lunes, 7 de junio de 2010
Algunos problemas que plantea la Ética
Honduras en Lucha
Por Gustavo Zelaya
Buena parte de lo que aquí propongo son referencias tomadas libremente de la obra “Ética Práctica” del filósofo australiano Peter Singer (1946), experto en bioética y que aboga por la redistribución radical de la riqueza para aliviar la pobreza existente en muchas partes del planeta, ya que afirma que es totalmente injusto que muchos vivan en abundancia material mientras miles sufren de hambre. Algunas de sus tesis son cuestionadas sobre todo por su defensa de la eutanasia y la eugenesia y por pretender elaborar una teoría ética totalmente separada de elementos religiosos. Es posible que a muchos parezca inútil mencionar temas de esta clase sobre todo cuando ha salido en escena la jauría que preparó el terreno para el golpe de estado de hace casi un año, ya están en televisión las activistas de la UCD y los analistas del golpe desautorizando cualquier acercamiento con las fuerzas democráticas y los campos pagados de la “sociedad civil” defienden el sistema de justicia golpista en los medios de Jorge Canahuati y Carlos Flores. Estos dos sujetos junto con Ricardo Maduro y todos los mareros del COHEP y de las camisetas blancas preparan y afilan las garras que nunca escondieron. Anda suelto también todo el animalero político luchando por reunir las filas descompuestas del partido liberal y la muerte sigue acechando en el Aguán y contra el FNRP. Está en desarrollo toda una conjura para dividir y sembrar desconfianza en la Resistencia, arremeten contra la dirigencia y en algunos sigue germinando la semilla del bipartidismo tradicional. Parece, pues, que los tiempos no son buenos para hablar de ética y moral, pero estoy seguro que estas dos categorías son algunas de las armas más poderosas del Frente Nacional de Resistencia Popular, es lo que le da un carácter superior respecto a los grupos políticos tradicionales. Son importantes la ética y la moral especialmente cuando hemos sido formados por un sistema educativo y cultural alienante que debe ser enfrentado con más formación política, con más cultura y con mayores grados de conciencia política.
Para que no haya mayor discusión conceptual voy a utilizar las nociones de ética y moral como sinónimos, pero entendiendo que en sentido estricto son cosas diferentes: la ética es la teoría que indaga sobre la moralidad, mientras que los principios, las normas y los sistemas morales tienen un carácter más práctico y ligado a las relaciones efectivas que establecemos todos los seres humanos conscientes. Aquí, entonces, solamente propongo temas por discutir, todavía no definidos y que deben ser cuestionados, enriquecidos o rechazados con otros argumentos. La cuestión es la siguiente: para que la ética sirva de algo es importante hablar un poco de ella para comprender con claridad de qué se trata el asunto. Se puede iniciar una discusión estableciendo lo que no es la ética.
Algunos creen que la moralidad está pasada de moda o que puede mencionarse sólo en los ámbitos privados. Consideran que es un sistema de rígidas prohibiciones puritanas, con el fin de conseguir que la gente no se divierta y que se aburra. Existen moralistas muy conservadores, más bien reaccionarios, al estilo de los jerarcas religiosos y otros llamados “distinguidos ciudadanos”, como bala de goma, alias Ramón Custodio, Jorge Rivera Avilez, Juan Ferrera o Gaspar Vallecillo, por ejemplo, que pontifican y hablan en nombre de la patria y la democracia y pretenden defender la moralidad, pero lo único que hacen es preservar un código particular y sus concepciones éticas. Se han apoderado de la ética hasta tal punto que cuando un medio de prensa anuncia que “las iglesias critican la pobreza de las normas morales”, o que “los representantes de la empresa privada y de los grupos políticos se preocupan por la crisis de valores”, sólo se espera que hablen contra la homosexualidad, contra las lesbianas, la pornografía, o que se refieran al tema de las maras y la violencia juvenil, etc., pero que no se refieran a los temas de la corrupción de los funcionarios públicos y de las empresas que los sobornan, o de las sumas ridículas que los países ricos aportan a los países pobres. Y en ningún momento mencionan el acto de corrupción más brutal que conocemos como fue el golpe de estado de junio del 2009. Y no sólo se apoderan de las palabras y los conceptos, también se adueñan de la riqueza material, del Estado, de las playas, los bosques, la biblioteca nacional y la vida de muchas personas.
