viernes, 9 de marzo de 2012
Depuración de la policía
La renuncia del titular de la Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial (DIECP), Oscar Arita, ensombrece todavía más la perspectiva de la depuración de la policía preventiva, que da la impresión de permanecer en punto muerto.
No se tiene una idea exacta de las causas de esa renuncia, ya que en estos casos los motivos personales es la fórmula que esconde las motivaciones reales. Sin embargo, por lo que hasta ahora hemos observado en torno a la DIECP, lo que hay en el fondo es su inoperancia.
El director adjunto de la DIECP, Eduardo Villanueva, ha dicho que sostendrá la peña, y asume la actitud optimista que le es peculiar. Considera que la salida de Arita es “una baja sensible”, pero que la entidad sigue adelante en el cumplimiento de su cometido.
Es bueno el optimismo, pero siempre debe estar racionalmente sustentado en factores reales, que no se advierten en el proceso de depuración de la policía. Como lo hemos expresado en más de una ocasión, la creación de DIECP ha sido más una acción cosmética para calmar la indignación pública contra una policía corrupta, y no un paso en firme de rehabilitación policial.
Si nos detenemos a examinar el desempeño de esta entidad en sus tres meses de existencia, fácilmente nos percataremos de su incapacidad operativa. No se la dotó de recursos financieros suficientes para el cumplimiento de las tareas programadas ni tampoco con la reglamentación indispensable para actuar con rapidez y eficacia.
Se trata, entonces, de un león sin garras y sin dientes, de los que no sirven ni siquiera para el circo. También esta situación pone de relieve lo difícil que es trabajar en la reestructuración de los organismos de seguridad del Estado, precisamente porque son, en sí, factores de poder real, que, por lo demás, no se dejan sentar mosca.
A estas alturas sabemos de la amplitud y profundidad de la corrupción en los organismos de seguridad, de los que la policía preventiva es la entidad emblemática en ese sentido. Ese problema es tan grande, que, definitivamente, no tiene solución ni a corto ni mediano plazo.
Los mecanismos de defensa interna de la corrupción son tan perfeccionados y efectivos, que, como lo estamos viendo, han mantenido su sistema intacto, haciendo evoluciones calculadas para afianzar sus posiciones. Es muy posible que el director de DIECP renunciante, Carlos Arita, no tardó en percatarse del terreno minado en que estaba metido.
El director adjunto Villanueva, con sus habilidades discursivas y sus actuaciones suaves, de terciopelo, sin duda se sobrepondrá a las tensiones del cargo. Infortunadamente, esas cualidades no son suficientes para superar el hecho de que la voluntad política no está en línea con la depuración y reestructuración de la policía ni con la cruda realidad institucional.
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