miércoles, 6 de noviembre de 2019

Comunicación indígena en sociedades digitales


Rebelión

Por Ollantay Itzamná *

Según los exiguos registros literarios realizados por escribanos españoles, de la época colonial, nuestros abuelos que cohabitaron en Abya Yala, al momento de la invasión europea, mantenían una fluida comunicación interna y con los otros pueblos de la época. Y, no podía ser de otra manera.
Colosales estructuras civilizatorias que abarcaban inmensos territorios, incluso sin anular las diferencias culturales de los pueblos subalternizados, necesitaban de una minuciosa estrategia comunicación intercultural.

En el caso del Incario del Tawantinsuyo, que abarcaba buena parte de Sudamérica, el rol de la comunicación oficial estaba a cargo de un ejército de chaskis (jóvenes adiestrados para recorrer a trote, de forma sincronizada, todo el territorio incarial llevando consigo el mensaje oficial)

Y, así, mayas, aztecas, chibchas, nahuas, aymaras, guaraníes…. Todas estas civilizaciones tenían su sistema de comunicación interna y con otros pueblos. Los registros coloniales indican que, tanto en el mar Caribe, como en las costas del océano Pacífico, los invasores europeos encontraron embarcaciones comerciales nativos cargados de productos de intercambio. Esto, con seguridad, requirió de un alto grado de comunicación intercultural.

Comunicación indígena durante la Colonia

Con la invasión, el sistema de comunicación de nuestros abuelos sufrió un trauma profundo. Los idiomas nativos, las simbologías, los soportes de la información nativa (kipus, geroglifos, etc.) fueron destruidos y prohibidos bajo pena de muerte.

Con el tiempo, el invasor/colonizador, al no lograr comunicarse en idiomas europeos con los sobrevivientes del holocausto, se vio obligado a adiestrar comunicadores indígenas (alfabetizados, algunos de ellos) bilingües o políglotas para adoctrinar y forjar al indio colonizado, servil. Las plazas y las iglesias fueron los principales sitios de la comunicación imperativa colonial.

Durante la Colonia existió un sistema de comunicación predadora de las formas de comunicación nativa. La Colonia utilizó comunicadores indígenas para difundir, imponer y mantener sus políticas de saqueo, amparado en la voluntad del Dios desconocido.

Si antes de la invasión europea la comunicación nativa era más sensible a la diferencia cultural (intercultural), y respondía a los intereses políticos de los poderes nativos. Con la Colonia la comunicación se volvió violenta, monocultural, metalizada, y al servicio del despojo de los pueblos. Europa jamás nos a las civilizaciones nativas como portadoras del “logos”, por eso jamás nos vio como sujetos de comunicación con quién interlocutar. De allí, quizás su apuesta obsesiva por el culturisidio.

Comunicación indígena durante la República

En los dos siglos de República, la comunicación en los estados nacionales siguió siendo colonial para con los pueblos indígenas. Durante la Colonia europea aceptamos bautizarnos por la promesa de ser súbditos del Rey cristiano. Durante la República aceptamos ir a las escuelas (para aprender la civilidad moderna) porque nos prometieron la ciudadanía.

Pero, muy a pesar de este esfuerzo, seguimos siendo maltratados/saqueados como entenados de Dios y NO ciudadanos (sin derechos, sólo con obligaciones). Esto, gracias a la comunicación monocultural, etnófagica, patriarcal. Folclorista en los últimos años.

Al igual que durante la Colonia europea, en la era republicana existe comunicación indígena, incluso con comunicadores indígenas, pero al servicio de los patrones “criollos” que regentan los estados bicentenarios. Todo el esfuerzo comunicativo en la República criolla fue y es para aniquilar al “ser” indígena e implantar en cuerpos indígenas al “ser” mestizo nacional/criollo.

Durante la República, muchos de nosotros contamos con títulos académicos, incluso de periodistas, pero a mayor grado o cantidad de títulos académicos el indígena comunicador es más sumiso y útil a los intereses comunicacionales del permanente colonialismo interno que soportan nuestros pueblos.

Durante la República, los indígenas nos hemos portado “muy bien”. Incluso mucho mejor que durante la Colonia europea (muestra de eso que las repúblicas no lidiaron con rebeliones indígenas). Pero en las repúblicas nos va peor que durante la Colonia europea. Bautizados, escolarizados, titulados (no en pocos casos) pero sin tierra, sin agua, sin oportunidades, ni derechos. Sin Estado, ni ciudadanía. Eso sí con territorios saqueados, contaminados, para el desarrollo de los patrones republicanos.

Comunicación indígena en sociedades digitales

Si durante la Colonia y la República la comunicación indígena operó para enjaularnos en fronteras política, en busca de las fallidas identidades nacionales. En esta etapa de la era digital, la comunicación indígena, utilizando la tecnología moderna, debe engancharse a la Internet (mientras nos permita esta cárcel de algoritmos) para resignificar las agendas postergadas de nuestros pueblos.

La comunicación indígena, debe gastar menos energías en disputar “frecuencias” en radio y televisión, y apostarle a la Internet. Montarse en las plataformas digitales de las redes sociales, por ejemplo. El comunicador indígena, para posicionar nuestras agendas como pueblos, y avanzar hacia nuestra emancipación, no debe agotarse en el sueño de ser “radialista” tradicional, sino apostarle a ser un influencer en las redes. ¿Cuántos youtuber indígenas tenemos en y desde nuestros pueblos?

Si durante la República nos hicieron comunicadores folcloristas, bien portados, promotores de las nacionalidades republicanas, en esta era digital debemos apostar a la autenticidad como comunicadores indígenas. Esto implica conocer y dar razón de nuestros procesos de identificación con nuestros pueblos. Hacer de las agendas de lucha de los pueblos nuestras agendas de comunicación.

Para un comunicador indígena la falacia de la objetividad comunicacional occidental no debe ser un impedimento. Los indígenas, con o sin posgrados, por nuestra pertenencia a un pueblo, compartimos la condición de subalternos.

Por tanto, nuestro “logos”, nuestro mensaje, debe ser, y será, necesariamente situado. Por la restitución de nuestros territorios. Por la reconstitución de nuestras autonomías. Nunca folclorista, ni victimista. Mucho menos propagador de los intereses de las repúblicas criollas, ni del Imperio.

Nuestra agenda comunicacional ha de ser la demanda de la restitución de los territorios indígenas para el ejercicio de los autogobiernos para el Buen Vivir. Y, por el momento, esto sólo es posible si transitamos de los estados criollos hacia estados plurinacionales.

El mundo desconoce las propuestas del Buen Vivir que aún centellean en nuestros pueblos. El comunicador indígena debe ser un comunicador del y para el Buen Vivir desde su comunidad. 

* Ollantay Itzamná. Defensor latinoamericano de los derechos de la madre tierra y derechos humanos.

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