Radio Progreso
Víctor Meza integró, junto dos hondureños y dos extranjeros más, la desaparecida Comisión de Reforma a la Seguridad Pública que se conformó en el gobierno del expresidente Porfirio Lobo Sosa, para reformar la Policía Nacional Preventiva tras verse involucrados en varios actos delictivos, sobre todo el asesinato de dos jóvenes universitarios, entre los cuales estaba el hijo de Julieta Castellanos, en ese entonces rectora de la Unah.
Hicieron 13 propuestas, pero no fueron escuchados por el jefe del ejecutivo, “Pepe” Lobo, y el entonces presidente del Congreso Nacional, Juan Orlando Hernández.
“… esas propuestas apuntaban a cambiar las relaciones de poder en la selección y elección de mandos importantes de la estructura gubernamental como los magistrados de la Corte Suprema, el Comisionado de los Derechos Humanos, los Magistrados del Tribunal Electoral, de tal manera que proponíamos despolitizar partidariamente los procedimientos de selección y elección de esos altos cargos. En otras palabras, era quitar poder a los diputados para que dejarán de negociar y regatear el valor y las tarifas de sus votos para elegir a estas personas”, explica Meza.
La depuración de los cuerpos de seguridad en Honduras salta a la palestra pública tras el asesinato en una celda de la Policía de la joven estudiante universitaria Keyla Martínez en La Esperanza, Intibucá. La cúpula policial emitió un comunicado anunciando un suicidio y Medicina Forense confirmó que se trataba de un homicidio, además de señales de adulteración de la escena del crimen, tal y como ocurrió en 2011 con el caso de los dos jóvenes universitarios.
“Yo aconsejaría reconsiderar algunas de las recomendaciones que están contenidas en esas propuestas…. Puede haber una depuración sin reforma policial, que es lo que hemos tenido, pero no puede haber una reforma policial sin depuración profunda”, manifestó Meza.
Radio Progreso (RP) dialogó con Víctor Meza (VM), director del Centro de Documentación de Honduras, Cedoh.
RP. ¿Qué está pasando en Honduras en materia de seguridad?
VM. Es evidente que el país está viviendo lo que un pensador tan respetable como Noam Chomsky ha calificado de momento de confluencias críticas. El mundo, dice él, está viviendo diversas crisis de distintas magnitudes y diferentes impactos. En el caso concreto de Honduras esto es totalmente cierto. A la crisis sanitaria se le agrega la crisis económica que tiene su expresión en una crisis de las finanzas públicas, pero también está, en el caso nuestro, la crisis ecológico-ambiental, la crisis de seguridad, el repunte de la violencia criminal y unas de las cosas más preocupantes es la crisis derivada del sistema de híper-corrupción que tiene atrapado casi todos los engranajes del Estado hondureño.
RP. ¿Qué se requiere para salir de estas crisis?
VM. El país en estos momentos más que nunca requiere de una conducción inteligente, transparente, creíble, políticamente aceptable para la sociedad, un liderazgo ético de nuevo tipo, requiere una conducción de condición de estadista, que no la tenemos lamentablemente. Por un lado, tenemos un agravamiento creciente de las crisis expresadas en el mayor número de fallecimientos por Covid-19 y, por otro lado, tenemos un liderazgo desacreditado, cada día más cuestionado nacional e internacionalmente, cada día con menor poder de convocatoria y cada día más desesperado.
RP. ¿Podremos conseguir ese liderazgo en las próximas elecciones?
VM. Lamentablemente no tengo optimismo suficiente para creer en eso. Para mí sería una utopía. Si vemos que un alto porcentaje de los políticos, funcionarios, alcaldes, diputados quieren reelegirse eso quiere decir que después de las elecciones tendremos un liderazgo que no será precisamente renovado, será más de lo mismo, lamentablemente.
RP. ¿Qué opina del caso Keyla donde la Policía salta de nuevo en escena?
VM. El caso Keyla viene a evidenciar varias cosas. En primer lugar, que los procesos de depuración son eso, procesos continuos, permanentes y profundos, y no simples acciones espectaculares mediáticas de uno o dos años. Además, que los procesos de depuración son de arriba hacia abajo. Si no se hace una limpieza generacional va ser difícil que la Policía pueda cumplir con sus funciones más elementales de proteger y servir a la población.
RP. ¿Quiénes son los responsables de este fracaso?
VM. Los jefes de la Policía, comenzando por el gobernante del país que es el jefe en última instancia, y luego toda esa cúpula policial incluyendo al señor Ministro de Seguridad (Julián Pacheco Tinoco) cuya figura desapareció del ambiente público desde hace ya muchos meses.
RP. Un Secretario de Seguridad mencionado en las Cortes de Nueva York.
VM. Pues sí, es mencionado como el nombre de muchos otros, han sonado nombres de muchos políticos, funcionarios actuales y pasados, y por supuesto de policías y militares, pero claro que la simple mención de sus nombres todavía no significa un enjuiciamiento en forma y fondo, pero esas cosas no se pueden descartar.
RP. ¿Qué propuso usted y otros dos hondureños más dos extranjeros que integraron la desaparecida Comisión de Reforma a la Seguridad Pública?
VM. Los cinco comenzamos a trabajar, y en los primeros 5 meses presentamos siete propuestas que le fueron entregadas al presidente de entonces, Porfirio Lobo Sosa, le fueron entregadas en presencia de todo el cuerpo diplomático acreditado a Honduras. El presidente “Pepe” Lobo solicitó la opinión de los abogados que los asistían. Posteriormente elaboramos seis propuestas más. En total se le presentaron 13 propuestas al gobierno en menos de año y medio, esas propuestas también se le presentaron al Congreso Nacional.
RP. ¿Por qué no las discutieron cree usted?
VM. Porque esas propuestas apuntaban a cambiar las relaciones de poder en la selección y elección de mandos importantes de la estructura gubernamental como los Magistrados de la Corte Suprema, el Comisionado de los Derechos Humanos, los Magistrados del Tribunal Electoral, de tal manera que proponíamos despolitizar partidariamente los procedimientos de selección y elección de esos altos cargos. En otras palabras, era quitar poder a los diputados para que dejarán de negociar y regatear el valor y las tarifas de sus votos para elegir a estas personas.
RP. ¿Y cuál fue la solución que le dieron a la seguridad pública?
VM. La voluntad del mandatario, del jefe del Congreso en ese entonces y hoy gobernante ilegal de la República, Juan Orlando Hernández, consideró que eran los militares los llamados a mantener el orden público, con las consecuencias que ya todos conocemos en materia de Derechos Humanos y en casos como el de Keyla Martínez, víctima de una acción criminal.
RP. ¿Cuál era objetivo de JOH al militarizar la seguridad pública?
VM. Esto forma parte de un plan más amplio y más ambicioso que se concreta en desarticular el sistema normativo de la República para sustituirlo por un ordenamiento legal disperso, casuístico que permita la concentración del poder en manos del presidente de la República y en desmedro de los otros poderes del Estado. Esta concentración de poder permite estructurar un sistema de presidencialismos a ultranza que, entre otras cosas, se traduce en la desarticulación de las instituciones y en el desarme doctrinario del Estado Republicano.
RP. ¿Espera usted que un próximo gobierno tome en cuenta las propuestas que ustedes hicieron?
VM. Yo aconsejaría reconsiderar algunas de las recomendaciones que están contenidas en esas propuestas, posiblemente someterlas a un proceso de afinamiento, de actualización histórica, el mundo es cambiante, pero sí es necesario ir a la Policía con un espíritu renovador. Puede haber una depuración sin reforma policial, que es lo que hemos tenido, pero no puede haber una reforma policial sin depuración profunda.
RP. ¿Estaría JOH interesado en seguir en el poder?
VM. El poder generalmente opera como una droga, y hay muchas personas que se enamoran de tal forma del poder que no conciben la vida sin estar sin él. Hay personas para la cuales el poder es como el agua de las peceras, porque una vez fueras de ella, el pez muere. Pero el problema no es ése, el problema es sí puede hacerlo, si están las condiciones actuales, nacionales, internacionales para que el gobernante pueda lograr prolongar su presencia ilegal en Casa Presidencial, yo, sin sucumbir al optimismo fácil, debo decir que las condiciones actuales no son nada favorables. Solamente le queda el apoyo de los militares, pero las bayonetas, como decía Napoleón, sirven para muchas cosas menos para sentarse en ellas.
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