miércoles, 29 de febrero de 2012
¿Conmoción y pavor?: Qué persigue la campaña de terror en Honduras
Por Searapio Morazán
Como si de un juego de video se tratara -resident evil 5 u otro- el uso de armas de guerra altamente letales ha dejado de ser pura ilusión en Honduras. Los incendios recientes del Penal de Comayagua y de los mercados de la capital con saldo de 360 muertos no pueden achacarse a simples cortocircuitos, colchones quemados o bombas molotov.
Demasiadas coincidencias entre los dos incendios para pensar en casualidades. El terror que los dos incendios han desatado en la población hondureña, nos obliga a pensar en que hay sectores oscuros, criminales implicados en ambos hechos y que no han sido a causa de accidentes ni descuidos.
El 14 de febrero, pasadas las 10 de la noche, luego de una explosión, según los testigos -incluido el único que pudo filmar el desastre desde una azotea cercana-, se desató el infierno. Si uno no lo supiera, podría pensar que era un depósito de combustible, una fábrica de productos químicos o una bodega de productos plásticos. Pero era la cárcel de Comayagua. Por cómo se inició, la rapidez con que se propagó y la intensidad del fuego se puede llegar a la conclusión que no fue un accidente. Las versiones oficiales insisten en darle valor a un colchón quemado como el inicio del pavoroso incendio. Esto es simplemente imposible de creer. Ningún colchón puede hacer arder un penal entero en forma tan rápida y pavorosa.
Prófugos de la cárcel mencionan una o varias explosiones en los “hogares” 6 y 7 como el origen del fuego. Dicen que fue premeditado y que, además de un plan fuga organizado por algunos privados de libertad con elevados pagos al jefe del penal, se quería asesinar al Dr. Jorge Constantino Ypsilanti y su dos amigos, sicarios contratados por aquel para asesinar a su ex amigo, el ciudadano español Ángel García Rubio en 2009.
Esta trama se inició cuando el extranjero, casado con una hondureña fue demandado por ésta para recibir una pensión alimenticia, cansada de los maltratos del español. Para evitar el embargo de sus bienes, éste los traspasó a su amigo que terminó asesinándolo para no devolverle lo que en parte, ya había gastado. Por testimonio de dos prófugos del penal, la venganza por parte de familiares del español, sería el motivo para incendiar el penal. Casualmente el incendio se inicia en el “hogar” 6, donde se encontraba el referido doctor.
Dada la naturaleza y vínculos criminales que ha ido cultivando -con esmero- la policía hondureña en los últimos años y agravada después del golpe de estado, donde parece, se les dio luz verde para actuar a sus anchas, no sería extraño pensar que los creativos policías hayan querido hacer negocio doble: le cobraron a los familiares del español y también al asesino para dejarlo libre. De paso, le ofrecieron la posibilidad de fugarse a otros privados de libertad. El incendio sería la coartada perfecta para cubrir cualquier duda posible de los que pagaron. Así podían quedar bien con todos sin ninguna sospecha. Los prófugos aseguran que elevados montos fueron pagados por los familiares de Ángel García al director del penal y también ochenta y cinco presos que se fugarían en medio del incendio. Todo parecía perfecto, para los criminales investidos de uniforme, poder, soberbia y desprecio por la vida, solo que algo salió mal.
El elemento clave de toda esta cuestión es la forma en que se desató el incendio. De nuevo los testigos -sobrevivientes y externos al penal- muestran detalles de esta tenebrosa trama criminal que ya deja como saldo 360 personas muertas de la forma más brutal. El testimonio de los prófugos no deja lugar a dudas:
“Cuando llegó la hora de ejecutar la fuga, los custodios de turno provocaron las explosiones dentro del módulo seis, tiraron bombas molotov por los barrotes de los baños, y se extendieron a la bartolina siete, dijo.”
Como ellos estaban dormidos, no pueden estar seguros de si fue con bombas molotov que se inició el fuego. Solo escucharon las explosiones y vieron el fuego iniciándose en la celda 6 que rápidamente se propagó a la siete y al resto de módulos.
