sábado, 27 de marzo de 2021

Corrupción e incapacidad gubernamental sobresalen a un año de pandemia


Radio Progreso

Honduras cumplió esta semana un año desde que se detectó el primer caso de Covid-19 en el territorio nacional. Un año marcado por el dolor debido a la muerte de miles de hondureños y hondureñas y por la indignación a causa de la mala gestión gubernamental.

En este primer año, Honduras tiene un total de 179,515 casos confirmados y 4,373 muertes, según estadísticas de la Secretaría de Salud y el Sistema Nacional para la Gestión de Riesgo (SINAGER). Estadísticas cuestionadas por diversos sectores que están convencidos que los números son mayores.

El dolor y la impotencia han sido comunes en los miles de hogares que perdieron un familiar a causa del mortal virus. Doce meses después, el gremio médico y el personal de enfermería siguen siendo golpeado por la enfermedad.

Uno de esos médicos que sintió en carne propia la presencia del virus y la impotencia de vivir en un país que carece de un sistema sanitario de calidad, fue el doctor José Manuel Matheu, ex viceministro de salud. El doctor relató a Radio Progreso que su experiencia fue horrible, porque su esposa y sus hijas se contagiaron de Covid-19. Detalla que su compañera de hogar se contagió en diciembre y él en febrero de 2021; ambos necesitaron ser internados en una sala de cuidados intensivos.

“Mi experiencia fue horrible. Yo me estaba tratando en casa, me dejaron medicamentos intravenosos, pero necesité ponerme oxígeno. Mi esposa era la que me atendía. Por la noche empecé a desaturar oxígeno y fue necesario irnos de emergencia al hospital”, expresó.

Con impotencia el médico relata que esa noche del 17 de febrero vivió la peor pesadilla de su vida; porque no había cupo ni en los hospitales públicos ni privados, fue necesario llamar a los directores de los hospitales para ver si “por influencia” le podían habilitar un espacio en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), para intentar salvar su vida.  Finalmente encontraron cupo en un hospital privado, donde fue necesario pagar grandes cantidades de dinero.

“Me lograron meter, me pusieron alto flujo y a partir de ese momento pasé ocho días en los que no mostraba mejora alguna. Después de esos ocho días y por obra del Espíritu Santo, comencé a mejorar. Yo tuve la oportunidad de luchar por mi vida, pero eso no le pasa a la mayoría de la población que no tiene acceso ni siquiera a un tanque de oxígeno”, dijo con la voz entrecortada.

Manejo de la pandemia

Desde su posición como víctima, el doctor Matheu dice que la pandemia ha sido manejada de forma mediocre por un gobierno malo, al que no le interesa la salud de la población hondureña.

“Hay que ponerle nombre y apellido de quienes son los que nos tienen como estamos. Honduras necesita comenzar a generar esperanza. Aquí la mayoría somos honrados y trabajadores, pero dejamos que un grupito nos manipule”, señala.

La historia del doctor Matheu, es reflejo de la situación que ha atravesado el personal sanitario y la ciudadanía en el país -quienes por la corrupción han sido víctimas de una red de corrupción que se olvidó que el Estado no es una hacienda personal que se puede utilizar para enriquecerse a costillas de la población.

El personal sanitario ha sido el que se ha llevado la peor parte con la pandemia. Hasta la fecha, 74 médicos han perdido la vida porque en sus hospitales o centros de trabajo, el gobierno no garantizó las medidas de bioseguridad y se contagiaron.

Para el vicepresidente del Colegio Médico de Honduras (CMH), doctor Samuel Santos, la pandemia ha sido una tragedia para el pueblo hondureño debido a la corrupción. Porque se aprobaron miles de millones de lempiras, pero que al final no fueron bien manejados.

Santos señala que el primer año de la pandemia dejó muchos muertos por falta de transparencia.  “Nos dejó lágrimas y tristeza. Nos llena de indignación, porque sentimos que el país no está bien y el mal manejo de la pandemia es el mejor reflejo”.

Por su parte, el doctor Carlos Umaña, presidente de la Asociación de Médicos en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), en San Pedro Sula, dice que los médicos se sienten sumamente preocupados porque casi todas las semanas siguen muriendo trabajadoras y trabajadores de la salud.

Umaña ve con mucha preocupación que en el proceso de aplicación de las vacunas donadas a Honduras a través del mecanismo Covax, se esté colando personas que no trabajan en primera línea de atención.

“Cuando usted solo tiene 48 mil dosis y sabe que no le ajustará para el personal de primera línea, deben establecerse prioridades. No solamente se debe vacunar a los médicos, enfermeras y personal auxiliar de los hospitales nacionales y el seguro social, sino que todo el personal de primera línea de clínicas privadas y profesiones afines como microbiólogos, farmacéuticos. Después se podrá vacunar al resto del personal administrativo”, enfatiza.

Señala que como médicos se sienten indignados porque pidieron desde hace dos semanas los listados que se utilizarían para vacunar, pero las autoridades sanitarias nunca dieron respuesta a esa petición.

“Hoy vemos que personal administrativo va a ser vacunado, mientras médicos y enfermeras se van a quedar sin este beneficio”, concluye Umaña.

Pesadilla

El presidente de la Asociación Nacional de Enfermeras y Enfermeros Auxiliares de Honduras (ANEEAH), Josué Orellana dice que la pandemia ha sido una completa pesadilla. El gremio de enfermería por su relación directa con los pacientes ha sido uno de los que más se ha contagiado del virus.

Orellana explica que, hasta la fecha más de 40 de enfermeros y enfermeras han perdido la vida, y más de cuatrocientos contagiados. Ahora mismo hay 124 aislados, 15 hospitalizados, de los cuales 6 están en una condición de salud delicada.

A un año de la pandemia y a pesar de la llegada de las primeras dosis de vacunas, el panorama para la población hondureña sigue siendo sombrío y desalentador. Las vacunas, no alcanzan para inmunizar a todo el personal sanitario, mucho menos para aplicarlas a la población pobre. En medio de la pandemia, la ciudadanía y el personal sanitario han tenido que ingeniárselas para sobrevivir y no contagiarse.


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