martes, 7 de febrero de 2012
Movimiento Social o Partido Político
Radio Progreso
La rectora Julieta Castellanos anunció claramente en esta semana que no tiene intención de participar directamente en la vida política nacional. Con ello ha salido al paso de las especulaciones y las diferentes ofertas que había recibido. Se había dicho que tanto el “Partido Nacional”, que quería reforzar sus cuadros, como el “Partido Alianza Patriótica”, que le ofrecía el cargo de “designada presidencial”, estaban a la espera de su decisión. Y, sin embargo, fue bien concluyente: “yo soy rectora universitaria y mi trabajo es estrictamente en el plano de la academia y con la juventud; por lo tanto, la clase política puede estar tranquila pues no tengo aspiraciones políticas”. Estas declaraciones ponen en entredicho las opiniones de quienes tomaban distancia de la rectora del “alma Mater” debido a que se alejaban e inhibían ante su propuesta porque detrás de todo ello estaba uno de los partidos políticos. Es decir, que deja sin argumentos ideológicos a sus críticos y a quienes protestan sin propuesta. En el fondo, su postura de no participar en la vida política y permanecer como movimiento social es coincidente con lo señalado en el reciente “sondeo de opinión” y que ha sido objeto de fricciones con el movimiento popular. El que el sondeo reflejara un bajo porcentaje de apoyo al nuevo partido (LIBRE), y todo lo que se mueve en torno a él, ha sido calificado poco menos que como una conspiración o boicot de cara al año electoral en que estamos. Y un sector del movimiento popular, haciendo juicios más emotivos que racionales, olvidan algo importante. ¿No será que el sondeo refleja un sentir amplio de los encuestados quienes consideran como un proceso rápido y acelerado el paso del exilio al retorno constitucional, el cambio de ser un movimiento social a transformarse en un partido político?. De ahí la indiferencia o el escepticismo manifestado hacia el surgimiento de los nuevos partidos políticos y su capacidad de cambio, el no aprobar la participación de las organizaciones populares en las elecciones a través de los partidos políticos o el mismo retorno de Mel Zelaya. También es posible que sea debido a un error de cálculo político haber sobrevalorado el capital político acumulado durante su “exilio dominicano”. La rectora Julieta Castellanos ha rechazado y no ha permitido que su “propuesta al servicio de las víctimas” sea capitalizada y controlada por los partidos políticos. Era la única manera de sacar adelante su proyecto y mantener en jaque al gobierno y la institucionalidad. En cambio, el movimiento popular demasiado rápidamente optó por la vía política y la toma del poder. No es luchando contra los datos de un sondeo, que a fin de cuentas son limitados y coyunturales, como se cambia la realidad. El sondeo de opinión pública no es más que un termómetro o herramienta para indicarnos dónde estamos y dónde deberíamos estar, al mismo tiempo que nos dice cómo y con quiénes caminar para luchar contra la impunidad y recobrar la institucionalidad perdida. Por lo tanto, son más las oportunidades y los retos que nos presenta y no debemos desaprovecharlo; ¡y eso, sí que hace cambiar la nuestra calidad democrática y ciudadana!.
La rectora Julieta Castellanos anunció claramente en esta semana que no tiene intención de participar directamente en la vida política nacional. Con ello ha salido al paso de las especulaciones y las diferentes ofertas que había recibido. Se había dicho que tanto el “Partido Nacional”, que quería reforzar sus cuadros, como el “Partido Alianza Patriótica”, que le ofrecía el cargo de “designada presidencial”, estaban a la espera de su decisión. Y, sin embargo, fue bien concluyente: “yo soy rectora universitaria y mi trabajo es estrictamente en el plano de la academia y con la juventud; por lo tanto, la clase política puede estar tranquila pues no tengo aspiraciones políticas”. Estas declaraciones ponen en entredicho las opiniones de quienes tomaban distancia de la rectora del “alma Mater” debido a que se alejaban e inhibían ante su propuesta porque detrás de todo ello estaba uno de los partidos políticos. Es decir, que deja sin argumentos ideológicos a sus críticos y a quienes protestan sin propuesta. En el fondo, su postura de no participar en la vida política y permanecer como movimiento social es coincidente con lo señalado en el reciente “sondeo de opinión” y que ha sido objeto de fricciones con el movimiento popular. El que el sondeo reflejara un bajo porcentaje de apoyo al nuevo partido (LIBRE), y todo lo que se mueve en torno a él, ha sido calificado poco menos que como una conspiración o boicot de cara al año electoral en que estamos. Y un sector del movimiento popular, haciendo juicios más emotivos que racionales, olvidan algo importante. ¿No será que el sondeo refleja un sentir amplio de los encuestados quienes consideran como un proceso rápido y acelerado el paso del exilio al retorno constitucional, el cambio de ser un movimiento social a transformarse en un partido político?. De ahí la indiferencia o el escepticismo manifestado hacia el surgimiento de los nuevos partidos políticos y su capacidad de cambio, el no aprobar la participación de las organizaciones populares en las elecciones a través de los partidos políticos o el mismo retorno de Mel Zelaya. También es posible que sea debido a un error de cálculo político haber sobrevalorado el capital político acumulado durante su “exilio dominicano”. La rectora Julieta Castellanos ha rechazado y no ha permitido que su “propuesta al servicio de las víctimas” sea capitalizada y controlada por los partidos políticos. Era la única manera de sacar adelante su proyecto y mantener en jaque al gobierno y la institucionalidad. En cambio, el movimiento popular demasiado rápidamente optó por la vía política y la toma del poder. No es luchando contra los datos de un sondeo, que a fin de cuentas son limitados y coyunturales, como se cambia la realidad. El sondeo de opinión pública no es más que un termómetro o herramienta para indicarnos dónde estamos y dónde deberíamos estar, al mismo tiempo que nos dice cómo y con quiénes caminar para luchar contra la impunidad y recobrar la institucionalidad perdida. Por lo tanto, son más las oportunidades y los retos que nos presenta y no debemos desaprovecharlo; ¡y eso, sí que hace cambiar la nuestra calidad democrática y ciudadana!.
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