sociólogo Luis Pedro España, director del Centro de Políticas Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello: "El país más dinámico, generador de riqueza, productivo, hace mucho tiempo que le dio la espalda al presidente. Pero existe otro país que es dependiente, que está sobreviviendo y que sigue atado a Chávez y a la estructura clientelar del Estado venezolano, que en estos 14 años se ha profundizado". Los buenos y los malos: ¡L. P. España (araña) es profesor de una Universidad católica! Eso marca.
Otra de estas autoridades, Margarita López Maya, tampoco se queda atrás: “Chávez es un líder carismático, un caudillo del siglo XIX y en algunos sectores empobrecidos y excluidos es una persona muy atractiva, a la cual están ligados emocionalmente. Si eres pobre y te dan una pensión eso es más importante que el hecho de que te hayan quitado la libertad de información". ¡Un líder del siglo XIX! ¡Anulación de la libertad de información en un país en el que la televisión privada lo trata como un orangután o un mono!
En opinión de una joven opositora, que prefiere guardar el anonimato, según la parejita global-imperial, acaso por temer represalias o por ser un invento, “si el dictador Juan Vicente Gómez (1908-1935) retrasó 20 años la entrada de Venezuela en el siglo XX, Chávez amenaza con hacer lo mismo en el siglo XXI". Comparación con dictador, retraso de 20 años,… ¿qué imagen del siglo XXI deben tener estos supuestos jóvenes opositores en su cabeza? ¡Para ponerse a correr y no mirar atrás un instante!
¿De dónde entonces tanta rabia, tanta animadversión, tanta infamia, tanta manipulación, tanta ignominia contra el presidente Chávez y la revolución bolivariana? La lucha de clases, señalaron aquellos dos jóvenes revolucionarios del siglo XIX, nada afable ni veraz en general, es el motor (parcial o total) de la historia.
Atilio A. Boron –“Chávez, los mentirosos y el Infierno de Dante” [2]-, como tantas otras veces, ha señalado un punto esencial para responder la pregunta anterior: “¿Por qué tanto odio, tanta sed de venganza que hizo que políticos y comunicadores sociales que supuestamente deberían caracterizarse por su equilibrio y sensatez se convirtieran en voceros de las peores calumnias en contra de este personaje?” La razón es bien sencilla prosigue: “mienten porque los intereses de clase que representan, asociados a –y articulados políticamente con- los intereses imperiales exigen borrar al chavismo de la faz de la tierra, y para ello cualquier recurso es válido. Venezuela, que encierra en sus entrañas las mayores reservas petroleras de la Tierra, es una presa que suscita los apetitos incontenibles del imperio, impaciente por reapropiarse de lo que una vez fue suyo y dejó de serlo por obra y gracia de Chávez”. Como se trata de un propósito inconfesable, apunta con razón Boron, “por ser un simple acto de latrocinio, se requiere apelar a retorcidos argumentos para que el delito aparezca como un acto virtuoso”.
Por cierto, ¿dónde se forman los periodistas del diario global-imperial? ¿Qué se les explica en las facultades de Periodismo?
Notas:
[1]
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