sábado, 28 de abril de 2018

Una bomba lacrimógena arrebató su ojo, NO sus sueños



Una bomba lacrimógena arrebató su ojo, NO sus sueños

El 26 de noviembre de 2017 vivirá en la mente de muchos hombres y mujeres de Honduras, especialmente jóvenes. Si para algo sirvieron las elecciones generales, fue para que se materializará el #FueraJOH, sin embargo, no fue posible evitar el fraude electoral. Nadie puede ocultar ni hacer creer lo contrario, el fraude es una verdad. Según el Sondeo de Opinión Pública del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC), divulgado en abril de 2018, 6 de cada 10 hondureños consideran que hubo fraude en los comicios generales. 

Muchas personas no olvidarán la noche en que Juan Orlando Hernández -JOH- se declaraba ganador diciendo “esto no se acaba hasta que se acaba”, como reafirmando “voy hacer lo que tenga que hacer”. Ante el anuncio de triunfo de JOH, la indignación de la población hondureña no se hizo esperar, al contrario, se sintió no solo en las redes sociales, también en las calles.

La juventud con su rebeldía abrazó la resistencia pacífica en oposición al fraude electoral. Uno de esos rebeldes es Luis Melara, con apenas 26 años de edad, comerciante y originario de El Progreso, Yoro al norte del país. Luis es padre de un niño de 10 meses de edad, quien le impulsó a abrazar la resistencia, a buscar la libertad de su país. Señalando a su hijo, Luis dice que “lo hice por él, por el anhelo de una Honduras libre de corruptos”.

El 30 de noviembre de 2017, a las 4:00 de la tarde, con la certeza de revertir el fraude, Luis decidió salir junto a su compañera de hogar y hermana. Con cierta nostalgia dice: “la manifestación que se desarrollaba era pacifica, fuimos al puente La Democracia, la gente que transitaba en vehículos no se manifestaba molesta, entendían la razón de nuestra protesta y hasta expresaban estar de acuerdo con la misma. Previo a la represión, a través de un canal televisivo expresé mi descontento con lo ocurrido en el país”. 

En la movilización, de aquella tarde gris, andaba un grupo de 15 jóvenes aproximadamente, la gente comentaba que eran infiltrados, buscaban enfrentar a la Policía, golpeaban las puertas de los locales comerciales de la ciudad, Luis asegura que les pidió se retiraran de la movilización. Cuando la población movilizada se acercaba al Obelisco, punto de encuentro de aquellos días de movilización, la Policía Nacional llegó. Cuenta que los jóvenes comenzaron a “tirar piedras sobre los policías y como respuesta comenzaron a lanzar bombas de gas lacrimógeno en cantidades desproporcionadas, era imposible ver”. En Honduras, para nadie es extraño, todas las acciones de protesta son infiltradas con la intención de generar los disturbios para justificar la represión.

La bomba lacrimógena 
Sin imaginar lo que iba ocurrir, Luis comenzó a gritar “no tengan miedo, que lo que están haciendo es malo, la protesta es un derecho”. Recuerda que decidió quedarse frente de la policía y pensó “no soy amenaza, no les estoy agrediendo”, sin embargo, los uniformados comenzaron a lanzar bombas lacrimógenas. “Cuando el humo del gas me cubrió, decidí correr, la gente seguía corriendo, escapando del gas lacrimógeno”. A la policía no le bastó con dispersar la protesta, seguían a los manifestantes disparando bombas. Esa tarde, Radio Progreso trasmitía en directo las acciones de protesta de la ciudad de El Progreso, Yoro, que en menos de tres días sufrían la segunda represión.

Luis todavía no acepta lo en aquella tarde-noche ocurrió. Su preocupación por la gente que corría lo inquietaba. Decidió ver hacia atrás, creyendo que las fuerzas policiales habían logrado su objetivo y pararían la represión, y una bomba le impactó en su rostro hiriéndole la ceja del lado izquierdo y explotando en su ojo derecho. Cuando Luis compartía los hechos ocurridos fue imposible no sentir escalofríos y dolor, apenas había pasados unos días de la represión.

Luis es uno de los más de 100 casos que dio a conocer la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH), a través de un informe que recoge las violaciones a los derechos humanos que se cometieron en el país en el marco de la crisis post electoral. Este organismo verificó que, entre el 29 de noviembre de 2017 y el 27 de enero de 2018, al menos 60 personas fueron heridas por elementos de las fuerzas de seguridad nacional, durante la dispersión de las protestas y operaciones de persecución.

Atención médica precaria 
Ante la agresión sufrida, Luis gritó pidiendo ayuda. Un joven lo auxilió al observar que la sangre por su rostro no dejaba de salir; decidió subirlo a un taxi y llevarlo al hospital público de la ciudad. Al llegar solo había una enfermera en emergencias -enfermeras que están ejerciendo su práctica profesional. La única atención recibida fueron unos puntos de sutura en su ceja y un sedante para que pudiera soportar el dolor.

