Por Luis Giménez y Tomás Muñoz
La crisis económica y el descenso de la inversión publicitaria, sumados a la irrupción en internet de nuevas formas de comunicación, están transformando el modelo mediático actual. Sólo en 2011 alrededor de 4.000 periodistas se han quedado sin empleo y numerosas cabeceras han echado el cierre en el Estado. La caída de los ingresos por publicidad es señalada como la causa fundamental del terremoto. Según los últimos datos de la empresa Infoadex, los periódicos perdieron un 32% de ingresos publicitarios durante octubre y diciembre de 2011. Hoy se ingresa menos de la mitad que hace cinco años.
Pero este descenso en la recaudación publicitaria no es la única crisis que atraviesan los medios. Víctor Sampedro, catedrático de Opinión Pública y Comunicación Política en la Universidad Rey Juan Carlos, opina que “la crisis es de modelo y se arrastra desde finales del siglo XX” y recuerda que “ya antes o en los albores de internet preocupaba mucho el comercialismo y la degradación informativa que acarreaba.”
En este sentido, Sampedro cree que las empresas mediáticas han contribuido a cavar su tumba con “una visión meramente industrial de las noticias como producto”, que les llevó a “una dinámica especulativa en Bolsa, cuando las acciones de los grupos multimedia dieron extraordinarios dividendos”, lo que para el catedrático supuso “una degradación inevitable de las redacciones: cada vez más precarizadas y dependientes del departamento de publicidad”. La consecuencia lógica de esta degradación en las redacciones, apunta Sampedro, ha sido “primar como objetivo la credibilidad de los mercados antes que la credibilidad del público: único activo con el que cuenta el periodismo”. Así, “las audiencias cosechadas para la propaganda y los accionistas importan más que los lectores”.
Las empresas de medios pierden dinero y el modelo de negocio no se ha acoplado aún a las nuevas formas de comunicación que se dan a través de internet y las redes sociales. Lo que viene es un “avance inexorable hacia una situación de más concentración de medios en menos grupos empresariales privados y menos medios públicos con menos presupuestos”, apunta Pascual Serrano, periodista y analista de medios de comunicación. “Ya hemos visto el modelo de negocio para las televisiones: o eres Antena3 o eres Tele5. No hay más, puesto que estos dos grupos acumulan casi el 90% del mercado publicitario”, señala.
Si es complicado para las empresas de comunicación, más aún para las que presentan líneas editoriales progresistas o de izquierda. En este sentido, Serrano cree que “probablemente puedan sobrevivir pero nunca tendrán el poder que tienen los medios de derechas. Sucede como con los partidos políticos de izquierda, pueden existir, pero el sistema siempre tiene mecanismos para que no sean suficientemente poderosos”.
Hacia nuevos modelos
La crisis de los medios de comunicación puede brindar una oportunidad para construir nuevos modelos que doten a la ciudadanía de formas de intercambio de conocimiento gestionadas desde abajo, que escapen del control político estatal y del interés económico de las empresas privadas. En este sentido, Víctor Sampedro apunta que “habrá muertos, mutaciones y nuevas especies, en el papel y en las ondas. Es la vida y la ley de todo ecosistema en crisis.” Por eso “el sistema comunicativo debe reiniciarse tras el big bang”. Y en esta nueva apuesta “todos los que ahora están silenciados, censurados, estigmatizados o invisibilizados no tienen nada que perder. Los únicos que perderán son los que ahora saturan la esfera pública, hasta asfixiarnos con mensajes que no encuentran audiencia, pero cuya omnipresencia impide percibir otras cosas”. Pascual Serrano es menos optimista, los medios críticos “con las actuales reglas, sólo existen de forma testimonial.” Aunque matiza que “no quiero provocar el pesimismo desmovilizador, sí insistir que hay que luchar por cambiar el actual modelo. Mientras tanto, esa presencia testimonial debe servir para mostrar dos cosas: que los medios dominantes manipulan y engañan, y que se puede hacer otro periodismo”.