Es decir, en primer lugar, la ética no es un conjunto homogéneo de prohibiciones especiales sobre cuestiones sexuales. La sexualidad no plantea ningún problema moral específico. En estas cuestiones pueden estar en juego la honradez, el afecto, la preocupación por el otro, la prudencia y otros valores similares. Pero esto no es exclusivo de la sexualidad, porque lo mismo valdría para las decisiones referidas a la conducción de un vehículo. De hecho, las
complicaciones que plantea la conducción de un automóvil, desde un punto de vista ambiental o de la seguridad personal, son mucho más graves que los derivados de un contacto sexual voluntariamente convenido entre dos o más personas. La moralidad sexual es sólo un tema, pero hay problemas éticos más importantes.
En segundo lugar, la ética no es un sistema ideal sin aplicación práctica o un grupo de simples frases que incomodan a muchas personas y que sólo sirven para dar imagen y darle elegancia al discurso. Los juicios éticos deben servir de guía para la práctica. Algunos pueden creer que la ética es imposible adaptarla a la vida actual, después del golpe de estado hay más inconvenientes, ya que se trata de un sistema de reglas breves y simples como “no mentir”, “no robar”, “no matar”. En ciertas situaciones si nos guiamos por esas reglas puede conducir al desastre. Es probable que en situaciones normales sea malo matar, pero qué sucede en los casos de defensa propia, o en las decisiones médicas en urgencias extremas cuando se ha de elegir una vida en vez de otra. O con la regla de “no mentir”. Pero si estuviéramos en una colonia de Tegucigalpa, 2110, con la policía tocando la puerta en busca de miembros de los colectivos en resistencia, con seguridad que sería bueno mentir para negar la filiación personal a la Resistencia y salvaguardar la seguridad individual y de otras personas.
El fracaso de una ética formada por reglas simples no significa que la ética no sirva, sino que fracasa una concepción de la ética basada en el cumplimiento de unas normas. Pero hay otras visiones que toman en cuenta unas metas, unos fines, y que califican a las acciones según se cumplan o no esas finalidades.
En tercer lugar, la ética no es algo que sólo sea comprensible en el contexto de una religión. Puede ensayarse una ética independiente de la religión. Además, la diaria observación de nuestros semejantes, el respeto hacia otros, la calidez en los vínculos con los y las demás compañeras, la solidaridad que practiquemos, demuestran que el comportamiento moral no exige creencia alguna en el cielo y en el infierno.
La cuarta cuestión que hay que desmentir es la que propone que la ética es relativa o subjetiva. Hay quienes defienden la idea de que la ética es relativa a la sociedad en que se viva. Esto es cierto en un sentido, y falso en otro. Por ejemplo, una relación sexual casual puede ser mala cuando produce la existencia de hijos a quienes no se puede atender adecuadamente, y puede ser buena cuando la existencia de anticonceptivos eficaces permite que no se convierta en un comportamiento reproductivo. Esto significa que si yo apruebo esa relación y otro la desaprueba, ambos estaremos en lo correcto, y así no hay nada que discutir. Por eso resulta complicado dejar en manos del sujeto las decisiones morales en vez de hacerlo desde las instancias colectivas.
Lo que si hay que afirmar es que el pensamiento y el comportamiento ético son posibles.
Entonces, ¿qué es la ética?
Para construir una posible respuesta se pueden establecer al menos tres preguntas importantes:
1) ¿Qué es discutir sobre un problema moral o qué es vivir de acuerdo con normas morales?
2) ¿Por qué creemos que si una mujer decide hacerse un aborto, plantea un problema moral, pero si decide cambiar de trabajo o es despedida injustificadamente no es un problema de ese tipo?
3) ¿Qué diferencias hay entre una persona que vive según normas morales y otra que parece no hacerlo?
A veces podemos pensar que si alguien se porta de acuerdo a lo que nosotros creemos que es lo bueno y lo honesto, esa persona sólo está guiándose según normas morales que suponemos correctas. Pero la justificación de un principio moral no puede fundarse en función de los intereses de algún grupo. Lo que suponemos correcto va más allá de lo que personalmente nos agrada o nos desagrada. La moral exige que superemos el “yo” o el “tu” para pasar a un juicio universal. Al aceptar que los juicios morales deben plantearse desde un punto de vista universal, estoy aceptando que mis intereses no pueden contar más que los intereses de cualquier otro. Es decir, si pienso moralmente, mi natural preocupación de ver atendidos mis intereses debe extenderse a los intereses ajenos. Hay otros ideales que también deben ser tomados en cuenta como los derechos individuales, la justicia, la igualdad, la pureza, la santidad de vida o la honestidad. De aquí pueden derivarse más problemas: ¿Cómo hacer para que mis intereses individuales estén representados en los colectivos? ¿Cómo hacer para que conceptos como el de justicia, honestidad o igualdad se materialicen y formen parte de programas políticos? ¿Cómo edificar nuevos contenidos para esos conceptos y que dejen de ser ideales abstractos?