Según testimonio de la compañera de Luis, después de un tiempo, llegó un doctor y lo revisó, quien “volvió la mirada a la enfermera, se vieron raro, no me gustó, fue una señal que las cosas no estaba bien”. Ante el sangrado abundante y la ausencia de un doctor especialista –oftalmólogo-su compañera de hogar decidió trasladarlo a un hospital privado de la ciudad de San Pedro Sula. El diagnóstico fue claro: “ruptura del globo ocular izquierdo”. Luis necesita una cirugía exploratoria, pero la misma no se podía practicar en ese hospital; fue remitido a otra clínica. Él comenta que la recuperación fue muy difícil, dejó de trabajar por varias semanas. Luis aún conservaba la esperanza de recuperar la visión de su ojo.

Persecución a la oposición 
La represión salvaje sufrida por miles de personas que decidieron ejercer su derecho a defender el voto y la débil democracia en Honduras, no es suficiente. Muchas personas no recibieron atención de salud gratuita y de calidad, esto a raíz de la persecución de la policía hasta los centros hospitalarios públicos. Un doctor, en la zona norte, brindó atención a una cantidad importante de personas heridas como resultado de las represiones. Cuando lo escuchaba vino a mi memoria la denuncia que hizo la compañera de hogar de uno de los asesinados en las protestas, “los militares lo hostigaron hasta cuando estaba en el hospital, queriendo corroborar que muriera”.

Con el paso de los días, una va olvidando ciertos detalles o situaciones que ocurrieron o se vivieron en el marco de la crisis post electoral, quizá como terapia para intentar olvidar golpes y cerrar heridas. Luis se niega hacerlo, no puede. “Abogada, Usted recuerda que varias personas denunciaron en las redes sociales que no querían atenderlos en ciertos centros hospitalarios, era una orden de arriba”, me dice. 

A pesar del miedo y desconfianza, la Oficina del Alto Comisionado analizó denuncias de 104 civiles heridos en el contexto de protestas en todo el país, recabadas mediante visitas a los centros de salud, denuncias individuales remitidas por el personal médico, servicios sociales, organizaciones de la sociedad civil y datos policiales. Esta entidad dice que el número de heridos puede ser mayor, debido a que no se denuncian los casos por desconfianza en las instituciones del Estado o por temor a represalias.

Solidaridad 
Sin duda toda acción en beneficio de otra persona en tiempos oscuros es fundamental. Luis agradece a todas las personas que se acercaron, no fueron políticos. Menciona el nombre de una mujer, lideresa comunitaria, quien fue el alcance con una empresa para que le apoyara a viajar a España, y recibir un dictamen favorable sobre su ojo. Es notable que guarda en su memoria y corazón el cuidado, la ternura y la paciencia de su madre y compañera de hogar. Tampoco olvida el gesto noble de los jóvenes de la Convergencia Juvenil de El Progreso: “junto a mi esposa hicieron actividades para recaudar algunos fondos y practicarme la cirugía”. 

Denuncia 
Como resultado de las represiones a manos de las fuerzas de seguridad pública, buena parte de las víctimas, a pesar del temor y desconfianza en las instituciones encargadas de investigar y condenar a violadores de derechos humanos, interpusieron denuncias. Luis lo hizo acompañado por una organización de derechos humanos, la denuncia se ha quedado en la toma de declaraciones por parte de la Fiscalía de Derechos Humanos. 

Hasta la fecha desconozco si alguna denuncia de víctimas avanzó o si será presentado por lo menos un requerimiento fiscal. Me atrevo asegurar que la mayoría de denuncias presentadas en el marco de las represiones efectuadas por la Policía Militar de Orden Público, Policía Nacional y Fuerzas Armadas de Honduras siguen en diligencias administrativas. Lo anterior lo confirma el informe de la OACNUDH: “la Policía Nacional no ha denunciado ninguna investigación abierta en relación con las lesiones sufridas por los manifestantes o transeúntes”. 

Llamado de solidaridad 
Con el apoyo de su padre y de una empresa de la zona, recientemente Luis viajó a España con la esperanza de tener una noticia favorable para no perder la visión de su ojo. No fue así, el diagnóstico es claro: pérdida completa de la visión de ojo derecho y procede la extirpación y colocar una prótesis. Esta cirugía tiene un costo de aproximadamente veinte mil Lempiras. Luis no cuenta con esta cantidad para practicarse dicha cirugía, por lo tanto, hace un llamado de solidaridad urgente. 

A pesar de todo lo sufrido en este tiempo, con la mirada puesta en su pequeño hijo, Luis sueña con una Honduras libre de corrupción e impunidad donde las niñas y niños sean felices.

  • Dunia Pérez, feminista defensoras de derechos humanos, abogada del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación, ERIC-SJ y Radio Progreso.


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