miércoles, 17 de octubre de 2018

Forma y movimiento


Rebelión

Por Miguel Alejandro Hayes Martínez

Nos levantamos cada día y observamos el mundo. Al hacerlo, vemos formas. Es a través de estas que apreciamos el mundo. De la misma manera, con formas, expresamos lo que vemos.
Así, todo cuanto nos redea, lo que vemos, sentimos, soñamos, lo expresamos contenido en formas, porque solo así podemos hacerlo (al menos desde el sentido común) Por lo que cada contenido que queremos decir, está dentro de una forma. Y pensar este, es pensar más allá de su forma.
De esa manera, nos referimos al perro, una estructura, una forma que expresa un contenido, pero que para referirse al él, hay que usar esta. Cuando entendemos de que se está hablando al usar una categoría, es porque logramos trascender esa forma y asumir su contenido.
Tal complejidad, ese mundo que se presenta como forma, y que la única vía de expresarlo sea a través de ellas, condicionan que todo el pensamiento se estructure lógico-formalmente. De ahí, que el tan apaleado sentido común, no sea más que una consecuencia de represetar el mundo, tal y como se ve.
Así, los primeros pensares filosóficos, esas primeras primeras búsquedas, al estilo definido por Abagnano, figuraban su pensar en esas formas. Por eso, sus primeros principios( fundamentos para explicar el mundo) eran abstraciones de esas identidades (formas) que habían identificado como, tales como el aire, fuego, agua, tierra.
Pero el pensamiento, según reza la dialéctica hegeliana, se va estructurando a la par que se va confirmando. Por lo que a la par que el pensamiento se armaba a partir de formas, la única vía de articular esos estos, era a través de la lógica de esas formas: la lógica formal.
De esta, el ser nace y luego muere. Viene el día, y luego la noche. El estudio de la forma determinó la noción de identidades formales como las mencionadas: bien delimitadas, y que se sucedían o se excluían perfectamente. De ahí derivaron conclusión muy trascendentales para la filosofía. Dada que al establecer una identidad formal de algo, para cualquier sentido común las cosas encajas o no con esta identidad, Parménides lo dejó bien claro: solo el ser es. La forma de entender el mundo, sería, y ha sido así hasta el día de hoy.
Pero como se mencionaba al inicio, solo estamos hablando de la forma. ¿Qué ocurrió con el contenido? ¿Que contenido podemos entender al hacer abstracción de la forma?
Desgraciadamente, tales prácticas de ver las formas del mundo , propician olvidar su contenido, y hacen de la forma su propio contenido, es decir, un pensamiento que se va articulando y autogenerando a partir de esas identidades que estableció al observar la realidad. Se convierte así, en logica formal. Por lo que el pensamiento que surgió para reflejar un objeto, es decir su contenido inicial, termina por olvidarse de este, haciendo de la forma que determinó su contenido, ya que actua sobre esta y no sobre el objeto que era objeto del pensamiento. Es decir, el pensamiento, al hacer la identidad se del objeto, no estudia al objeto en movimiento, sino que pone en movimiento la identidad del objeto.
Una herramienta esta, que surgió de intentar estudiar un objeto, congelarlo como una identidad en la mente, y dándole movimiento propio dentro de esta. Pero como está en constante movimiento, ya ese objeto que obtuvo rienda en el pensamiento, ya no refleja al que generó el reflejo inicial. Con razón, eso preocupaba a Sócrates, y el resto de la filosofía no le prestó mucha atención.
Es decir, nos enfrentamos con un gran problema, al tener un pensamiento que extrae la forma del mundo, y hace se está su objetivo, divorciándose la idea de lo que intenta estudiar; y por otro lado, es un hecho que la propia interacción del hombre con el mundo produce este tipo de lógica.
Es necesario entonces, ante tal situación, un pensar que facilite explicar el mundo, pero como esta cambiando este, explicarlas en movimiento. Como el principio de Heisenberg, entonces, ¿cómo explicar al objeto( describirlo e identificarlo) y a la vez comprender en movimiento? La lógica formal, estudia el movimiento de la forma o la forma. Solo uno a la vez.
Tales condiciones, apuntan a que lo que se busque sea un pensamiento que pueda reflejar el movimiento no de la forma que lleva un contenido, sino el movimiento del contenido propiamente. Es decir, un pensamiento que muestra el movimiento de su contenido (el objeto reflejado).
Sin embargo, hasta ahora, el pensamiento que usaba la forma para explicar el contenido terminaba olvidarlo, por lo que entonces, para expresar el objeto del pensamiento en movimiento (automovimiento), había que deshacerse de toda forma por sus consecuencias nefastas.
Por eso, la primera forma que debía ser desechada, era la que habita en punto de partida: la identidad del objeto basada en su forma. Para ello, había que, al desproveer al objeto de su forma, encontrar qué era el contenido del objeto, o mejor, cuál puede ser el contenido del pensamiento para poder reflejar el objeto contenido en el pensamiento en su movimiento.
Sin la forma, el contenido, es tan solo pensamiento, porque está desprovisto de qué hacer la abstracción, por lo que queda solo así, como abstracción, que ella mismo es su contenido.
Como no tiene ninguna forma, es decir, ninguna determinación particular, su devenir no quedará atrapado dentro de ninguna de esta.
Su única determinación, la que realmente tiene, es que ese pensamiento se irá determinando así mismo sin que ninguna forma estorbe. De todo esto, irá apareciendo la propia lógica del contenido del pensamiento (su objeto), como si está se mostrara.
Pero como el objeto se entiende en movimiento, este esta sujeto a interacciones, que se entienden como relaciones. Al ser el objeto entendido, al no poderse pensar como identidad, se entiendo cómo sistema de relaciones, es decir, múltiples determinaciones en movimiento.
De esa forma, la dialéctica, plantea comenzar a construir su pensamiento del contenido, entendiendo al objeto como un sistema de relaciones en movimiento. Algo tremendamente difícil para la abstracción, por como se nos presenta el objeto y como los sentidos nos representan el mundo.
Todo ello, ocupó la mente de Hegel por años, y a Marx le costó muchos más poder aplicarlo a su objeto de estudio: el capitalismo, y legar el marxismo.
Ser marxista, es por tanto, pensar el mundo más allá de esas formas en que se nos da, y deber del marxista conocer y dominar todas esas cuestiones del pensamiento, antes de abalanzarse a estudiar un fenómeno o establecer conclusiones sobre este. Ser marxista, es hablar el mismo idioma que Marx, la dialéctica. Y para ella, las cuestiones aquí expuestas, son esenciales. Sobre su estudio, está nuestro carácter marxista, o mejor dicha, nuestra cercanía a Marx.

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