jueves, 7 de septiembre de 2017

Honduras avivate



J. Donadín Álvarez

Las órdenes se deben cumplir si quien las emite posee autoridad legítima y si el resultado de su cumplimiento producirá efectos deseables para la mayoría de las personas sobre las que recaerán las consecuencias de dichas ordenanzas. De lo contrario, la protesta y la negativa a cumplirlas más que un derecho se vuelve un deber.

Lo anterior tiene especial relación con el Oficio NO.093 D.D.E.Y-2017 en el que la Directora Departamental de Educación, Irma Lazo Velásquez, solicita a los directores de los Centros de Educación Básica y Media Oficiales y No Gubernamentales de El Progreso Yoro su adhesión a una actividad claramente con tinte proselitista denominada “Honduras Actívate”. La referida actividad está programada para el domingo 3 de septiembre de este año en curso. Se espera que los profesores lleven a los padres de familia, amigos y estudiantes (estos últimos serán recompensados con puntos en la clase de educación física) y que la participación sea ejemplar “para poder mantener el récord de ser los mejores a nivel nacional en este tipo de eventos” de acuerdo con la señora Lazo. Por los costos de transporte no habrá que preocuparse. Hay fondos –¿quién sabe de dónde– para pagar los buses que se necesiten.

En un ambiente preelectoral –mancillado ya con la aparición del hombre más aborrecido en los últimos años y que pretende reelegirse como presidente del país–, una solicitud como la que hace la señora Lazo no puede ser tomada en serio cuando es del pleno conocimiento de los ciudadanos su afiliación al partido de la estrella solitaria, el instituto político que más daño le ha ocasionado a las finanzas del Estado en la historia de Honduras.

Asistir a este acto no es más que seguirle el juego a Juan Orlando Hernández. El “Honduras Actívate” es una estrategia para capturar imágenes con los “miles” de ciudadanos que incautamente acuden para hacer algunos ejercicios físicos. Sin embargo, la intención de don Juan consiste en manipular conciencias y mediatizar un supuesto respaldo popular.

Ante esto, los profesores tienen una noble tarea: negarse rotundamente a una actividad como la del próximo domingo. Y no precisamente porque quien esto escribe es un profesor que diverge de la línea cachureca sino porque a los estudiantes no se les puede obligar a asistir a actos políticos independientemente de quien así lo haya planificado.

Está claro que hay tres tipos de profesores: El valiente, el bandido y el vendido. El profesor valiente está dispuesto a desmarcarse de órdenes absurdas y abusivas. No le importa si por ello tenga que arriesgar su empleo (donde quizá no se le paga ni el salario mínimo si es en el sector privado; o persecución política en el sector público). Sus valores éticos están por encima de cualquier orden que pretenda manipular su correcto accionar para abonar a actividades e intereses políticos ajenos al buen desarrollo de la educación. Por otra parte, está el profesor bandido; éste es el que se muestra afín al partido de gobierno pues su empleo obedece a una colocación en el sistema educativo mediante maniobras cachurecas. Finalmente, está el profesor vendido. Éste es el triste personaje acrítico, mediocre y dócil a quien le da igual lo que ocurra en las esferas políticas porque cree que su deber es dar clases en un aula y que la educación no necesariamente tiene una vinculación política. Pero si por asistir a un acto habrá “estímulos” no tiene ningún problema en hacerlo y acomodarse al sistema político vigente. 

Padre y madre de familia, estudiante, profesor, profesora, activemos la inteligencia y en lugar de asistir al jueguito de don Juan solicitemos a los cuatro vientos un “Honduras Avívate”.


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