martes, 9 de julio de 2019
"El aumento de la represión es producto de la anormalidad democrática del país"
Mientras departía con sus amigos, el fin de semana pasado por la noche, en el parque de Arizona Atlántida, Luis y sus amigos fueron detenidos por la Policía Nacional. Cuando eran trasladados a la jefatura municipal de policía en Tela, fueron salvajemente golpeados por elementos policiales y del ejército. Su delito: haber gritado; “Fuera JOH”, mientras pasaba la patrulla.
El pasado miércoles 19 de junio, mientras era pública la rebelión del comando Cobra, de la Policía Nacional, muchos puntos del país fueron tomados por la población descontenta con el régimen de Juan Orlando Hernández. En el municipio de Tela, la población bloqueó por espacio de 4 horas la carretera CA-13.
La euforia de la población fue abruptamente apagada por las bombas lacrimógenas, que sin previo diálogo, fueron lanzadas por los cuerpos represores del Estado Hondureño.
Wilmer, y dos de sus compañeros trabajan en una llantera, salida a La Ceiba, Atlántida, al mirar la represión, cerraron el establecimiento. Sin embargo, a los policías y militares, eso no les importó; rompieron los portones, golpearon salvajemente a Wilmer y sus amigos, y también fueron trasladados a la jefatura municipal de policía.
«Mientras nos llevaban en las patrullas, nos tiraban gas pimienta en los ojos, y nos gritaban, que nos sacarían el corazón para comérselo, porque eso merece la gente que protesta.» Comentaba Wilmer, cuando su testimonio era tomado por defensores de derechos humanos.
Testimonios como los de Luis y Wilmer, se han vuelto comunes durante las últimas semanas entre la juventud Hondureña. El principal enemigo de las fuerzas de seguridad, no es la delincuencia común y organizada, el principal enemigo ahora es la ciudadanía.
A raíz de la decisión tomada en el Consejo de Defensa y Seguridad Nacional, de sacar a las calles a la policía militar y los militares, las violaciones a derechos humanos en el país se han incrementado.
Autoritarismo puro
Para el doctor en derechos humanos, Joaquín Mejía, el régimen de Juan Orlando Hernández está quitándose la máscara y está demostrando el autoritarismo que ha caracterizado todo su mandato, lo que refleja las bases en las que se sustenta el gobierno.
Mejía explica que el régimen no se sustenta en la legitimidad, porque su presidencia está basada en violaciones a la Constitución de la República, con una reelección ilegal, y el fraude electoral. Como no tiene legitimidad la única manera de mantenerse en el poder es través de la fuerza.
En ese sentido, tiene a la Policía Militar, que no es otra cosa más que el ejército pretoriano de Juan Orlando Hernández, que defenderán a capa y espada su régimen.
Debilidad del régimen
El abogado Joaquín Mejía cree que el uso desproporcionado de la fuerza, a través de los órganos de seguridad del Estado, solo es reflejo de la debilidad que tiene el gobierno de Juan Orlando Hernández.
“Esta represión representa la debilidad del régimen en términos de legitimidad democrática, y la necesidad de imponerse. Lo hará a través de la fuerza de las armas. Esto evidencia su debilidad, y el nivel de hartazgo que tiene la ciudadanía hondureña”
“Esta represión representa la debilidad del régimen en términos de legitimidad democrática, y la necesidad de imponerse. Lo hará a través de la fuerza de las armas. Esto evidencia su debilidad, y el nivel de hartazgo que tiene la ciudadanía hondureña”, expresa.
El alzamiento de la población hondureña, en torno a la defensa de la salud y la educación pública, además de la exigencia permanente de la salida de Juan Orlando Hernández, ha sido respondido por el régimen con mayor represión.
Para el abogado constitucionalista, Ramón Enrique Barrios el gobierno se ha sentido realmente amenazado por el levantamiento de las fuerzas sociales en Honduras. Expresa que hay un resurgimiento de la lucha popular. “Hay un renacer de la sociedad hondureña, todo el descontento popular tiene una sola salida, que pasa por la renuncia de Juan Orlando Hernández”.
Diez años de ilegalidad
El 28 de junio del 2009, el presidente democrático de Honduras, Manuel Zelaya, Rosales fue sacado de Casa Presidencial por la fuerza de las armas. Desde el Golpe de Estado, y con el apoyo, financiamiento, y entrenamiento de Estados Unidos a las fuerzas represivas, sólo han aumentado los asesinatos, amenazas, y la represión contra la población hondureña.
El abogado Joaquín Mejía, dice que Honduras tiene diez años de vivir en una situación de inconstitucionalidad permanente. Lo que se traduce en una anormalidad democrática que permite que los órganos represivos se impongan contra la ciudadanía. Agrega que nos encaminaos a la profundización de la crisis, que todavía no ha sido resuelta desde el Golpe de Estado. “El pueblo debe comprender, que no podemos tolerar más la anormalidad democrática. Este es un tiempo fundamental para avanzar hacia un proceso de transición que permita construir una verdadera democracia en el país”, puntualiza.
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