lunes, 22 de julio de 2019

Buzos Miskitos: Obligados a sumergirse en el mar para no morir de hambre


Fotografía tomada por el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional, Cejil.

“Sólo recuerdo que mis tres hijos necesitaban uniformes para ir a la escuela, cuando decidí sumergirme por última vez”, Capi Eulogio Fermín, uno de los más de 4 mil Miskitos lisiados en el departamento de Gracias a Dios, Honduras relata que, en 2011 había decidido dejar de trabajar como buzo para las embarcaciones pesqueras que operan en la zona, por lo sacrificado que consideraba el trabajo.

Sin embargo, el hambre y la preocupación que sus hijos no fueran a la escuela lo sumergieron nuevamente al mar, sin imaginar que la vida le cambiaría para siempre.

Entre risas Capi cuenta que las sillas de ruedas, las muletas y los bordones también forman parte del paisaje tropical de la Mosquitia, considerada por muchos estudiosos como el bosque tropical húmedo más extenso de América, después del Amazonas. Un lugar donde el 80 por ciento de su población es indígena; Misquita en la zona costera y Tawahka en las riberas del río Patuca que atraviesa los departamentos de Gracias a Dios y parte de Olancho.

Capi dice que cada vez que los buzos se sumergen a pescar es como jugar a la ruleta rusa. No se sabe en qué momento la falta de oxígeno en el cerebro puede provocar una parálisis o la muerte bajo las profundidades del océano Atlántico.

Así de peligroso y mortal es el trabajo de los pescadores Miskitos en Gracias a Dios. Se trabaja para botes pesqueros de empresarios del caribe hondureño. Esta es una única fuente de ingreso para la mayoría de las familias de la zona.

La pesca de langostas se hace con barcos abastecidos con un promedio de 30 pequeñas lanchas. Un hombre se queda en una de las lanchas mientras cuatro se sumergen en busca de los productos del mar.

Las estadísticas de la Asociación de Miskitos Hondureños Buzos Lisiados dicen que, por cada cuatro buzos uno sufre del síndrome de Descompresión por la falta de oxígeno y corre el riesgo de morir o quedar con una discapacidad física.

Los buzos Miskitos se dedican a la pesca de langosta, pepino de mar y caracol en los meses de julio a marzo de cada año. Durante cuatro meses el gobierno establece una veda para la reproducción de los mariscos. Los Miskitos son contratados por empresarios que no proporcionan el equipo que se necesita para sumergirse en busca de la langosta. Algunas embarcaciones según Capi, poseen apenas un tanque de oxígeno para 5 buzos, además está obsoleto. 

Durante la temporada de pesca un buzo hace el esfuerzo de sacar hasta 50 libras de langosta a la semana. Cada libra es pagada a 70 lempiras, es decir a unos 3 dólares. El pepino de mar es pagado a 7 lempiras la libra, unos 0.28 centavos de dólar.

Cuando Capi sufrió del Síndrome de Descompresión, su hijo mayor tomó su lugar en la pesca. Había que comprar comida para la familia y medicinas para afrontar la discapacidad de su padre. Capi dice que le rogó que no lo hiciera, porque las posibilidades de salir a la superficie luego de sumergirse hasta 150 metros durante cuatro horas son muy escasas.

El 13 de enero de 2012, su hijo desapareció en el mar pescando langostas. Su cuerpo nunca salió a la superficie. Pasó a ser una estadística más de una comunidad donde nadie se responsabiliza por estas muertes. “Aquí no hay justicia”, con dolor expresa Capi, diciendo que si los familiares de los buzos reclaman a los dueños de las embarcaciones son amenazados a muerte.

El dolor no quita la fuerza con que asegura que lo que sufren los buzos, es responsabilidad de una sociedad indiferente con la miseria y pobreza que viven los Miskitos. También de un gobierno que conoce lo que sucede en esa región, y que se hace de la vista gorda para no dañar los intereses de grandes empresarios pesqueros y de bandas criminales o narcotráfico que operan en todo el departamento de Gracias a Dios.  

Datos

La reciente tragedia que provocó la  muerte de 34 Miskitos, en el naufragio de un barco langostero el pasado miércoles 03 de julio, frente a las costas del cabo de Gracias a Dios, pone nuevamente en la opinión pública la situación de abandono, miseria y muerte que vive la gente en la Mosquitia.

La pesca mediante buceo ha ocasionado discapacidad y muerte en adolescentes y adultos misquitos. Un informe de la Organización Panamericana de la Salud – el más reciente en su materia-  señala que alrededor de 9 mil hombres originarios de Gracias a Dios practicaban la pesca submarina de langosta.

Entre ellos, el 97% ha presentado algún grado del síndrome por descompresión y al menos 4 mil Miskitos tienen discapacidad total o parcial a causa de este mal, según un informe del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional, Cejil.

La Asociación de Miskitos Hondureños Buzos Lisiados ha reportado que alrededor de 400 buzos han muerto a causa de enfermedades relacionadas con su actividad laboral.

“Muchos niños y jóvenes abandonan las clases para ir bucear”, expresa el profesor Lenin Sánchez Finley originario de Puerto Lempira, cabecera departamental de Gracias a Dios. El docente dice que le ha tocado enterar a varios familiares, amigos y hasta alumnos que abandonaron sus estudios para sumergirse en el mar y así dar de comer a sus familias.

La tragedia va más allá del naufragio. Este evento retrata nuevamente la situación que predomina en una zona dominada por la pobreza y el limitado acceso a los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales.

Desde el año 2007, Centro por la Justicia y el Derecho Internacional, Cejil, representa y denuncia el caso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), organismo que tendrá la oportunidad de pronunciarse sobre la responsabilidad de Honduras por estas violaciones a derechos humanos en su momento.

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