Por Marco Burgos
Hace unos días, en una reunión con trabajadores del campo organizados en un movimiento ambientalista de un municipio de Olancho, un señor de unos sesenta y muchos años, comentaba que él ha llegado a la conclusión de que el problema principal de Honduras es la falta de integridad de los hombres; y en forma sencilla pero clara expresó sus observaciones y experiencias alrededor de este tema.
Por supuesto que no pude resistirme al comentario y sentirme más que incitado y estimulado a dedicar un amplio espacio de la reunión a este fundamental tema en el que no pude estar más de acuerdo con él.
Sin duda alguna, los hombres debemos reflexionar y entender que existe una verdadera distancia entre lo que en realidad somos y los que deberíamos ser. Esa distancia es la que no hace falta para ser cada vez más íntegros en nuestro actuar cotidiano.
Reflexionemos sobre lo que está sucediendo en Tocoa, Colón en donde un muchacho comprometido en la lucha, trabajador de derechos humanos, totalmente organizado y comprometido con la búsqueda por mejorar la vida de los grupos campesinos; un hombre valioso y querido casi por unanimidad dentro de la Resistencia, está siendo acusado de violación sexual agravada contra una mujer.
¿Cuántos hombres organizados, comprometidos con la refundación y los cambios, cuántos hombres que decimos estar trabajando o participando para el logro de una vida más digna para las grandes mayorías, hacemos lo mismo a diario?; ¿todos?, ¿casi todos?, ¿la mayoría?.
¿Cuántos de nosotros maltratamos a nuestras compañeras física, económica o psicológicamente; cuántos les somos infieles, las agredimos y las marginamos, las explotamos y nos aprovechamos de ellas para nuestro beneficio personal? ¿Cuántos de nosotros que salimos de reuniones en las que hablamos de cambiar el mundo, salimos de ellas para buscar a otras, hablamos con nuestros compañeros de lo “buena” o “rica” que está tal compañera o menospreciamos la integridad de otra hablando de sus nalgas o sus piernas como si fueran asunto de carnicería u objetos para nuestro placer.
Cuántos de nosotros no hemos entendido verdaderamente qué es lo que significa para las mujeres feministas de este país cuando nos hablan de estar en contra de un Estado patriarcal y de la necesidad de romper no sólo con los grupos oligárquicos, sino también con la mentalidad machista que nos atrapa y nos aliena. Ese Estado patriarcal que debemos eliminar y reducir a una mala memoria.
Pero. ¿Lo estamos entendiendo?; ¿Dimensionamos con claridad lo que las mujeres quieren decir cuando nos hablan de destruir el Estado Patriarcal?. Verdaderamente entendemos que debemos cambiar y reeducarnos para dejar a un lado todas esas conductas delictivas, femicidas, destructivas, egoístas, menospreciantes y discriminatorias contra las mujeres y que en general van en contra de los derechos más básicos de las mujeres, que son nuestras hijas, nuestras esposas, nuestras compañeras, nuestras madres, nuestras maestras, nuestras vecinas, nuestras hermanas y nuestras acompañantes a lo largo de nuestra vida.
Creo que todos los hombres en Resistencia tenemos la obligación de pensar con seriedad en esto que le ha pasado a Rudy y vernos reflejados en él para entender que con nuestras actitudes delictivas y machistas sólo estamos contribuyendo a destruirnos, a reducir nuestro propio bienestar y estima y que lo que logramos es alejarnos cada vez más del hombre nuevo, del hombre íntegro que debería ser nuestra verdadera aspiración.
Quisiera pedir perdón por todos los de mi sexo a todas las mujeres del mundo y en especial a nuestras compañeras en resistencia. Pero sobre todo, quisiera decirles que queremos mejorar y romper con nuestro machismo y con nuestro pobre entendimiento de sus derechos y que nos esforzaremos por dejar atrás nuestras actitudes patriarcales y anti femeninas que realizamos todos los días.
¡Ojalá pudiéramos ser mejores!
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