En el momento de la apuesta por nuevos modelos de medios de comunicación, internet está abriendo las puertas y la información del siglo XXI va a desarrollarse multimedia y vía web. Y el cambio pasa por asumir que la estructura ya no es la de unos informadores que ofrecen unidireccionalmente contenidos a las audiencias. Como indica Rosenta C. Alves, director del Knight Center for Journalism in the Americas de la Universidad de Texas, “el consumidor de información ya no es un ser pasivo que recibe la información empaquetada por otros. Él también quiere producir contenidos”. Asimismo, Ignacio Ramonet explica en su libro La explosión del periodismo cómo “la información ya no circula en un solo sentido. La lógica vertical que caracterizaba a la relación entre los medios de comunicación y los lectores cada vez es más horizontal o circular”.
De esta forma, la solución pasaría por construir a partir de la interacción de periodistas y usuarios, generando nuevas formas de información en constante creación y transformación. Especialista en este ámbito, Víctor Sampedro tiene esperanza, “mil modelos nuevos están floreciendo y algunos cuajarán. Ocurrirá cuando los periodistas establezcan nuevos modos de relación con sus públicos basados en la colaboración de ambos polos”. Por eso, el cambio vendrá por parte de “una ciudadanía empoderada comunicativamente” que “encontrará periodistas y medios dispuestos a hacer de la comunicación algo compartido: debates e informaciones construidos a medias”.
Y los datos no son tan negativos en este aspecto. La red será el único medio que aumentará sus ingresos publicitarios en 2012. Según las últimas previsiones del estudio i2p, realizado por Arce Media y Media Hotline, la facturación publicitaria digital alcanzará los 421 millones de euros, lo que supone un aumento del 7,5%. Además, la publicidad online incrementará ocho décimas su cuota de mercado, haciéndose con una porción del 8,9%.
¿Y los medios tradicionales? Sampedro cree que la prensa de papel y las radiotelevisiones generalistas se mantendrán “en la medida que recobren su función”. Este catedrático advierte que “no será el gran negocio, pero sí sostenible e independiente: los dos rasgos que definen el periodismo crítico posible. Podrán vivir ofreciendo información si es seria y profunda, para públicos específicos”. Los contenidos se han ido deteriorando y sufren del mismo mal del que advertía Albert Camus en 1944, “se quiere informar rápido en lugar de informar bien, y la verdad no sale ganando con ello”.
‘ADN’ echa el telón y ‘Público’ puede seguir sus pasos
El martes 3 de enero Mediapubli, la sociedad editora del diario Público, entró en concurso de acreedores. En 2011 ha registrado unas pérdidas de casi ocho millones de euros, que deben sumarse a los 51 millones de deuda acumulada desde su nacimiento en septiembre de 2007. Al diario Público se le presenta un panorama muy incierto. Las 160 personas que están en plantilla siguen sin cobrar el mes de diciembre y sin saber si cobrarán enero.
El 10 de enero, Jaume Roures, principal accionista de Mediapro, acudió a una asamblea con los trabajadores para presentar la situación actual y las distintas posibilidades de futuro. Según fuentes de la empresa, el empresario pretende preparar un plan de viabilidad a futuro con inversores que se hagan cargo de las deudas futuras una vez reestructurada la empresa, lo que probablemente significará despidos y bajadas de salarios. Si este plan fuera inviable, hay distintas opciones, que van desde el cierre completo o la transformación de la cabecera en otro proyecto híbrido de diario web y semanal en papel, a la formación de una cooperativa de periodistas para dar a luz un nuevo proyecto comunicativo.
La caída en la inversión publicitaria ha sido citada como la principal causa de la declaración de concurso de acreedores. Sin embargo, el periodista y experto en medios de comunicación Pascual Serrano va más allá y da otra explicación sobre el cierre de Público. A este diario “le interesaba pescar en dos caladeros: el de una ciudadanía de izquierdas y en un sector del PSOE y su aparato de poder institucional”. Sin embargo, “el caladero institucional socialista se ha quedado sin poder y si sólo se apoya en la ciudadanía de izquierda, por muchos lectores que consiga, no le saldrán las cuentas”.
Por otra parte, la cabecera ADN, que contaba con 60 trabajadores en plantilla, cesó su actividad el 22 de diciembre. El gratuito del Grupo Planeta ya había cerrado su web en 2009, dejando en la calle a 40 trabajadores.
Sin nostalgia y sin miedo: por otra comunicación para otros públicos
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