domingo, 5 de febrero de 2012
Sondeo y percepción religiosa
Radio Progreso
Como desde el día martes se está haciendo público y socializando el segundo sondeo de Opinión Pública realizado por el ERIC, vamos a recoger y señalar modestamente algunos puntos que nos parecen relevantes. Lo primero que podemos señalar es que se va consolidando lo que, haciendo una extrapolación conceptual, llamamos el “bipartidismo religioso”. Honduras lleva realizando un proceso acelerado de urbanización y modernización por espacio de sesenta años lo cual ha dado como resultado la pérdida de hegemonía de la Iglesia Católica y el auge del mundo evangélico. El campo religioso se ha hecho plural, diversificado y competitivo. Un segundo hecho a destacar es la “pentecostalización de la sociedad hondureña”. Al igual que en otros países lo que se constata es el crecimiento, la presencia y la incidencia del mundo evangélico en la sociedad, el cual es mayoritariamente pentecostal. Si el fenómeno de la secularización ha venido aparejado con una privatización de la religión, el fenómeno de la “pentecostalización” viene acompañado por un fenómeno inverso: la conquista del espacio público por las diferentes denominaciones. Un tercer hecho a señalar es que la explosión Pentecostal, desde sus orígenes, se produce en un contexto sociológico de fuerte “anomia y descomposición social”. Los signos de todo ello son: una urbanización rápida y acelerada, el crecimiento de la pobreza y el desempleo, pérdida de los referentes culturales, religiosos y del sentido de la vida; exclusión, inseguridad, violencia y ausencia de institucionalidad, entre otros. Un cuarto punto a señalar es la “afinidad o empatía” que existe entre el auge evangélico-pentecostal y el neoliberalismo. Los neoconservadores lo han formulado muy claramente: el tipo de religión indicado para el sistema neoliberal son las sectas y denominaciones evangélicas, las más idóneas para bendecir el actual sistema económico. Por ello va ganando terreno la “teología de la prosperidad” y va retrocediendo el cristianismo de carácter profético y mesiánico. Un quinto punto viene dado por el rechazo, la no aceptación y distanciamiento hacia las “cúpulas eclesiásticas” cuando se parcializan y legitiman sistemas o acciones antidemocráticas que conducen a capitalizar en provecho propio un “capital simbólico” que es patrimonio de la comunidad de los creyentes. Se convierte en una especie de “caudillismo religioso” que es fuertemente cuestionado por su carácter rígido, vertical y excesivamente jerárquico. Un sexto punto que el sondeo obliga a replantear a las diversas Iglesias es preguntarse por las “funciones sociales de la religión” en una sociedad como la hondureña: si es de legitimación o de encubrimiento, de acompañamiento crítico o desde un aporte constructivo, desde el centro o la periferia, desde una opción partidaria o de un sector social, en disputa por espacios de poder o de liderazgo, en competencia por monopolizar el mercado religioso, como un sujeto social o como un sujeto político, etc, etc. Como séptimo punto, el sondeo hace ver la estrecha relación que hay entre “poder religioso”, “poder mediático” y “poder social”. De la misma manera que las empresas que controlan los medios de comunicación (radiales, escritas y televisivas) son quienes van moldeando la manera de ver la realidad social, así sucede en el campo religioso pues los grupos evangélicos son los de mayor cobertura y penetración en la cultura religiosa y en la sociedad hondureña. También es bueno recordar lo que el sondeo señala: la instrumentalización recíproca e interesada de los poderes religiosos y políticos termina debilitando a ambos, haciéndoles perder credibilidad, presencia social, capacidad de mediación y contribuir a la creación de una opinión pública al servicio de la democracia y el bien común. Terminamos diciendo que confiamos en que la lectura y apropiación del “sondeo de opinión pública” pueda servir para un conocimiento mejor de nuestra realidad social y religiosa.
Como desde el día martes se está haciendo público y socializando el segundo sondeo de Opinión Pública realizado por el ERIC, vamos a recoger y señalar modestamente algunos puntos que nos parecen relevantes. Lo primero que podemos señalar es que se va consolidando lo que, haciendo una extrapolación conceptual, llamamos el “bipartidismo religioso”. Honduras lleva realizando un proceso acelerado de urbanización y modernización por espacio de sesenta años lo cual ha dado como resultado la pérdida de hegemonía de la Iglesia Católica y el auge del mundo evangélico. El campo religioso se ha hecho plural, diversificado y competitivo. Un segundo hecho a destacar es la “pentecostalización de la sociedad hondureña”. Al igual que en otros países lo que se constata es el crecimiento, la presencia y la incidencia del mundo evangélico en la sociedad, el cual es mayoritariamente pentecostal. Si el fenómeno de la secularización ha venido aparejado con una privatización de la religión, el fenómeno de la “pentecostalización” viene acompañado por un fenómeno inverso: la conquista del espacio público por las diferentes denominaciones. Un tercer hecho a señalar es que la explosión Pentecostal, desde sus orígenes, se produce en un contexto sociológico de fuerte “anomia y descomposición social”. Los signos de todo ello son: una urbanización rápida y acelerada, el crecimiento de la pobreza y el desempleo, pérdida de los referentes culturales, religiosos y del sentido de la vida; exclusión, inseguridad, violencia y ausencia de institucionalidad, entre otros. Un cuarto punto a señalar es la “afinidad o empatía” que existe entre el auge evangélico-pentecostal y el neoliberalismo. Los neoconservadores lo han formulado muy claramente: el tipo de religión indicado para el sistema neoliberal son las sectas y denominaciones evangélicas, las más idóneas para bendecir el actual sistema económico. Por ello va ganando terreno la “teología de la prosperidad” y va retrocediendo el cristianismo de carácter profético y mesiánico. Un quinto punto viene dado por el rechazo, la no aceptación y distanciamiento hacia las “cúpulas eclesiásticas” cuando se parcializan y legitiman sistemas o acciones antidemocráticas que conducen a capitalizar en provecho propio un “capital simbólico” que es patrimonio de la comunidad de los creyentes. Se convierte en una especie de “caudillismo religioso” que es fuertemente cuestionado por su carácter rígido, vertical y excesivamente jerárquico. Un sexto punto que el sondeo obliga a replantear a las diversas Iglesias es preguntarse por las “funciones sociales de la religión” en una sociedad como la hondureña: si es de legitimación o de encubrimiento, de acompañamiento crítico o desde un aporte constructivo, desde el centro o la periferia, desde una opción partidaria o de un sector social, en disputa por espacios de poder o de liderazgo, en competencia por monopolizar el mercado religioso, como un sujeto social o como un sujeto político, etc, etc. Como séptimo punto, el sondeo hace ver la estrecha relación que hay entre “poder religioso”, “poder mediático” y “poder social”. De la misma manera que las empresas que controlan los medios de comunicación (radiales, escritas y televisivas) son quienes van moldeando la manera de ver la realidad social, así sucede en el campo religioso pues los grupos evangélicos son los de mayor cobertura y penetración en la cultura religiosa y en la sociedad hondureña. También es bueno recordar lo que el sondeo señala: la instrumentalización recíproca e interesada de los poderes religiosos y políticos termina debilitando a ambos, haciéndoles perder credibilidad, presencia social, capacidad de mediación y contribuir a la creación de una opinión pública al servicio de la democracia y el bien común. Terminamos diciendo que confiamos en que la lectura y apropiación del “sondeo de opinión pública” pueda servir para un conocimiento mejor de nuestra realidad social y religiosa.
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