lunes, 22 de julio de 2019

Una voz defensora que se llevó la migración forzada



Por Sandra Rodríguez

A sus 19 años emprendió la ruta de la migración forzada. Lo poco que llevada en su mochila le fue arrebatado en el encierro al que la sometió la migra estadounidense.

En Zacate Grande se extraña la jovialidad de Vivian Corrales. Una defensora de derechos humanos y comunicadora social, quien a inicios de enero se sumó a las miles de personas que por razones ajenas a su voluntad debieron abandonar Honduras.

A la distancia, Defensores en Línea dialogó con la multifacética integrante de la Red de Defensores y Defensoras de Derechos Humanos del Sur (REDEHSUR), organizada y formada por el Comité de Familiares  de  Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), desde el año 2012.

“No es fácil dejar el país que lucha contra gobernantes mezquinos” expresó Vivian, quien se encuentra a la espera de ir a la Corte Federal, para saber si el juez le permite quedarse en los Estados Unidos con su papá.

Sin duda, la entrevista tocó sentimientos de nostalgia por el país lleno de recuerdos y sueños, que también anhela la defensora. “No es fácil narrar esta historia”, dijo en sus primeras palabras; sin embargo, demostró como siempre, tener el valor para no quedarse callada y contar desde su travesía lo que miró en el camino de la ruta del migrante.

Se estima que del país y por diferentes vías, salen 300 personas al día, lo que se puede ser unos 10 mil emigrantes al mes. Pero el ojo del mundo se volteó hacia Honduras, cuando de manera masiva unas 7 mil personas salieron en la primera “caravana migrante”, en octubre del 2018.

Según la Cancillería hondureña, cada día reciben dos vuelos de retornados y hasta 16 autobuses con unas 750 personas procedentes de México. De enero a la fecha se registra la deportación de 53 mil 316 compatriotas.

Emprender el viaje hacia los Estados Unidos es una aventura hacia lo desconocido. Para Vivian era huir de un país sin oportunidades, donde se le estigmatizaba por ser joven, mujer, miembro de la diversidad sexual, defensora de derechos humanos y comunicadora social de la radio comunitaria La Voz de Zacate Grande, al sur del país, donde se libra una intensa batalla contra terratenientes y militares por la defensa de la tierra y las playas.

La incertidumbre aumentaba con cada paso, porque era solo avanzar sin saber por mucho tiempo lo que pasaba tanto en las organizaciones y su familia.

Explicó que, uno de los motivos de emigrar fue porque “Honduras es un país gobernado por personas que sólo ven el bien propio, y donde nosotros los pobres somos los afectados”.

Otro factor es por las consecutivas violaciones a derechos humanos, y por ende su opinión política la colocaba en riesgo. En Honduras -a criterio de Vivian- la migración se deriva además por falta de oportunidad para los campesinos y la juventud, ya que la pobreza los envuelve.

No es fácil dejar el país, mi familia y esa lucha que desde pequeña he conocido, he ido aprendiendo muchas cosas y de manera organizada por querer un mejor país, lo que significa dolor, decepción, angustia, impotencia, el miedo por lo que pueda pasar con mis compañeros y familia en la lucha.

También generan decepción los terratenientes que se dicen dueños de nuestras tierras y playas, y empeoran lo que se vive en las comunidades, es difícil que cada día matan a compañeras, campesinos y sigue el acaparamiento de los bienes comunes. La situación lastimosamente no mejora.

La travesía de los y las migrantes hondureñas tiene muchos riesgos, en el caso de Vivian, casi dos meses y medio estuvo aislada de su familia.

“Uno corre el peligro de ser abusado sexualmente, maltratado físico y emocional, secuestrado, retornado al país de origen, ser víctimas de enfermedades, tantos días y noches sin tener algo para beber o comer, tantos días que viajan por el tren que pueden caer y perder la vida, arriesgamos muchas cosas, principalmente la vida”, Vivian Corrales, defensora migrante

La joven agradece a Dios y personas solidarias que apoyan en el camino a los migrantes, les dan ropa y comida, pero no todos corren la misma suerte.

