martes, 19 de noviembre de 2019
Jhony Salgado enfrenta juicio injusto y vergonzoso
“Cada paso que doy recuerdo cómo me cambió la vida, desde ese 21 de diciembre de 2017, cuando policías me detuvieron en mi propia casa, me apresaron, me fabricaron pruebas falsas, me procesaron y me enviaron al centro penal”, indicó Jhony Andrés Salgado (40), quién el próximo 13 de noviembre de 2019, enfrentará juicio oral y público en los juzgados de El Progreso, Yoro, zona norte de Honduras.
En diciembre de 2017, en plena crisis post electoral, el régimen del reelecto Juan Orlando Hernández, metió presos a 22 hombres y una mujer, a quienes consideraron “presos políticos”. De acuerdo a defensores de derechos humanos el proceso legal que se lleva contra ellos, son juicios políticos y están plagados de irregularidades, como castigo contra las multitudes que se pronunciaron contra la reelección ilegal y “fraudulenta”.
Jhony estuvo 4 meses preso en el centro penal de El Progreso, Yoro, tras ser acusado por la fiscalía de delitos de portación ilegal de arma comercial y por uso indebido de indumentaria policial. Sin embargo, ante las presiones nacionales e internacionales, el 2 de mayo de 2019 quedó libre, después que la Corte de Apelaciones de San Pedro Sula, sustituyera la medida de prisión preventiva para que se defendiera en libertad.
A él, lo detuvo la policía en su casa de habitación en la colonia Renovación, de El Progreso, ubicada en la salida de dicha ciudad a Tela, lugar donde los manifestantes interrumpían el paso al litoral atlántico durante los días de la crisis post electoral.
Así sucedió
La mañana del 21 de diciembre de 2017, Jhony la recuerda como la peor pesadilla de su vida. En ese entonces, la ciudad de El Progreso llevaba varios días de movilizaciones y tomas de carreteras por parte la población que luchaba contra lo que denominaron “fraude electoral” contra Salvador Nasrala. Se enfrentaron al régimen de JOH, quien aún se sostiene bajo la represión y el encarcelamiento de los oponentes políticos.
Johnny es un hombre humilde, de estatura baja y corpulento, y ha dedicado toda su vida al trabajo de la construcción. “Él hace unas casas lindas, es uno de los mejores albañiles de la ciudad. Y es una persona que del trabajo viene a su casa. Nadie puede decir que a él lo han visto haciendo algo ilegal. Nosotros aquí en la colonia y lugares aledaños lo conocemos de toda la vida”, indicó una de sus vecinas.
En esa semana que apresan a Johnny, Juan Orlando había ordenado desalojar las calles y carreteras, que estaban bloqueadas por manifestantes, especialmente en la zona norte del país. En esos días no había vehículo que circulara porque en a cada kilómetro, se encontraban barricadas con llantas encendidas, piedras, árboles y población enardecida.
El 21 de diciembre, “yo estaba en mi casa cuando llegó la policía y me gritaba “salí de allí perro y lanzaron bombas lacrimógenas afectando mi familia. Tuve que abrir la puerta porque mi esposa y mis hijos no soportaban el efecto del gas. Ingresaron y registraron la casa. Luego me detuvieron y entonces yo les pregunte en varias ocasiones, por qué me llevaban y solo me decían que me subiera a la patrulla, me llevaron para la posta”, indicó Jhony, mientras sus piernas y manos temblaban.
Pese a que ya se van a cumplir 2 años de su detención, a medida avanzaba la entrevista con Jhony, se observaba temeroso y con voz entrecortada indicó “me pasaron a manos de la gente de la DPI (Dirección Policial de Investigaciones) y ellos me hicieron un informe y me decían que firmara y que si no lo hacía me iban a golpear. Pero, yo no sé leer, ni escribir y ante las amenazas, lo que hice fue poner mi primer nombre, porque es lo único que aprendí a escribir”.
A renglón seguido manifestó que, en su casa la policía no encontró nada, sin embargo, “ya en las instalaciones de la policía, me pusieron un escudo de los que usa la policía y una escopeta. Y le juro, que yo jamás en la vida he tenido en mi poder alguna arma o peor algo que pertenece a la autoridad policial.
Me están acusando con esas pruebas falsas, pero confió que Dios me ayudará a liberarme definitivamente de mi caso. Por ahora tengo que estar yendo a firmar al juzgado dos veces al mes y la próxima semana inicia la audiencia definitiva donde espero salir de todo”.
Dijo que, el peor tiempo de su vida fueron los 4 meses que pasó en la prisión y hoy agradece a Dios, por estar libre, sin embargo, “duermo poco, porque tengo miedo que venga la policía a detenerme en la noche. Cada vez que pasa una moto a un carro frente a mi casa pienso que son personas que me va a matar, y lo mismo pasa en mente de mi esposa y mis dos hijos”.
Injusto y vergonzante
“No entendemos por qué está pasando esto con el hermano Jhony. Él es miembro de la iglesia católica, un hombre honesto, trabajador e incapaz de hacerle daño a cualquier persona. Su vida la ha dedicado a la familia y al trabajo de la construcción”, indicó Ruth Sarabia, de la Pastoral Social, de la parroquia San Ignacio de Loyola, en El Progreso.
Aseguró que, en este caso queda demostrado que la persecución del Estado, no conoce límites y sus agentes están decididos a dejar un mensaje claro para los que se oponen a continuismo de Juan Orlando Hernández, en el poder. “Pero el caso de Jhony, va mucho más allá de esto, porque él no participó en ninguna manifestación y mucho menos tomó en su poder algo ilegal, como lo hace ver unas falsas pruebas presentadas por la policía y que son utilizadas en el juicio”, indicó.
“Aquí el problema es Juan Orlando, porque ha sido para este país como un huracán de los que destruyen todo lo que hay a su paso y generan una sensación entre impotencia y rabia. Empleos perdidos, conquistas históricas de los trabajadores anuladas, hambre y carencias como en las peores épocas, mucha desolación en los barrios más pobres. Y lo peor si uno lucha contra todo esto, o lo asesinan o le meten preso como a Jhony”, dijo Ruth.
Jhony Salgado, es una de los tantos rostros de la injusticia hondureña, pues la “imagen” varía casi a diario según la voluntad de los que dirigen el Estado. También es la cara de un Gobierno que optó por utilizar el sistema judicial con fines políticos, y que decidió ignorar que los crímenes de lesa humanidad no prescriben y que pueden ser juzgados en cualquier parte del mundo.
El rostro de la injusticia también mira, a cada hondureña y hondureño, que además pregunta ¿será usted mi próxima víctima inocente.
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