Todos los países latinoamericanos están tomando medidas para evitar, dentro de sus posibilidades, los efectos de la recesión económica en Estados Unidos y en la Unión Europea que podría agravarse este año.
Los análisis de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) indican una posición favorable para la mayoría de los países del subcontinente, con un crecimiento económico de 2,5 a 4,0 porciento, con importantes aumentos en la creación de empresas y empleo.
Esta situación favorable obedece a la diversificación de sus mercados de exportación y al creciente flujo de inversión extranjera, en lo que China y otros países asiáticos juegan un rol destacado y de amplia proyección.
La región centroamericana, sin embargo, se presenta la más vulnerable en este contexto por su extremada dependencia del mercado norteamericano, y, en segundo lugar, del europeo. Honduras es, en este cuadro, el país más débil y con menos probabilidades de enfrentar el impacto de la recesión global.
De cara a este reto, el Colegio Hondureño de Economistas (CHE) ha vuelto a la carga sobre la necesidad de aplicar el Plan Anticrisis que viene planteándose desde hace dos años, al comienzo de la administración, pero que sigue inconcluso como la mejor prueba del descuido en materia económica.
Es palpable que ese descuido proviene del hecho de que la política económica del gobierno se reduce al convenio con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y toda la actuación gubernamental está alineada en la ruta neoliberal de la que los países latinoamericanos intentan, con razón, alejarse.
Hasta ahora no conocemos, de cierto, el contenido del proyecto anticrisis, pero el presidente del CHE, Guillermo Matamoros, habla de la necesidad de fortalecer la inversión en el sector agrícola, agropecuario, agroindustrial, “y atraer mayor inversión de empresas que se establezcan en el país, pero garantizando las que estén ya instaladas”.
Por otra parte, el presidente del CHE dice que, “en el tema fiscal, el gobierno debe insistir en corregir el gasto corriente que no tiene impacto necesario”… y mejorar los índices de seguridad que influyen en el comportamiento de la economía.
La cuestión alrededor de esto es cómo hacerlo, y allí es donde todo se complica, como el viejo chiste del eunuco que sabe cómo se hace pero no puede hacerlo.
Es obvio que las posibilidades de desarrollo económico de Honduras está en el agro, habida cuenta de la creciente demanda mundial de alimentos básicos para atender el hambre mundial de más de 1,000 millones de personas, incluyendo los casi seis millones de hambrientos de la población hondureña. Eso implica, por lo demás, la diversificación de mercados de exportación en el contexto latinoamericano.
Pero también es incontrovertible que en Honduras hay urgencia de revisar el sistema financiero para adecuarlo a las exigencias del desarrollo económico y social, de acuerdo con nuestras realidades, y atender prioritariamente la creación de empleo con proyectos de infraestructura e impulsar a la mediana y la pequeña industria, lo mismo que a la producción familiar de sobrevivencia, sobre nuevas bases, propias de una verdadera reestructuración del modelo económico.
Enero 05, 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario