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Las afirmaciones habituales sobre ruptura entre el Presidente y la Vice les quedaron cortas a estos medios y por eso suben la apuesta.
Cada semana evidencia un corrimiento de los límites que son capaces de atravesar los extremistas que fijan la línea de los medios opositores. Varios de ellos ya no se conforman con el reiterado pronóstico de ruptura del Frente de Todos, que recitan desde 2019, y ponen en juego la palabra “golpe”, obviamente como supuesto plan de la Vicepresidenta, o en su reemplazo sueñan con el día en que, cansado, el Presidente diga “basta” y abandone.
Si se toma como punto de referencia el domingo 7 de marzo, van ocho días corridos en que falte en Clarín, Infobae y La Nación la palabra “demora”, escoltada por relatos del Presidente “en soledad”, “en agonía”, “irritado”, “desanimado”, “débil”, “sitiado”, entre otros.
Esta embestida coordinada va en paralelo con la lucha incansable contra el plan de vacunación, a pesar del papelón de Beatriz Sarlo, cuya descarada maniobra contra el gobernador Kicillof fue reemplazada velozmente por la repetición de la consigna “vacuna La Cámpora”, complementada con una nueva: “Vacuna Baradel”.
La aplastante negligencia e incapacidad del gobierno de Rodríguez Larreta en la aplicación de dosis, junto con la cesión de 10 mil vacunas a empresas privadas sobre las que nada se sabe, es transformada en un “traspié”. El ministro correntino de Cambiemos que se llevaba 900 dosis en su auto, violando todos los protocolos, no fue noticia, salvo una crónica de Clarín el martes que justificó la ilegalidad. Tampoco fue noticia la protesta en la capital de esa provincia. Censura total.
La ministra renunciante, Losardo, acusada hasta hace diez días, en notas repetidas, de hablar solo para congraciarse con Cristina Kirchner, pasó súbitamente a ser “moderada”, prudente, respetuosa de la institucionalidad, aunque Santoro, investigado como miembro de la banda extorsionadora de Stornelli, D’Alessio y Bonadío, le reprocha que “hizo suyo el relato del lawfare”.
Las afirmaciones habituales sobre ruptura entre el Presidente y la Vice les quedaron cortas a estos medios y por eso suben la apuesta. Uno de los más extremistas fue Morales Solá en La Nación del miércoles: dice que Cristina Kirchner “empujó” a Losardo y pregunta: “¿Acaso lo está empujando al propio Presidente?” Por supuesto, él mismo responde: la Vicepresidenta “presiona de tal manera” que “muchos imaginan en que el Presidente dirá basta”.
Al día siguiente le hizo eco Pagni, quien imagina a Alberto Fernández como “el líder llamado a romper con su mentora”. Y el domingo, Kirschbaum afirma en el título que “comienza el asedio” al ministro Guzmán -de “Ella”, claro-, aunque en la nota dice que solo “parece” que así sucederá. El jefe de redacción de Clarín repite la línea de su columnista multifunción Bonelli, quien el viernes había escrito sobre la posible postergación del acuerdo con el FMI para después de las elecciones. En un párrafo presenta esta posibilidad como una imposición de la Vicepresidenta, pero en otro se le escapa que funcionarios del Fondo no están en desacuerdo con esa hipótesis.
También el domingo, Morales Solá vuelve a plantear una supuesta toma del poder por Cristina Kirchner con una ocurrencia, “monarquía electiva”, después de afirmar que el Presidente parece incapaz de entender que está hundiendo a todo el Gobierno. También habla de “asedio” al ministro Guzmán y, sangriento y mortuorio, dice que “Ella” no es quien usará “el arma homicida”.
“Golpe palaciego que acorralada al Presidente”, tituló Infobae el domingo en su primera pantalla. Es Tenembaum quien replica la consigna de que Cristina Kirchner le impone a Alberto Fernández “romper o someterse”. Y si “Ella” decide quién estará a cargo de Justicia, “¿qué espacio le queda a un presidente cercado?”
A diferencia de lo que sucedió durante cuatro años con las protestas contra Macri, ninguno de estos editorialistas independientes consideró que los hechos del sábado en Chubut, con la hostilidad de un grupo de manifestantes a la comitiva presidencial, fuera un hecho político digno de mencionar. Infobae le encargó a un abogado de apellido Grispo una nota en la que después de una aparente condena a la violencia justifica plenamente el ataque, hablando de “indignación” e “impaciencia ciudadana”, y paladeando “desobediencia civil”.
Los incendios en la región andina fueron encarados por Clarín, en un primer momento, con un enfoque que vuelve timorata a la ultra entonada Patricia Bullrich: el gran diario acusó por el fuego al fantasmagórico grupo “RAM”, aquel que según la exministra recibe financiamiento británico y tiene armas que arrancan árboles de cuajo. El diario se sirvió de dichos del senador Weretilneck, quien cuando fue gobernador acompañó con fervor todos los actos de represión ilegal del macrismo.
Ni siquiera Infobae, que en aquellos años publicó con gran destaque artículos que pretendían mostrar la potencia de los “terroristas mapuches” con una foto en la que se veían un martillo, una pala, una azada y tres o cuatro celulares de 20 años de antigüedad, se animó a tanto. De hecho, nobleza obliga, publicó el sábado una nota en la que detalló la intervención destructiva de la zona con plantaciones de pinos con fines mercantilistas, mencionó la sequía por el cambio climático y hasta incluyó un descargo de la coordinadora mapuche rionegrina, rechazando las acusaciones montadas en su contra.
Al menos sábado y domingo, Clarín bajó el tono sobre este conflicto y La Nación se mantuvo en una muy infrecuente línea informativa, con cierta asepsia, aunque excluyendo referencias al conflicto por la extracción depredadora de los recursos naturales de la zona.
Las noticias internacionales pusieron en aprietos a este dispositivo político-comunicacional: la anulación de los juicios amañados contra Lula da Silva pasaron fugazmente por estas páginas, sin ninguna mención a que tanto el derrocamiento de Dilma Rousseff como la condena y proscripción del líder del PT y el consecuente triunfo de Jair Bolsonaro fueron causados por una alianza entre corporaciones nacionales e internacionales, la “justicia” encarnada en Sergio Moro, el soporte mediático del grupo Globo y, como socia menor, la esperpéntica derecha política brasileña, con la que el macrismo tiene tanta amistad.
Les resultó más fácil salir en defensa de la exdictadora boliviana Jeanine Añez y algunos de sus cómplices en el golpe contra Evo Morales, consumado con complicidad de la OEA. “Nombrada por el Congreso”, recita Clarín, que la llama “expresidenta interina”, igual que La Nación e Infobae.
Los tres medios lograron el domingo 14, cada uno por su parte, una hazaña: Clarín publica “en exclusiva” un adelanto del libro de Macri; Infobae publica “en exclusiva” un adelanto del libro de Macri; La Nación publica “en exclusiva” un adelanto del libro de Macri.
Que nadie se burle, el periodismo independiente argentino es así.
La Nación había intentado tomar la delantera el viernes cuando le destinó espacio en tapa a revelarle al mundo el anticipado éxito de ventas del mismo libro. Es un dato que sirve para creerle a Morales Solá, quien el domingo 7 de marzo había negado que Macri sea accionista de La Nación.
Comunicadores de la Argentina (COMUNA)
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