lunes, 9 de abril de 2018

49 meses después, ¿Quién es el presidente de Honduras?



Cuarenta y nueve meses después ¿quién es el presidente de Honduras?

A menudo leo comentarios que hablan del seudo dictador, del aprendiz de dictador, de la imitación de dictador y tantas otras expresiones reduccionistas contra la forma de democracia que impone Juan Orlando Hernández. Nada más alejado de la realidad. En lo cotidiano la dictadura sobre los hondureños y hondureñas esta más clara que nunca y su forma de imponerse absolutamente definida. Lo que debe quedarnos claro, en el panorama actual, es que cuarenta y nueve meses después Honduras es una dictadura (sin adjetivos reduccionistas o simplificativos) que con la impunidad jurídica, la fuerza militar y el aval de los gobiernos pro-capitalistas del mundo intimida, encarcela, tortura, asesina y desaparece gente, especialmente opositores a la forma actual de gobierno. En este texto les invito a que leamos a JOH en cifras.

Según el COIPRODEM los cuarenta y nueve meses de JOH - seudo dictador como ustedes le llaman - reflejan en sus estadísticas 3,257 casos de muertes violentas o arbitrarias de jóvenes menores de 23 años, nada bueno para un país que presume sus logros sobre paz y seguridad a nivel internacional. De estas muertes el Estado hondureño es absoluto responsable por las razones siguientes: el gobierno aplica un impuesto conocido como tasa de seguridad cuyo fondo, protegido por la Ley de Secretos de Estado no puede ser auditado por nadie, es entregado casi en su totalidad a la Secretaria de Seguridad y Defensa Nacional, ¿tanto dinero para cuál seguridad? Por el otro lado hemos emprendido – con el régimen actual – una carrera armamentista y bélica sin precedentes. En los últimos años a Juan Orlando Hernández se le ve en los medios de comunicación entregando patrullas, comprando armas, equipando militares, abriendo cárceles, militarizando carreteras y privatizando los bienes comunes y las empresas estatales con el pretexto de la seguridad y el desarrollo y, contrario a todo, seguimos figurando como uno de los países más violentos y pobres de la región y el mundo.

Por otro lado el aprendiz de dictador – como ustedes le nombran – mantiene una Honduras ensangrentada, según datos del Observatorio de la Violencia al menos 11 personas mueren a diario, con un escalofriante dato de 5,100 personas que perdieron la vida por homicidio y que son parte de los 7,027 decesos de personas que registra la tasa nacional de víctimas por causa externa. Seguimos, aunque usted no lo crea, exponiendo al mundo la indecorosa cifra de 80.3 muertes por cada cien mil habitantes, eso es mucho para un país que apenas alcanza los 8 millones y medio de habitantes. Estos datos preocupan doblemente cuando vienen de una fuente que ha mostrado algún interés por maquillar la realidad y pintarla para que favorezca a dictadura actual, especialmente cuando en su mismo boletín expresan su agradecimiento a la Secretaria de Seguridad como la fuente de sus datos. Si esto es lo que se atreve a dar como satisfactorio la Secretaría de Seguridad, cuantos dígitos más tendrá esta cifra en realidad. 

Este su aprendiz de dictador nos tiene con un poco más de 30 asesinatos políticos, con presos de conciencia y criminalizados por ideas. Algunos de estos casos documentados en instancias internacionales de derechos humanos como casos de tortura y tratos degradantes. La criminalización de estas personas no tiene límites y, como lo expresara una de las abogadas del colectivo de familiares de presos políticos en Honduras por Radio Progreso, estos están en las cárceles en condiciones que no sufren los verdaderos delincuentes, como lo que saquearon el Seguro Social, o los narcotraficantes o del crimen organizado que los tienen en batallones del Ejército.

Si usted es de los que todavía cree que el hombre es menos o remedo de dictador déjeme contarle que esa también es parte de la estrategia del sistema que busca que nosotros minimicemos sus fuerzas en el discurso para que también lo hagamos en la resistencia. Le cuento que en los países donde hubo dictadores se dieron las siguientes tendencias. Se engañó al pueblo con el discurso de la paz para militarizarlos, se violentó en nombre de los que promueven el desarrollo a los pobres de los pueblos. Se cambiaron las leyes, se suprimieron derechos, se compró y alineó medios de comunicación y comunicadores, se cambiaron las leyes, se criminalizó a quienes pensaban distinto y le vendieron al mundo la idea de una sociedad en paz, y el mundo esa comunidad internacional en la que muchos todavía fraguan sus esperanzas, los avala y protege pues son útiles a sus intereses particulares.

Entonces ante la pregunta inicial los hondureños vamos sin presidente, pues para que lo haya primero debemos tener democracia y esa, al menos en Honduras, no existe. El actual administrador del poder es un absoluto usurpador, violador de la Constitución de la República, monopolizador, egocéntrico, violador del principio de independencia de poderes y una amenaza para la institucionalidad y los derechos humanos y el Estado de derecho. Téngalo bien claro, JOH no es remedo, es dictador en plenitud y, como tal, hará lo que tenga que hacer, como bien lo dice, para mantener el poder y la hegemonía que le permita las condiciones de seguridad y protección para la impunidad y corrupción en que se desenvuelve su administración. Y, desde luego, mientras él esté en el control del país las posibilidades de desarrollo para los hondureños y hondureñas son absolutamente nulas y el Estado de derecho una farsa más de esta sociedad idolatra y egocéntrica que promovemos. ¿Todavía cree que debe quedarse en casa y no salir a defender su país?

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