jueves, 22 de marzo de 2012
El bipartidismo y sus herencias
Radio Progreso
En la vida hay machucones de dedos que nunca se olvidan. Una de las razones porque no se olvidan es porque cualquier golpe casi siempre va a dar a ese machucón que tanto escondemos y que tanto nos duele. Algo parecido ocurre con la realidad nacional y la profunda crisis que vivimos. Al profundizar en las causas de las diferentes expresiones de crisis casi siempre nos acabamos topando con un enorme machucón, hoy convertido en cáncer que se llama bipartidismo.
Veamos algunos golpes que van directamente al machucón bipartidista. La corrupción, la impunidad, la concentración de riqueza, la pobreza, la violencia, la vulnerabilidad ambiental golpean diariamente al pueblo hondureño. Ninguno de estos problemas se explica sin vincularlos a las administraciones liberales y nacionalistas de los últimos 30 años.
Si usted busca entender la cultura política patrimonialista, no lo puede hacer sin antes reflexionar sobre el quehacer de los partidos políticos tradicionales. Un daño brutal de la cultura patrimonial es que a todo se le pone precio. Tiene precio un líder comunitario, un centro de investigación o un medio de comunicación, esa lógica perversa es un pilar del clientelismo político en los diferentes sectores de la sociedad. Desde esa lógica se ofrecen cargos y empresas del Estado para negociar candidaturas y alianzas políticas; se condonan impuestos a cooperativas para compran conciencias de organizaciones campesinas; se aprueban decretos a sindicatos o gremios profesionales para asegurar gobernabilidad; o se aprueban leyes a iglesias a cambio de reconocimiento o bendiciones a candidatos.
Si una organización o un grupo de alumnos estudian la cooperación internacional en Honduras, la comprenden mejor si lo hacen a partir del quehacer de los gobiernos que hemos tenido desde 1982 a la fecha. Sus administraciones son simbólicas por vivir con la mano extendida, por el servilismo a Estados Unidos y al FMI, por la entrega de nuestros recursos naturales, por la entrega de la soberanía, por aumentar el endeudamiento estatal y porque al final de cada administración aumentó la pobreza en las mayorías y aumentó la riqueza de la minoría que financió la campaña política de cada uno de los gobernantes.
El bipartidismo hondureño es tan tóxico para el pueblo, que nos han convertido en conejillo de indias para las universidades y los profesores. Somos el ejemplo de un país sin institucionalidad o con institucionalidad adulterada; innovadores en golpes de estado. Somos objeto de estudio de lo que no se debe hacer con la soberanía nacional o con el sistema penitenciario.
Estamos frente a casi dos años eminentemente electorales, y por tanto será tiempo de canciones pegajosas, de abrazos para fotos, falsos discursos, de sonrisas enlatadas y entrega de limosnas. Pero usted amiga y amigo no olvide nunca que son los mismos que convirtieron este país en uno de los países más pobres, más corruptos y violentos del planeta. Aunque de nada servirá no olvidarlo si nos quedamos sentados, criticando y esperando que otros cambien nuestra realidad.
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