lunes, 29 de octubre de 2012
De mentira en mentira hasta el papelazo ¿final?
Por Iroel Sánchez
El 30 de mayo de 2012 el célebre periodista norteamericano Dan Rather decía en su sitio en Internet Dan Rather Reports: “A este reportero se le informó que el presidente venezolano Hugo Chávez tiene un Rabdomiosarcoma Metastásico, un cáncer muy agresivo que ha entrado ‘en su etapa final’”, y agregaba “Chávez lanzó su candidatura para la reelección en Venezuela, pero varias fuentes —incluyendo la que reveló el tipo de cáncer que padece— me dijeron que ellos creen que es dudoso que el dictador esté con vida para ver los resultados”. “No se espera que Chávez viva más que un par de meses a lo sumo“, afirmaba el exreportero de la cadena de televisión norteamericana CBS. De inmediato, la maquinaria mediática internacional reproducía la “noticia”, recordando el curriculum de Rather y sus coberturas del asesinato de Kennedy y el caso Watergate. Las fuentes que se atrevieron a desmentirlo fueron calificadas de “oficialistas”, mientras que el famoso reportero que exponía su parcialidad, llamando “dictador” al Presidente venezolano, era digno de todo crédito. Lo lamentable es que, no importa las mentiras que haya dicho, lo seguirá siendo en esos medios que participaron de manera militante en la campaña electoral venezolana para, cinco meses después de las afirmaciones de Rather, tener que aceptar la aplastante victoria de Hugo Chávez.
De entonces acá, los medios de comunicación asentados en Caracas, Madrid y Estados Unidos no han dejado de lanzar nuevos bulos, el más reciente de los cuales -que no el último- ha sido la “muerte” del líder de la Revolución cubana Fidel Castro. Otra vez “fuentes dignas de todo crédito” especularon con la salud de Fidel, inventaron situaciones familiares y hasta buscaron testimonios médicos que les dieran un diagnóstico: “embolia masiva”. Desde Cuba, los cuatro gatos que organiza la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana -como la bloguera supuestamente premiada por hacer buen periodismo- daban alegres entrevistas sobre el tema para cumplir el papel de testigos in situ asignado por sus amos.
Ante las especulaciones sobre su estado de salud, Fidel, con la astucia del buen guerrillero, dejó avanzar al enemigo y le tendió una emboscada: ”Bastó un mensaje a los graduados del primer curso del Instituto de Ciencias Médicas “Victoria de Girón”, para que el gallinero de propaganda imperialista se alborotara y las agencias informativas se lanzaran voraces tras la mentira”. Luego se burló de él con un final exterminador: “No recuerdo siquiera qué es un dolor de cabeza. Como constancia de cuan mentirosos son, les obsequio las fotos que acompañan este artículo”.
Otra vez brillan los grandes medios de comunicación por su militancia política y papel instrumental que no les permite detenerse un instante a meditar si están informando la verdad. Ante el mensaje del Comandante a los médicos cubanos graduados en 1962, ningún gran medio de comunicación recordó la ética de la Revolución cubana, asentada en la propia definición dada por Fidel de “no mentir jamás”, ni tampoco la trayectoria de falsedades originadas en Estados Unidos contra Cuba. Un “analista” de los que cobra en Miami por insultar a la Revolución ha querido salvar su reputación culpando a las redes sociales en Internet. Como si los intentos de asesinar al líder cubano -tanto física como mediáticamente- no se remontaran casi sesenta años atrás cuando la Red de redes estaba muy lejos de existir. Se intenta así esconder que la agresión del imperialismo y sus servidores contra un proceso revolucionario necesita de la mentira como un alimento permanente. El tal analista lo sabe muy bien, fue él uno de los que -pagado por el gobierno norteamericano- envenenó desde los medios de comunicación de La Florida el ambiente contra los Cinco héroes cubanos injustamente condenados allí.
Fidel en su artículo recuerda otro papelazo escandaloso de una guerra que no ha cesado: “Todo el mundo creyó, en abril de 1961, las noticias publicadas por las agencias cablegráficas acerca de que los invasores mercenarios de Girón o Bahía de Cochinos, como se le quiera llamar, estaban llegando a La Habana, cuando en realidad algunos de ellos trataban infructuosamente de llegar en botes a las naves de guerra yankis que los escoltaban”. Pero era imposible ganar en las noticias la batalla que ya habían perdido en el terreno militar.
Por citar algunos capítulos recientes de esa guerra sicológica, desde “la etapa final” de Chávez, con la que también se pretendía desestabilizar a Cuba, hasta acá, los medios –en su afán por construir ellos mismos lo que la realidad cubana no les provee- han intentado convertir un accidente de tránsito en asesinato político, un festín alimentario en huelga de hambre y un fantasma de las redes en polemista emigrado. Conspirando irresponsablemente contra su credibilidad, han ido de mentira en mentira hasta este nuevo papelazo que, para quienes han hecho del engaño un modo de vida, no conoce el final.
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