sábado, 13 de julio de 2019
Marta Harnecker, ¡presente!
Por Federico Fuentes *
La izquierda internacional ha perdido a una de sus intelectuales, educadora y activista más lúcidas. Marta Harnecker falleció el 14 de junio, a los 82 años.
Marta siempre será recordado como una de los escritoras más influyentes y prolíficas de la izquierda en América Latina, dejando casi 90 libros que cubren una amplia gama de temas y debates sobre la izquierda. Sus obras completas sirven de alguna manera de herencia de una vida dedicada al aprendizaje, la educación y la defensa de la causa revolucionaria en América Latina.
Nacida en Chile, Harnecker comenzó su activismo en la década de 1960 como estudiante activista católica antes de trasladarse a Francia, donde estudió con el filósofo marxista Louis Althusser.
Al regresar a su país de origen, Chile, como una marxista comprometida, Marta se dedicó a la popularización de estas ideas mediante la producción de numerosos folletos como Explotados y Explotadores, La explotación capitalista, Las clases sociales y la lucha de clases y El capitalismo y el socialismo.
Junto con posiblemente su obra más famosa, Conceptos elementales del materialismo histórico, a partir de las notas preparadas para estudiantes latinoamericanos de Althusser, estos textos se convirtieron rápidamente en lectura casi obligatoria para los izquierdistas en toda la región.
Marta también apoyó al gobierno socialista de Salvador Allende, en particular como editora del semanario político Chile Hoy .
Obligada a buscar refugio de la dictadura militar tras el derrocamiento de Allende, Marta se exilió en Cuba, que había visitado poco después de la revolución cubana de 1959.
En Cuba, Marta se casó con su primer marido, Manuel Piñeiro, el mítico Comandante “Barba Roja”, responsable del Comité América del PCC. Juntos tuvieron una hija, Camila, antes de la muerte prematura de Piñeiro en un accidente de coche en 1998. Allí también publicó Cuba: ¿Democracia o Dictadura? una colección de testimonios y experiencias de poder popular.
Su constante afán por aprender de los demás y transmitir esas lecciones llevó Marta a pasar gran parte de las siguientes dos décadas haciendo extensas entrevistas con figuras clave de la izquierda latinoamericana, desde comandantes guerrilleros de Centroamérica y Colombia en la década de 1980 hasta líderes de algunas de las fuerzas emergentes de izquierda en América del Sur en los años 90.
En estas entrevistas, que fueron publicadas posteriormente en varios libros de testimonios, Marta trató de extraer las lecciones de las derrotas sufridas, las fortalezas y debilidades de las diferentes tácticas y estrategias, los desafíos planteados por la unidad de la izquierda y cómo las fuerzas revolucionarias podían empezar a reconstruirse y acumular las fuerzas necesarias para convertir sus ideas en realidad.
Marta también creó el Centro de Investigaciones de la Memoria Popular Latinoamericana (MEPLA) en Cuba, para estudiar y difundir las experiencias de la vida real de las comunidades que trabajan para construir un mundo mejor.
Las lecciones que Marta extrajo de estas entrevistas y experiencias, junto con sus propias contribuciones e ideas sobre temas como la globalización y el colapso de la Unión Soviética, se convirtieron en la base de La izquierda en el umbral del siglo XXI: Hacer posible lo imposible.
Publicado en 1999, el libro fue publicado en el momento de la elección de Hugo Chávez como presidente de Venezuela - el primero de una serie de presidentes progresistas electos en la región.
Durante las siguientes dos décadas Marta se dedicó al estudio de estas experiencias, defendiéndolas con firmeza, pero sin miedo a expresar sus críticas. Marta recopiló muchas lecciones de enorme valor aprendidas en el camino, en primer lugar en La reconstrucción de la izquierda , y más tarde en Un Mundo que Construir: Nuevos caminos hacia el socialismo del siglo XXI .