“…nosotros estábamos dormidos, escuchamos las explosiones en la seis y luego empezó el incendio”
Las preguntas obligadas y sin respuesta aún son ¿Cómo pudo extenderse el fuego de una manera tan rápida y brutal por el resto de las celdas? ¿Por qué el encargado de las llaves de las celdas las tiró a la enfermería y abandonó los pabellones? ¿Por qué los custodios en lugar de abrir las celdas y ayudar a evacuar a los privados de libertad, les dispararon al ver que escapaban por los techos? ¿Por qué el familiar de dos asesinados en el incendio asegura que estos enviaron días antes, cartas de despedida anticipándose a lo que temían, ocurriera ese día? ¿Por qué se insiste en la hipótesis del colchón incendiado sabiendo que ésta no explica ni la magnitud, ni la rapidez con que se propagó el incendio?
Habiendo adelantado los motivos del incendio, lanzaremos nuestra hipótesis de lo que salió mal. Está claro que el director del penal estaba ausente para cubrir su culpa. Lo que causó el incendio no fueron bombas molotov. Estas pueden iniciar un incendio pero no pueden explicar la magnitud ni la rapidez con la que se propagó el mismo. Nuestra hipótesis es que se usó un artefacto de uso militar para garantizar que el incendio borrara las huellas de los perpetradores y las identidades de quienes morirían. Esto era su objetivo para cumplir con quienes habían pagado la fuga y la venganza. Pero ¿qué artefacto puede cumplir semejante cometido?
La respuesta más probable es que se usó una o varias granadas incendiarias de uso militar. Una muy posible es la M14 TH3. Sus características técnicas y capacidades pueden muy bien explicar el pavoroso incendio desatado en el penal de Comayagua. Esta granada está compuesta por poderosos químicos capaces de mantenerse encendidos aún bajo el agua y alcanza una temperatura de hasta 2 mil grados Celsius, lo que hace imposible controlar sus efectos. Está diseñada para ser lanzada hasta 25 metros de forma manual y se usa -entre otras cosas- para iniciar incendios. La palabra la tienen los expertos que analizan los escombros. La huella química dejada por el uso de esta arma debe ser imposible borrarla. Uno de los compuestos, fue usado en la voladura de las torres gemelas. Como en ese hecho tampoco salió a luz, pese a las conclusiones de muchos expertos independientes que piden una nueva investigación, aquí, por las implicaciones políticas, probablemente tampoco salga a luz la verdad. Los investigadores de la oficina de Tabaco, Armas y Alcohol de Estados Unidos, ATF son sólo eso. Quienes deciden tienen otros intereses. Seguramente éstos darán explicaciones menos comprometedoras y más light .
El uso de esta arma militar explicaría el pavor que causó no solo a los detenidos, sino a quienes la lanzaron. Estos estaban encargados de iniciar el incendio y después abrir las celdas para que se fugaran los complotados. Al ver el terrible efecto de las granadas, entraron en pánico y corrieron para salvar sus vidas, dejando tras sí, el infierno y a las víctimas inocentes consumiéndose en vida. Esto explicaría también la rapidez y magnitud del terrible siniestro. Finalmente esto calza con la explicación de cómo el único testigo que filmó el impresionante incendio se despertó al escuchar una fuerte explosión, pese a la distancia a la que se encontraba, aproximadamente 150 o 200 metros en línea recta desde el penal. Imposible escuchar la explosión de una molotov a esa distancia. Cualquier estudiante universitario involucrado en huelgas y tomas que la haya usado lo puede corroborar.
No es descabellado suponer que se pueda haber utilizado esta arma ya que ha sido usada antes en varias ocasiones. El 19 de abril de 1993 para desalojar a los miembros de la secta Davidiana atrincherados en un rancho en Waco, Texas, el FBI usó granadas incendiarias que desataron un pavoroso incendio que acabó con la vida de 80 personas incluido el jefe de la secta, David Koresh. Más recientemente han sido usadas por los sicarios y narcotraficantes en la guerra que han desatado en México. Se lanzaron en casinos y centros nocturnos en Acapulco y se usaron en el incendio en el Casino Royale en Monterrey en agosto del año pasado donde fallecieron 61 personas. Este caso fue atribuido a los Zetas, quienes se sabe, operan en el territorio centroamericano, especialmente en el triángulo norte. Este asesinato masivo fue ejecutado según versiones, porque los dueños del centro nocturno no quisieron pagar el impuesto de guerra. Las conexiones y los motivos de Los Zetas con la policía hondureña son muy posibles.
