martes, 28 de febrero de 2012

La insoportable levedad del periodismo oficialista


Norberto Glavinovich

Con la irrupción en el periodismo de los contenidos multimedia, las empresas periodísticas pusieron el broche final al soporte de su verdadera doctrina, que no es otra que la de la economía de mercado. En consecuencia, l os medios masivos de comunicación son un sólido sustento ideológico y propagandístico del sistema capitalista; como bien los define Serge Halimi, son “los nuevos perros guardianes” del sistema.

En la actualidad, somos testigos y rehenes de un permanente forcejeo (más económico que ideológico) entre los grandes medios y el gobierno kircnerista; una falsa dicotomía que sintéticamente se podría expresar en una sencilla consigna: "Clarín" o "6, 7, 8". En medio de esta disputa, ha surgido la categoría de "periodismo militante", más propagandística que periodística y más mercenaria que militante.
Roberto Caballero es un fiel representante de ese estilo pretendidamente informativo que pretende defender lo indefendible y fundamentar lo insostenible.

En la introducción de la nota editorial de Tiempo Argentino del día posterior a la masacre ferroviaria de Once que titula "Ayer se cerró un ciclo", el escriba oficialista apela a la empatía de quienes quedamos consternados ante tamaño acontecimiento, al perfil de “carne de horario y maltrato frecuente” de las víctimas y a su condición de trabajadores anónimos que ya no han de besar ni abrazar a sus seres queridos. Todo en pos de amparar al gobierno ante semejantes e inocultables evidencias de corrupción, inoperancia y desidia.

“Ayer se cerró el círculo del menemismo ferroviario”, prosigue Caballero, manteniendo la línea del discurso de “6, 7, 8” que atribuye todos los “errores” del actual gobierno a la pesada herencia de la infame década del 90 obviando deliberadamente que el propio Néstor Kirchner, en esos tiempos, ratificó la política privatista y designó al riojano como “el mejor presidente de la historia”.

Este “periodismo militante” es el mismo que avala las “conferencias de prensa” que no admiten el “juego” –según el secretario de Transporte Schiavi- de preguntas y respuestas; el que ignora que el mismo día en que esos anónimos trabajadores eran víctimas de la negligencia y la corrupción del Estado, el juez Oyarbide anulaba las pruebas contra Jaime; el mismo que, a minutos de la muerte de Mariano Ferreyra dijo que se trataba de un “enfrentamiento entre patotas”; el mismo “periodismo militante” que justificó el desalojo de la comunidad Qom de Plaza de Mayo; el mismo que ante la detención de Rubén “Pollo” Sobrero y parafraseando al entonces Jefe de Gabinete Aníbal Fernández, sostuvo que existían "elementos contundentes" y "semipruebas plenas" para ordenar esa medida.

El gobierno, y todos sus medios comunicacionales afines, insisten sistemáticamente en querer hacernos cómplices y partícipes de su cualidad maniquea: estás con el Gobierno o estás con “la Corpo”, estás con el Gobierno o estás con “la opo”, sos kirchnerista o sos “destituyente”.

“Los carroñeros que hacen política con la muerte ajena hoy tienen el banquete servido…”, dice Caballero, omitiendo que el oficialismo, desde la muerte de Néstor Kirchner, ha montado toda una simbología necrófila expresada en distintas formas: el prolongado luto de su viuda, el Nestornauta, un video animado en el que el expresidente llega al Paraíso y se encuentra con los 30 mil desaparecidos… Siempre con el único fin de asestar golpes bajos a la sensibilidad de los destinatarios.

Se sabe que la objetividad periodística es en la práctica imposible. No obstante, cuando la subjetividad del periodista se volatiliza en la atmósfera de la obsecuencia y el servilismo, los destinatarios de la información que queremos ejercitar el juicio crítico, provenga ésta del medio que provenga, nos sentimos tratados como idiotas, como niños llevados de las orejas a cumplir con una penitencia sistemática de leer, mirar y escuchar sin que se nos permita comprender, analizar, cuestionar y disentir.

El periodismo auténtico, aun viciado de esa subjetividad que lo humaniza y acerca, debe “militar” por la verdad y la justicia, por darle voz a los que no la tienen, por animar a quienes viven en la angustia y por meter el dedo en la llaga de los que gozan del bienestar mal habido.

Mariano Moreno dijo que prefería la libertad peligrosa a la servidumbre tranquila. No hace falta decir qué prefieren los “periodistas militantes” del kirchnerismo.

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