Radio Progreso
El sacerdote jesuita José Domingo Cuesta, provincial de la Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús, está de visita en Honduras. El sacerdote de origen panameño, de 57 años de edad indicó que la “opción preferencial por lo pobres”, está inserta en la misión apostólica de los jesuitas, porque es la misión de la iglesia.
Sin embargo, manifestó que trabajar en la promoción de la justicia se paga en muchas ocasiones con un alto precio. En algunas ocasiones ha terminado con la vida de muchos sacerdotes y laicos. A renglón seguido indicó que, ese reto y riesgo lo seguirán asumiendo porque es evangélico. El reto de estar cerca de los más pobres. Denunciar las injusticias, la violencia y la corrupción. Luchar porque los pobres tengan una vida digna.
Radio Progreso dialogó con el padre José Domingo, quien lleva 37 años en la Compañía de Jesús.
¿Cuál es el motivo de su visita a Honduras?
Como provincial, parte de mi trabajo es visitar a los jesuitas, las obras que tenemos en Centroamérica. Animar la misión y el trabajo.
Llegar a Honduras ha sido muy bonito porque a inicios de mi formación me mandaron a Tocoa, Colón, cuando apenas tenía 19 años. Y ese contacto con el campesinado y su realidad, fue lo que confirmó mi vocación y el deseo de seguir bajo la premisa de “amar y servir”.
¿Cómo ha visto la situación de Honduras, y qué le ha llamado la atención?
Es una situación compleja. La pobreza y la violencia son preocupante, basta visitar las comunidades para darse cuenta de eso. Los estragos de los huracanes son muy altos, hay comunidades destruidas completamente en medio de un ambiente preelectoral.
El contexto centroamericano tiene características similares: empobrecimiento, desigualdad, corrupción, violencia, etc. ¿cómo se inserta la misión apostólica jesuita en esta realidad?
No es fácil. En las últimas décadas la Compañía de Jesús ha trabajado mucho por la defensa de la fe y la promoción de la justica. La última Congregación General insistió mucho en el tema de la reconciliación. El trabajo por los derechos humanos, el diálogo con todo tipo de personas. Y hace dos años el Padre General formuló unas preferencias apostólicas, por donde debería ir el trabajo de los jesuitas en los próximos 10 años. Son cuatro preferencias que claves: la primera, es todo el trabajo espiritual que se formula como mostrar el camino hacia Dios por medio de los ejercicios espirituales y el discernimiento. Es decir, como ayudamos a la gente a tener ese contacto con Dios. La segunda, tiene que ver con la mayor cercanía a las personas más vulnerables, sobre todo aquellos que el Padre General llama los descartados de la sociedad, los pobres. Aquí tenemos un trabajo importante.
En tercer lugar, el acompañamiento a la juventud que son el presente y el futuro, en especial a los más descartados de la sociedad. Justo es lo que hace Fe y Alegría aquí en Honduras con los colegios como el Institutito Técnico Loyola, por mencionar alguno. Y, en cuarto lugar, todo lo que tiene que ver con la defensa y el cuidado del medio ambiente. La ecología, lo que el papa Francisco llama la Casa Común.
¿Por qué la opción preferencial por lo pobres se inserta en la misión apostólica de la Compañía de Jesús?
Porque eso es base y es fundamental. Es la misión de la iglesia, es evangélico. La primera opción de Jesús fue hacia los más pobres. El fundador de los jesuitas San Ignacio de Loyola igualmente hizo esa opción y los jesuitas hemos asumido este reto, hay una preferencia por los vulnerables, los descartados y los excluidos, y hacia allá se orienta nuestro trabajo donde quiera que estemos siempre habrá una incidencia a favor estos sectores de la sociedad.
En este contexto difícil y desafiante ¿cuál cree usted que son los desafíos de los jesuitas en Centroamérica?
Defender los derechos de los más vulnerables. Que no es nada fácil. Defender los derechos humanos en estos tiempos representa peligro, siempre lo hemos hecho. Por ejemplo, cuando estaba joven y vivía en El Salvador, las paredes de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) se tiñeron de sangre la madrugada del 16 de noviembre de 1989. Disparo a disparo, seis jesuitas y dos mujeres fueron fríamente asesinados por un pelotón del batallón Atlácalt del Ejército de El Salvador, por el simple hecho de estar del lado de los pobres, por la defensa de los derechos humanos.
En la Congregación General 32, la Compañía definió que ser jesuita es comprometerse en el servicio de la fe y la promoción de la justicia que esta misma fe implica. Pero también había dicho unos años antes que no trabajaremos en la promoción de la justicia sin pagar algún precio. Entonces ese reto y ese riesgo lo seguiremos asumiendo. El reto de estar cerca de los más pobres. Denunciar las injusticias, la violencia y la corrupción. El luchar porque los pobres tengan una vida digna.
Los jesuitas tenían misión apostólica en la totalidad de los departamentos de Yoro y Colón. Sin embargo, hoy sólo hay presencia en tres ciudades: Tocoa, Yoro y El Progreso. ¿Qué ha pasado con la compañía de Jesús en Honduras?
Lo importante no es lo cuantitativo sino lo cualitativo, la calidad. Hace unas décadas la presencia de la Compañía era más amplia y con los años se han ido disminuyendo. Honduras fue misión de la provincia de Misuri, Estados Unidos, había muchos sacerdotes norteamericanos y españoles, sin embargo, algunos se han ido enfermando y otros han pasado a la presencia del señor.
Ha habido pocas vocaciones. Pero, a pesar de esto, en los últimos años han estado llegando nuevos sacerdotes centroamericanos y en la actualidad tenemos una buena cantidad de novicios. En los próximos años tendremos nuevos sacerdotes jesuitas.
Recordemos que los jesuitas estamos donde Dios nos llama. El trabajo que estamos haciendo es importante, ya sea en el área de investigación, trabajo social, desde la educación, desde las parroquias, o desde la comunicación.
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