Tenemos que recorrer lugares oscuros y solos, ir a escondidas, no hacer ruido, sin dinero, se arriesga a enfrentarnos a animales y bestias de diferentes tipos. Venimos con otros que conocen diferentes caminos, sin saber con qué personas nos vamos a relacionar, no sabemos si esas personas nos van a hacer una mala jugada o son de confianza.

En tierra estadounidense: la hielera y la perrera

Al llegar a Estados Unidos, explicó la defensora, uno está encerrado de ocho a diez días en un lugar donde se le conoce como “la hielera y la perrera”, uno empieza a desesperarse, no hay acceso a llamadas telefónicas, le quitan las cosas que lleva y las botan, solo le dejan los papeles y la ropa que lleva puesta, el frío es fuerte y muchas personas llevan niños y niñas pequeñas con bastante hambre y sed; hay personas amables y otros oficiales muy groseros.

Pero antes de continuar, agregó que, fue acusada por cruzar el río ilegalmente, y estuvo más de cinco días purgando esa pena, de la cual se declaró culpable. Un guardia la esposó (aunque solo lo hacía con los hombres), ella llorando por el dolor le preguntó ¿por qué lo hacia? “Porque quiero, le respondió.

Ya en detención, nos revisa un médico para checar el estado de salud, nos toman huellas digitales, datos personales, nos preguntan si en el camino sufrimos violación sexual, si padecemos enfermedades ya tratadas medicamente, si queremos volver al país de origen, y nos explican el proceso que sigue, en referencia a una entrevista con un oficial de asilo.

Él verá nuestro caso y determinará si uno es elegible o no para obtener asilo político en Estados Unidos, esa entrevista es mediante llamada telefónica, pero es un proceso que puede durar semanas o meses, depende el ritmo de trabajo que estén llevando los casos de reportaciones. Hay personas que tienen mucho tiempo de estar ahí, añadió.

En cifras generales, el Centro Nacional de Información del Sector Social de Honduras (CENISS), registra 232,998 personas retornadas entre enero del 2016 a este día.  De estos, 44,241 son niños y niñas, y 188,757 adultos.

La joven de 19 años tuvo que dormir en el suelo, con un aire acondicionado muy frío, arropándose con bolsas “como” de aluminio “según ellos para que no sintamos frío, pero la temperatura es tan baja que causa enfermedades e impacta sobre todo en los niños que lloran por el frío”.

La comida son dos panes con jamón crudo en medio, un jugo y una galleta. Eso es tres o dos veces al día, pero no es suficiente y tiene un sabor feo. Es bien difícil estar ahí, las necesidades físicas se hacen frente a las compañeras, prosiguió.

Relato:

En una ocasión me sentía mal por un fuerte dolor de cabeza, le dije a un oficial que si podía atenderme un médico.

-El oficial me dijo que él no era doctor y que no le importaba lo que me estaba pasando.

El lugar alberga tanta gente que está amontonada (aglomerada) y no se puede ni sentar bien.

En la perrera es como estar enjaulado, como un animalito encerrado en la casa. es muy difícil contar esto, expresó la integrante de la REDEHSUR, pero es una verdad lamentable.

La situación cambió cuando pasó a una detención (otro lugar) para mujeres donde todas las personas son emigrantes y hay infractores de la ley “es muy diferente el trato, hay reglas y horarios, dan dos trajes y se lava sólo dos veces a la semana, ahí estuve siete días, sin acceso a baño ni cepillo de dientes”.

Pasé a otra detención 20 días, ya tuve cepillo de dientes, podía asistir a una biblioteca, pero la mayoría son en inglés y pocos en español, había horario para ir a la iglesia, recreo, ver televisión en español y en inglés, teléfono con llamadas solo nacionales y trabajo voluntario remunerado para comprar cosas como de un dólar (25 lempiras). La comida es mejor, hay personas que pasan hasta tres meses sin hacer entrevista, yo no fui entrevistada.

