miércoles, 18 de enero de 2012

Romper con el callejón sin salida


Radio Progreso

Hemos comenzado el 2012 con noticias poco agradables. Masacres que nos indican la poca efectividad policial frente a un crimen organizado que mantiene salpicada la débil institucionalidad hondureña y que incluso ha contaminado a un cuerpo policial, que en palabra de la comisionada en condición de retiro, María Luisa Borjas, perdió su brújula, su camino, su razón de ser.

Se anuncian nuevos aumentos a los precios de consumo popular como los huevos, el arroz, los frijoles, el maíz. Ya se han hecho efectivos incrementos al precio del cemento cuyos empresarios se aprovechan debido a que tienen cautivo al mercado nacional. Mientras tanto hay una infecunda comisión tripartita: gobierno, empresa privada y los dizques representante de la clase obrera que muy poco les interesa en decretar un salario mínimo digno, de acorde a la realidad a la que día a día se tiene que enfrentar la población.

En estos primeros días del 2012 hemos visto cómo la gente hasta hacen filas en los centros comerciales y en las maquilas en busca de un empleo. Las empresas comienzan a recibir uno tras otro curriculum de lo cual se aprovechan los empresarios para ofrecer jornadas injustas con salarios bajos debido a la alta demanda de empleos y pocos puestos libres.

Esta agobiante situación hace que la población, sobre todo joven, no tenga otra alternativa que abandonar el país en busca de mejores oportunidades arriesgando su propio pellejo en la difícil y valiente decisión de tomar el camino por la ruta del migrante llena de soledad, sufrimientos, asaltos, secuestros y muertes.

Para cumplir el mal llamado “sueño americano”, antes deben exponer su suerte en la pesadilla mexicana cuyas autoridades no tienen como prioridad implementar políticas de protección a los derechos de los migrantes. Los secuestros y asesinatos siguen, y crecen los niveles de impunidad. México, el país con más población migrante en América Latina, pide respeto para los suyos e irrespeta a los que, obligadamente, cruzan su territorio.

Lo ideal sería que nadie abandonara el país pero al no cumplirse las condiciones para tener una vida digna, con empleo y salarios justos que garanticen los tres golpes diarios a la población, sin duda que se reduciría la cifra de más de 100 mil ciudadanos y ciudadanas que Honduras expulsa al año. Pero la realidad es que el pueblo se encuentra en un callejón sin salida de la que se necesita más que buena voluntad para salir de la misma.

Se necesita una decisión firme de unirnos alrededor de nuestras demandas y plantearnos seriamente la organización para luchar por la construcción de una institucionalidad desde donde impulsar la Honduras que todos anhelamos.

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