viernes, 13 de abril de 2018
Razones de Abril
A causa de los privilegios, hoy me ha tocado escuchar el delirante canto de los chiquirines y las chicharras en el frenesí que llena todo. El agua parece asomarse detrás de aquellas montanas llenas de árboles quemados, como cada año que, sin que nadie intervenga, se quema entero el bosque de Honduras. Cuando la lluvia caiga terminarán de cantar la chicharras me dice doña Dora quien ha visto este ciclo por sesenta años.
Así es abril de quemado y escandaloso.
Además de ahumado, abril es memoria. Los enemigos universales de la justicia, en un abril asesinaron a un hermoso ser humano que caminaba sobre su territorio, en una caravana negra, hablando y abrazando a su gente, denunciando y proponiendo apasionadamente los cambios urgentes para ellas y ellos. Martin Luther King, asesinado en Memphis, donde lo alcanzó letalmente la violencia blanca, mientras apoyaba una huelga de barrenderos que vivían en condiciones de hambre en un país conocido por su excesiva riqueza. Hoy, ahí mismo se despliega una roja marea de maestras y maestros en huelga que se enfrentan a la guerra contra la educación pública que están viviendo en los Estados Unidos desde hace mucho y que se ha fortalecido con las políticas actuales. Ahí, en ese norte adonde se dirige una caravana de dignidad y lucha llena de hondureñas y hondureños junto a otras poblaciones centroamericanas que ha generado la rabia blanca del actual presidente, el innombrable que amenaza con sus soldados.
Las caravanas son un ejercicio de protesta pacífica que hace que la gente camine y piense juntas, actividades tan humanas y necesarias que están en la historia de todos los pueblos del mundo.
A fines de los años ochenta, fue en abril que jornadas de movilización contra la intromisión de políticas norteamericanas en la normativa hondureña llegaron a ser tan fuertes y masivas que terminaron con la quema del edificio de la embajada de ese país en Tegucigalpa. En respuesta se desató una cacería contra dirigentes y activistas, además dela desaparición de Roger Gonzales, joven estudiante de secundaria.
En otro abril se siembra en nuestra memoria la Huelga de los fiscales, esos personajes de la historia popular nacional que pusieron su cuerpo para denunciar el abuso, la corrupción, la venta del sistema de justicia al mejor postor y generar un movimiento de conciencia tan generalizado que se convierte en un hecho histórico. La Huelga tuvo tal impacto que no solo se replicó en otros lugares de Honduras, sino que muchas ciudadanas se sumaron a la huelga de hambre sumando sus causas y sus azares. Profesoras y músicas, activistas feministas, pensadoras, periodistas, amas de casa, las mujeres de la huelga están aun por decir su palabra, pero quienes las vimos, recordamos sus rostros que con los días fueron afinándose, como su voluntad. Al final de la huelga se funda el Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia, que hace honor a su nombre y no ha parado de organizar, reflexionar, juntar acciones, hacer comunidad en lucha para defender bienes comunes y horizontes de mejores vidas para la gente que habita en el norte de Honduras, prioritariamente, aunque se piensan el país.
Por estos días, los desafíos al MADJ se multiplican. Cada día más fortalecido, el régimen extractivo ha puesto sus garras sobre el territorio de Atlántida con especial interés en el subsuelo. Campamentos por la Dignidad se han organizado y se les ha desalojado y perseguido por todas las vías. Las mineras van haciendo publicidad de sus mentirosos beneficios, resguardados por la policía militar, tanquetas y patrullas porque el régimen ya no tiene vergüenza para mostrar de qué lado está. Ya las estrategias de división se han plantado, y la lucha es dura, cada día.
Quiero desde este modesto espacio abrazar a los compañeros y las compañeras del Movimiento Amplio y agradecer su perseverancia y fuerza, cuando languidecen, una vez más, los ánimos después de las jornadas de fin de año pasado y la despiadada represión infligida contra la gente.
En el pueblo donde está enterrado mi ombligo, algunas dicen que estamos tan jodidos que ni los chiquirines quieren cantar. Pero eso sí, se duerme con el fatal arrullo de los motores que llevan el desarrollo de JOH a través de sus carreteras y peajes.
Como puedo escribir desde un sitio donde sí cantan las chicharras, pienso que si una tiene tiempo y se fija bien, puede mirar ciclos de la naturaleza, de las personas, de los movimientos, y entender la continuidad de las ideas y ejercicios más poderosos e intencionados. Es cierto, algunos desaparecen, otros se cierran, pero hay algo que persiste, que remonta al crimen y la desesperanza, hay que fijarse porque es sutil pero poderoso, y eso permite estar alerta, da fuerza.
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