Entonces la comunicadora social fue trasladada a otra detención, esta era más amplia y recreativa, había una fruta en cada comida, con más ocupaciones para no desesperarse, hasta que se recibe la -ansiada- llamada para la entrevista.

En este proceso, si es creíble lo que diga, se puede salir bajo algunas opciones, pero si no es creíble se puede apelar o ser deportado. El retorno es hasta que se llena un avión para regresar a Honduras.

Hay miedo de volver al país de origen, Vivian Corrales

Al pasar la prueba en la entrevista, la joven salió bajo palabra, sin grillete, ahora espera ir a la Corte e ir firmar.

Yo ya estoy aquí, pero pienso en los que vienen en camino, mi trabajo como corresponsal en LVZG y la lucha que es grande. Si tengo la oportunidad de estar aquí con mi papá, espero no dejar callar mi voz y seguir con la fuerza para defender los recursos naturales por nuestra tierra y playas.

Si bien existe miedo de volver a Honduras, no tiene temor de seguir llevando la lucha en su mente y en su corazón “que la distancia no me impida seguir luchando tal vez no como estaba allá, pero algo se puede hacer como parte de una labor diaria, sin saber cuándo se vaya a terminar, pero aquí estaré y seguiré”.

Migración forzada es un ataque directo en la defensoría de DDHH

Para la coordinadora general del COFADEH, Berta Oliva, la migración de defensores y defensoras de derechos humanos, especialmente quienes han sido parte de los procesos de formación del Comité, como es el caso de Vivian y otros jóvenes de la REDEHSUR, Red de Lempita y Red de Ocotepeque, que están fuera del país, es un ataque directo para la organización. Es un golpe por que ya no tenemos gente tan valiosa.
En cuanto a Vivian, el COFADEH giró información sobre su proceso de formación y labor de defensoría en una región vulnerable para quienes se enfrentan a terratenientes, policías, militares y operadores de justicia coludidos con el poder.

“Eso es lo grave, es doloroso para COFADEH, saber que hemos apostado tanto, dedicado tiempo y esfuerzo para ir preparando personas en la procuraduría de derechos humanos, y que hoy por temor, por falta de oportunidades se tengan que venir a despedir, para mi es muy doloroso, me siento con las manos hacia abajo, que jóvenes como los de la REDEHSUR se vengan despedir, y no poderlos detener”, declaró Oliva, en el programa radial Voces Contra el Olvido, el sábado 06 de julio.

Según datos ofrecidos por Leticia Flores, directora de HEKS-EPER en Honduras, la migración está impactando de manera directa en la región sur, donde a lo que va de este año, en cada comunidad al menos 15 personas han abandonado el país y lamentablemente con muy pocas posibilidades de éxito. La migración es uno de los problemas que ha identificado la organización internacional.

Para el compañero y amigo de Vivian, el defensor Allan Torres, la salida de la joven ha impactado en la labor comunitaria tanto de ADEPZA y REDEHSUR, ella dejó un vacío por su compromiso en la lucha por la Península de Zacate Grande.

Vivian desempeñaba un papel importante, y está el vacío en la radio. La voz juvenil y alegre ya no escucha a través del dial. La situación del país obliga a la gente a irse de Honduras, y la situación en Zacate Grande es mayor, porque no hay fuentes de empleo, la violencia aumenta por la discriminación por opciones sexuales, afirmó Allan.

Ante la ¿Por qué se fue Vivian? Allan respondió que, “huyó, huyó por los motivos que la insultaban y ofendían, ella sufrió lesbofobia”.

Se extraña a la joven activa, que daba acompañamiento, procuración, tenía su día para ir a la radio, manejaba controles técnicos, era promotora de la organización, iba en motocicleta, no ponía obstáculos, pese a los riesgos que se corren por ser parte de una organización defensora de derechos humanos.

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