miércoles, 25 de enero de 2012

La crisis del Partido Liberal


La Prensa

Por Aníbal Delgado Fiallos

El triunfo del Partido Liberal en las elecciones generales de 2013 sólo será posible si existe un extraordinario esfuerzo de unidad, pero la crisis institucional es tal que difícilmente se logren conjuntar y relacionar positivamente sus dos fracciones fundamentales.

Un examen de esta contradicción nos dice que esta asume la forma de una irreconciliable posición: la fracción que promovió, justificó, participó o se hizo de la vista gorda, con el golpe, repele con todas sus fuerzas a la fracción que se opuso a él y viceversa.

Mientras aquella se movilizaba en las calles con “los camisitas blancas”, esta se movilizaba con las fuerzas democráticas y de izquierda en la protesta general.

Ambas se hacen llamar liberales auténticos, pero como para marcar con más profundidad su diferencia, una adopta las posiciones más conservadoras y se ubica a favor de lo que el papa Juan Pablo II llamaba capitalismo salvaje, y la otra ostenta una posición de centro-izquierda que la vuelve más cercana a la democracia y a la equidad social.
Todo esto más una dirigencia nacional torva, terca y torpe, alineada sin grietas con la posición conservadora, configura una totalidad partidaria débil que difícilmente puede prevalecer en una competencia electoral o constituir un atractivo político para la juventud o los votantes racionales que cada día son más en Honduras.

Derrotar en el seno de este partido en forma contundente a los conservadores sin futuro sería lo ideal, pero para ello sería necesario encontrar un dirigente esclarecido, fundamentalmente democrático, que supiera levantar el entusiasmo, pronunciar un discurso que explique, convenza y movilice y que sea portador de un programa avanzado.
Pero esta aspiración choca con la media docena de aspirantes de la otra facción incapaces de integrar un proyecto de unidad no sólo para vencer a los cachurecos de corbata roja, sino para dar al partido un programa político que lo perfile como una entidad de progreso social y económico.

De estos aspirantes depende la sobrevivencia del Partido y su sucesivo restablecimiento después de la crisis por ejecución, complicidad o silencio en que lo sumió la acción golpista del 28 de junio de 2009.

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