Casi cuatro días después de la matanza en el penal de Comayagua se desata otro infierno. En cosa de minutos, y como lo mencionan testigos, simultáneamente en las cuatro esquinas del mercado Colón el fuego toma una fuerza tan inusual que magnifica su propagación a los mercados vecinos Álvarez, San Isidro, Quinta Avenida y otros. El mismo alcalde contribuye a la versión que “algo raro pasó” en este incendio. Estos vetustos mercados, ya habían sufrido incendios antes, pero jamás de esta forma. La rapidez de la propagación y la magnitud de las llamas hizo imposible apagarlo. Miles de vendedores en minutos perdieron su forma de sustento.
Conmoción y pavor se llama la nueva doctrina del Pentágono. Se trata de la dominación rápida del enemigo por el uso masivo e indiscriminado de medios de guerra tan superiores que dejan al adversario no sólo destruido en poco tiempo sino que quienes sobreviven con la idea de la imposibilidad de hacer frente a semejante despliegue de fuerza. Se puso en práctica por primera vez en Irak. ¿Qué motivos tienen para usarlo en Honduras y de esa forma?
¿Qué cosas coinciden en uno y otro incendio? Primero, la rapidez con que se propagaron y la magnitud del fuego. Segundo, los testimonios de testigos que aseguran que el fuego se inició de una manera alarmantemente rápida. Tercero, los bomberos no pudieron controlar el fuego. Cuarto y más importante, ambos incendios causan conmoción y pavor, principalmente a nivel nacional. El terror usado como arma ¿A quién se quiere intimidar? ¿Para qué están preparando a la población hondureña con estos terribles actos? ¿Qué viene después?
El golpe de estado en Honduras en junio de 2009 no sólo trajo asesinatos, secuestros, torturas y represión masiva. Trajo el despertar de la conciencia de la mayoría del pueblo hondureño que ha pasado a la organización de una alternativa ante un modelo de ejercicio del poder que no sólo no ha resuelto sus más básicas necesidades de vida digna, sino que ha acabado con sus esperanzas de cambio.
El narcotráfico que se ha apoderado de toda la institucionalidad estatal y ha permeado a sectores a todo nivel en la sociedad hondureña, es una forma de control social.
Ahora que el pueblo se organiza y por primera vez en toda la historia del país desafía a las elites desnacionalizadas que controlan todo, es más que factible que actúen con todas las opciones posibles “sobre la mesa” para detener la posibilidad de que la “gallinita de los huevos de oro” salga de su control.
El mensaje va directo para la resistencia. Esa fuerza enorme, genérica, de alguna manera amorfa, inorgánica aún, que está poniendo en jaque a aquellos que han implantado un modelo de país que ha enriquecido a unos pocos y ha excluido a la mayoría. El terror como arma se quiere imponer a un pueblo pacífico pero que ya no es idiota. Lo que no saben es que el tiro les puede salir por la culata. No se equivoquen. El pueblo ha decidido que ya es suficiente. No lo sigan puyando con vara corta. Las lecciones de la historia, son contundentes.
Como colofón a estas tragedias y crímenes, unos gringos con aspecto de marines, han empezado a dejarse ver corriendo (entrenándose) por las calles de Tegucigalpa, seguidos de cerca por supuesto de las camionetas suburban con guardaespaldas armados. Pareciera que quieren acostumbrarnos a su presencia. La declaración de estado fallido sería muy conveniente para su intervención abierta. Con Froylán Turcios y Visitación Padilla, digamos ¡No a la intervención! Y opongámonos con todos los medios posibles.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario