lunes, 25 de noviembre de 2019

Mártires de la UCA: 30 años en búsqueda de justicia y verdad



Fue el 16 de noviembre de 1989, en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, UCA, de la ciudad de San Salvador en El Salvador, allí fueron asesinados seis sacerdotes jesuitas y dos de sus colaboradoras. El asesinato fue ejecutado por un pelotón del batallón Atlacatl de las Fuerzas Armadas bajo las órdenes del coronel René Emilio Ponce.

El acto criminal se dio durante la presidencia de Alfredo Cristiani. Los criminales intentaron crear una escena del crimen para vincular como sus autores a la guerrilla salvadoreña.

Las víctimas fueron los sacerdotes jesuitas Ignacio Ellacuría, español, rector de la universidad UCA. Ignacio Martín-Baró, español, vicerrector académico. Segundo Montes, español, director del Instituto de Derechos Humanos de la UCA.

También Juan Ramón Moreno, español, director de la Biblioteca de teología. Amando López, español, profesor de filosofía, Joaquín López y López, salvadoreño, fundador de la Universidad, Elba Ramos y su hija Celina Ramos, ambas salvadoreñas y trabajaban con los jesuitas.

“Julia Elba y Celina estaba en otra casa de estudiantes, pero esa noche, porque había una ofensiva guerrillera, había peligro en sus comunidades, decidieron venirse a refugiar a la casa de los padres jesuitas porque se sentían un poco más seguras y porque su esposo, don Obdulio, trabajaba en la UCA”, contó en Radio Progreso Omar Serrano, Vicerrector de Proyección Social de UCA en El Salvador.

Comprometidos con el diálogo y la verdad

El sacerdote jesuita Rodolfo Cardenal, Director del Centro Monseñor Romero de la UCA, asegura que, recordar esta masacre y otras más ocurridas en el tiempo de la guerra, es no olvidar la vida y los aportes de los mártires, quienes ofrendaron sus vidas como un servicio.

“Es importante mantener viva la memoria de los mártires precisamente porque fueron masacrados por el Ejército, así como es importante mantener la memoria de todas las masacres que ocurrieron durante esa guerra civil tan cruel y con tan pocos resultados dadas las expectativas que habían”, dijo el padre Cardenal.

El rector de la Universidad José Simeón Cañas, UCA de El Salvador, el sacerdote jesuita Andreu Oliva, asegura que los mártires buscaron ilustrar la realidad salvadoreña y centroamericana, esclarecerla con su análisis de esperanzas y denunciando las estructuras que provocaban injusticias y violencia en aquellos años.

“Los mártires buscaron, con sus análisis y reflexiones, iluminar la realidad salvadoreña y centroamericana, una realidad que era más oscura que la actual y la trataron de esclarecer y determinar que veían en ella de bondad, humanidad y esperanzas, pero también señalar aquello que marcaba esa realidad de pecado, de estructuras injustas que condicionaba para mal la vida de los salvadoreños y salvadoreñas y quisieron poner luz en ese contexto histórico”, narró Oliva.

El párroco de la Parroquia San Ignacio de Loyola en El Progreso, Yoro, Honduras, sacerdote jesuita Jesús Sariego dijo a Radio Progreso que tanto la Universidad Centroamericana, la UCA, como el Arzobispado, buscaban apostar por el diálogo. “Era una posición de la iglesia liderada por Monseñor Arturo Rivera y Damas, lo que queríamos era una salida al conflicto a través del diálogo y no de las armas porque el camino de las armas era un camino que no tenía salida… ésta posición quien nunca la compartía era el Ejército”, dijo Sariego.

Asesinados por la verdad

El padre Sariego sostiene que sus compañeros murieron por la verdad, por el deseo de llegar a la paz, de llegar al diálogo. “Y todo martirio es útil, porque después que murieron el diálogo avanzó y por fin se llegó a una declaración de paz, no era todo lo que deseábamos, pero las armas cedieron y la guerra terminó, creo que es el fruto mayor del asesinato de los padres y de las dos mujeres”, dijo el padre Sariego.

José Artiga de la Fundación SHARE, quien junto a una delegación de organizaciones de Estados Unidos se encuentra en El Salvador participando en los actos de memoria de los mártires, asegura que, son 30 años de impunidad y de reclamo de reparación para las víctimas.

“En estos 30 años no ha habido justicia sobre el caso, los autores intelectuales todavía están libres, incluyendo al ex presidente Cristiani, entonces a 30 años nosotros seguimos pidiendo justicia, seguimos pidiendo reparación para las víctimas y seguimos pidiendo la organización de nuestra gente para que continúen con la lucha”, manifestó Artiga.

Señaló que, no sólo es el caso de los jesuitas y las dos compañeras, es también el caso de las grandes masacres como El Mozote, el Río Sumpul, el caso de San Romero y muchos más. “También estamos exigiendo al gobierno del Presidente Bukele que abra los archivos del Ejército para que las familias de los desaparecidos puedan encontrar los huesos de sus familiares”, aseguró José Artiga.

El sacerdote jesuita Rodolfo Cardenal, Director del Centro Monseñor Romero de la UCA manifiesta que los 30 años por sí solos han sido una protesta permanente contra la impunidad que persiste. “Y a mi juicio, esa impunidad con los crímenes de la guerra, que protege a los criminales y victimiza doblemente a las víctimas, es la responsable de la impunidad que tenemos en la actualidad, de la debilidad de la administración de justicia y la institucionalidad del Estado”, contó Cardenal.

Legado de los mártires

El rector de la UCA de El Salvador, el sacerdote Andreu Oliva, expone que como Iglesia Católica se debe seguir el legado de los mártires de la UCA. “Son de verdad un ejemplo a seguir, y si queremos que nuestro país avance y que las cosas cambien debemos imitarlos, debemos, como ellos lo hicieron, tener una vida entregada que busca hacer las cosas bien, con profundidad, analizar la realidad a fondo, estudiarla para proponer soluciones a los problemas que ésta tiene”, contó Oliva.

Aseguró que es importante seguir el camino de los mártires que pusieron en el centro de sus vidas al pueblo salvadoreño y dedicaron todo su trabajo y su esfuerzo a ese pueblo. “Fue una vida intensamente vivida, puesta al servicio del reino de Dios, de la promoción de la fe y de la lucha por la justicia, en la búsqueda de la paz y para poner fin al sufrimiento de este pueblo en aquellos años de tanto dolor y tanto horror”, finalizó Andreu Oliva.

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