Después de leer La izquierda en el umbral, Chávez concedió a Marta una extensa entrevista, en la que Marta - en su forma usual – le contradijo y le sondeó como pocos se atrevían a hacer. La experiencia hizo que Chávez pidiera a Marta trabajar con él en Venezuela, y continuó criticándole siempre que no estaba de acuerdo.
Marta se trasladó a Venezuela con Michael Lebowitz, su segundo marido, que, como ella, ha dedicado su vida a enriquecer las ideas marxistas. Juntos compartieron una profunda creencia en el potencial revolucionario y la creatividad de la gente común en lucha, junto con un profundo amor por los demás.
Ambos ayudaron a organizar dos reuniones internacionales de solidaridad en Caracas, en 2004 y 2005, y fueron fundamentales para la creación del Centro Internacional Miranda (CIM) en 2006 como un espacio de intelectuales venezolanos e internacionales para contribuir con sus ideas al proceso revolucionario.
Entre talleres en las comunidades y lugares de trabajo y reuniones constantes con los activistas en búsqueda de asesoramiento, o simplemente para hablar de política, Marta continuó recogiendo testimonios para que otros puedan aprender.
Como parte de su trabajo en el CIM, organizó una serie de paneles con figuras clave de la nueva izquierda de Brasil, Bolivia, Paraguay y Ecuador, en los que hacía entrevistas colectivas con el objetivo de fomentar el debate en camaradería entre los participantes.
Marta siempre trató de incluir a todas las voces en estos paneles, convencida de que todos tenían algo que aportar y que con la apertura de dicho espacio podrían aprender unos de otros. A menudo los participantes comentaron que tales encuentros parecían casi imposibles en sus países de origen, pero eran de gran valor y ayudaban a reducir brechas aparentemente insalvables.
Como resultado de estas entrevistas, Marta publicó una serie de libros crónica del ascenso y desafíos de estos nuevos partidos de izquierda, que abarcan sus diferentes puntos de vista.
Marta era capaz de hacer todo esto y dedicar gran parte de su tiempo a poner de relieve varias experiencias en la participación popular a nivel comunitario, viajando a través de Venezuela para escuchar y debatir con activistas locales.
Estas experiencias fueron de gran interés y preocupación para Marta, que vio en ellas no sólo los embriones de la autonomía local, sino también las escuelas diarias que podrían fomentar el sujeto revolucionario necesario para empujar el proceso hacia adelante.
Mediante este trabajo, Marta jugó un papel fundamental para acercar al gobierno venezolano a estas experiencias en la construcción de los consejos comunales. Chávez haría de los consejos comunales y las comunas el centro de su proyecto emancipador del Socialismo del Siglo XXI y pidió a Marta que asesorase al nuevo Ministerio de Participación Popular, que creó en 2005.
Muy consciente de algunas de las prácticas negativas de la administración del Estado que estaban socavando este proceso, Marta lo denunció públicamente, a pesar de las reacciones críticas de sectores del gobierno.
Las lecciones de los consejos comunales y las comunas, junto con otras experiencias que estudió en Kerala y Porto Alegre nutren las ideas de Planificación desde abajo: una propuesta descentralizada de planificación participativa , cuya publicación está prevista después de Marta perdiese su batalla contra el cáncer.
Marta siempre tendrá un lugar entre los principales pensadores de izquierda del siglo pasado. Su extensa colección de libros, folletos y artículos servirán como herramientas muy valiosas para los activistas, jóvenes y viejos, nuevos y experimentados, durante muchos años.
Aquellos como yo, que tuvimos el placer de trabajar con ella, y muchos otros que tuvieron la oportunidad de conocerla, siempre la recordaremos por mucho más.
Para nosotros será aquella Marta que siempre quería escuchar y aprender de los demás, que siempre tenía una palabra de aliento, que creía que todos tenían algo que aportar, y cuya profunda e inquebrantable fe en la humanidad no solo predicaba, sino que practicaba todos los días de su vida.
Compañera Marta Harnecker, ¡presente!
* Federico Fuentes activista internacionalista australiano, colaborador de la revista Green Left Weekly.
Traducción del inglés por Enrique García para "Sin Permiso"
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