- Gilberto Ríos Munguía es dirigente del Partido Libertad y Refundación.
miércoles, 24 de julio de 2019
¿Qué ocurre en Honduras?
Por Gilberto Ríos Munguía
Recordamos al Presidente Manuel Zelaya anunciando la adhesión del Estado de Honduras a la Alternativa Bolivariana para las Américas, ALBA. Era el tercer año de su mandato en el 2008 y esto coincidía también con el estallido de la burbuja inmobiliaria en EEUU. El Gobierno del Poder Ciudadano tomaba una decisión muy acertada si tomamos en cuenta las necesidades del país y con ello pasaba también a engrosar las filas del latinoamericanismo revolucionario encabezado por los Comandantes y Presidentes Fidel Castro y Hugo Chávez; abandonando la égida imperialista que ya manifestada su decadencia y crisis irreversibles, dominio que había condenado a nuestro país a la dependencia y el subdesarrollo por más de un siglo.
La crisis estructural interna de EEUU sumada al fracaso de su política internacional -especialmente en el medio oriente-, mostró de la administración de Obama su verdadero perfil. El año 2009 respaldaron el golpe de estado en Honduras, 2011 la invasión y destrucción de Libia, 2012 el golpe de estado en Paraguay y 2016 en Brasil, 2014 la repotenciación del Estado Islámico en Irak y territorio sirio para avasallar Siria y luego Irán.
Pero su crisis interna multifacética encontraba dos problemas principales para continuar sus aventuras por el mundo: 1) el cambio de gobierno y sus contradicciones de intereses y 2) el cambio acelerado de correlaciones de fuerza en el campo internacional. Su derrota militar en Siria tuvo un impacto semejante al que ha tenido la derrota de su nueva intentona de golpe contra la República Bolivariana de Venezuela. El imperio se desprestigia y pierde fuerza también en la medida que no es capaz de imponer su voluntad.
En Honduras han pasado casi diez años de aquella mañana en que el ejército de manera violenta tomó el país completo, reprimió, secuestró al Presidente Constitucional y lo sacó fuera del territorio nacional. 10 años de luchas intensas en las calles, de persecución, exilio, presos políticos, violaciones sistemáticas a los derechos humanos, demandando todo aquello que configura la dignidad de una nación: democracia, justicia, prosperidad y libertad.
El golpe tuvo una característica principal y fue su compromiso neoliberal; la concentración de la riqueza nacional en unas pocas familias fue abierta y descarada. Concesión de territorios para empresas mineras extranjeras, concesiones de ríos para proyectos extractivistas e hidroeléctricos de capital privado de la élite nacional y del capital extranjero, proceso de quiebra de empresas nacionales para su posterior privatización (telefonía, energía eléctrica, agua, puertos y aeropuertos, etc.).
El 28 de junio de 2019 cumpliremos 10 años del aquella mañana fatídica, el pueblo con sus instrumentos de lucha el Frente Nacional de Resistencia Popular (2009 – 2012), el Partido Libertad y Refundación, LibRe (2012), Movimiento Estudiantil Universitario (2015) , Los Indignados /as (2015 -2016), La Alianza Contra la Dictadura (2017) y muchísimos esfuerzos locales, regionales o gremiales, ha dado magnífica demostración de lucha y resistencia, teniendo los episodios de las últimas semanas como la cereza de un postre.
Los neoliberales, la élite gobernante y su compromiso con el capital internacional representado fundamentalmente por Estados Unidos, hundieron al país, lo comprometieron con los organismos financieros internacionales, multiplicando por tres su deuda externa en apenas 10 años. Las huelgas magisterial y médica de las últimas semanas responden precisamente a la amenaza del régimen de ejecutar despidos masivos para lograr disminuir el gasto corriente y poder cumplir con el FMI.
En los últimos días otros sectores se sumaron a la lucha reivindicativa. Por un lado el gremio del Transporte Pesado logró una importante paralización y por otro la Policía Nacional, que ha dado un tono diferente a la crisis de las movilizaciones populares de las semanas recientes. En este último caso tenemos que considerar el impacto que representa para el gobierno que un cuerpo armado, de su principal estructura represiva contra el pueblo, con presencia nacional y con aparatos de inteligencia adiestrado por los norteamericanos e israelitas (entre otros), tome una postura en medio de una coyuntura tan delicada; no tiene otro significado, el resquebrajamiento, la división del bloque hegemónico en el poder que agrava sus fisuras. El pueblo lo sabe y está dispuesto a profundizarlas.
La amenaza del toque de queda recorre el ambiente; el pueblo le apuesta a la manifestación, varias direcciones políticas y sociales acompañan el alzamiento popular de las últimas horas; de destacarse una dirección revolucionaria en la coyuntura, podrían ser éstos los dolores de labor y parto; eso lo decide ahora la muchedumbre que lucha y sueña con la caída del presidente pero principalmente con el cambio político y social. La movilización popular tiene la última palabra.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario