martes, 16 de octubre de 2018
Alimentación, honestidad frente al escepticismo
Por Belén Delgado
La comunidad científica tiene que ser más transparente y comunicar mejor los estudios que realiza para analizar el riesgo de los productos en la alimentación y la agricultura, con el fin de evitar el escepticismo social, según expertos reunidos en Italia.
Aceite de oliva adulterado, carne contaminada, fechas falsas de caducidad, colorantes nocivos en frutas... La larga lista de prácticas fraudulentas. EFE/Archivo
“Creo que hay una obligación moral de comunicar los riesgos y la evidencia científica de forma transparente”, dijo a Efe el profesor de la Universidad de Cambridge David Spiegelhalter, uno de los invitados a una conferencia organizada por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) en la ciudad italiana de Parma.
El especialista en estadística cuestiona que, entre la avalancha de estudios científicos, “haya muchas historias que son propaganda”, como aquellas que hablan del aumento del riesgo por tomar alcohol o beicon “sin explicar la magnitud del riesgo ni ponerlo en perspectiva”.
Si “no hay ánimo” de entender la importancia de la información que recogen esos análisis, no es tanto por culpa del público o los medios de comunicación, sino por los propios científicos, según Spiegelhalter.
Mucho varían las evaluaciones en las que los trabajos los revisan otros expertos de los análisis que experimentan con seres humanos o animales, como los ensayos controlados aleatorios (en los que se asignan pacientes al azar para recibir un tratamiento) o los estudios de observación para ver el posible efecto de una intervención en distintos grupos.
Con el fin de entender esas diferencias, el profesor pide “responsabilidad” a los científicos, a quienes sugiere comunicar con “honestidad” sus resultados si quieren ganarse la confianza del público en un mundo en el que “todo tiene su riesgo”.
Informar de aquello que no se conoce o sobre lo que existen dudas puede ser un buen ejercicio de transparencia, como aseguraron varios expertos en la conferencia.
Las nuevas tecnologías facilitan la recogida de más datos, pero “eso no siempre supone más precisión; suelen surgir más preguntas, quizás más incertidumbre, y no hay una buena comunicación de las evaluaciones de riesgo”, admitió Philip Macdonald, de la agencia canadiense de inspección alimentaria.
A veces se trata de estudiar el impacto del maíz transgénico o el uso de un pesticida para la salud y el medio ambiente, teniendo en cuenta el grado de exposición a esas sustancias o la probabilidad de que sean dañinas a corto y largo plazo, unos análisis que luego sirven a las autoridades para autorizarlas o no.
“Deberíamos comunicar mejor las divergencias que existen”, apuntó el experto de la Universidad del Estado de Michigan (Estados Unidos) Kevin Elliott, a favor de promover la transparencia con más consultas públicas e incluso una especie de tribunal capaz de dirimir controversias.
Además, propuso abrir el conocimiento a expertos de otras disciplinas para debatir el diseño de las evaluaciones y poner a disposición del público los datos, ante los potenciales juicios de valor o la presión de los grupos de interés.
El director de Greenpeace Europa, Jorgo Riss, reclamó que la EFSA haga públicos los estudios en los que basa sus opiniones, punto que recoge, aunque con reservas, la propuesta de reforma presentada por la Comisión Europea para garantizar la fiabilidad y la independencia de tales trabajos.
La agencia ha sido objeto de críticas por considerar “improbable” que cause cáncer el glifosato, un herbicida cuya licencia fue renovada el año pasado hasta 2022 en la Unión Europea.
Riss exigió que la EFSA sea “más explícita” sobre los datos que no tiene o desconoce, que quienes realicen los análisis de riesgo no tengan ningún conflicto de interés y que se cuente más con científicos independientes. “Con esos criterios, la confianza del público será mayor”, destacó.
El director ejecutivo de la EFSA, Bernhard Url, respondió que “están implementando la ley europea” y que con los futuros cambios “puede haber islas de confidencialidad”, como datos empresariales que no se desvelarán, al tiempo que reclamó inversiones para prepararse mejor frente a la complejidad de las cuestiones que evalúan. EFE
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