Por Gustavo Zelaya
Buena parte de lo que aquí propongo son referencias tomadas libremente de la obra “Ética Práctica” del filósofo australiano Peter Singer (1946), experto en bioética y que aboga por la redistribución radical de la riqueza para aliviar la pobreza existente en muchas partes del planeta, ya que afirma que es totalmente injusto que muchos vivan en abundancia material mientras miles sufren de hambre. Algunas de sus tesis son cuestionadas sobre todo por su defensa de la eutanasia y la eugenesia y por pretender elaborar una teoría ética totalmente separada de elementos religiosos. Es posible que a muchos parezca inútil mencionar temas de esta clase sobre todo cuando ha salido en escena la jauría que preparó el terreno para el golpe de estado de hace casi un año, ya están en televisión las activistas de la UCD y los analistas del golpe desautorizando cualquier acercamiento con las fuerzas democráticas y los campos pagados de la “sociedad civil” defienden el sistema de justicia golpista en los medios de Jorge Canahuati y Carlos Flores. Estos dos sujetos junto con Ricardo Maduro y todos los mareros del COHEP y de las camisetas blancas preparan y afilan las garras que nunca escondieron. Anda suelto también todo el animalero político luchando por reunir las filas descompuestas del partido liberal y la muerte sigue acechando en el Aguán y contra el FNRP. Está en desarrollo toda una conjura para dividir y sembrar desconfianza en la Resistencia, arremeten contra la dirigencia y en algunos sigue germinando la semilla del bipartidismo tradicional. Parece, pues, que los tiempos no son buenos para hablar de ética y moral, pero estoy seguro que estas dos categorías son algunas de las armas más poderosas del Frente Nacional de Resistencia Popular, es lo que le da un carácter superior respecto a los grupos políticos tradicionales. Son importantes la ética y la moral especialmente cuando hemos sido formados por un sistema educativo y cultural alienante que debe ser enfrentado con más formación política, con más cultura y con mayores grados de conciencia política.
Para que no haya mayor discusión conceptual voy a utilizar las nociones de ética y moral como sinónimos, pero entendiendo que en sentido estricto son cosas diferentes: la ética es la teoría que indaga sobre la moralidad, mientras que los principios, las normas y los sistemas morales tienen un carácter más práctico y ligado a las relaciones efectivas que establecemos todos los seres humanos conscientes. Aquí, entonces, solamente propongo temas por discutir, todavía no definidos y que deben ser cuestionados, enriquecidos o rechazados con otros argumentos. La cuestión es la siguiente: para que la ética sirva de algo es importante hablar un poco de ella para comprender con claridad de qué se trata el asunto. Se puede iniciar una discusión estableciendo lo que no es la ética.
Algunos creen que la moralidad está pasada de moda o que puede mencionarse sólo en los ámbitos privados. Consideran que es un sistema de rígidas prohibiciones puritanas, con el fin de conseguir que la gente no se divierta y que se aburra. Existen moralistas muy conservadores, más bien reaccionarios, al estilo de los jerarcas religiosos y otros llamados “distinguidos ciudadanos”, como bala de goma, alias Ramón Custodio, Jorge Rivera Avilez, Juan Ferrera o Gaspar Vallecillo, por ejemplo, que pontifican y hablan en nombre de la patria y la democracia y pretenden defender la moralidad, pero lo único que hacen es preservar un código particular y sus concepciones éticas. Se han apoderado de la ética hasta tal punto que cuando un medio de prensa anuncia que “las iglesias critican la pobreza de las normas morales”, o que “los representantes de la empresa privada y de los grupos políticos se preocupan por la crisis de valores”, sólo se espera que hablen contra la homosexualidad, contra las lesbianas, la pornografía, o que se refieran al tema de las maras y la violencia juvenil, etc., pero que no se refieran a los temas de la corrupción de los funcionarios públicos y de las empresas que los sobornan, o de las sumas ridículas que los países ricos aportan a los países pobres. Y en ningún momento mencionan el acto de corrupción más brutal que conocemos como fue el golpe de estado de junio del 2009. Y no sólo se apoderan de las palabras y los conceptos, también se adueñan de la riqueza material, del Estado, de las playas, los bosques, la biblioteca nacional y la vida de muchas personas.
Es decir, en primer lugar, la ética no es un conjunto homogéneo de prohibiciones especiales sobre cuestiones sexuales. La sexualidad no plantea ningún problema moral específico. En estas cuestiones pueden estar en juego la honradez, el afecto, la preocupación por el otro, la prudencia y otros valores similares. Pero esto no es exclusivo de la sexualidad, porque lo mismo valdría para las decisiones referidas a la conducción de un vehículo. De hecho, las
complicaciones que plantea la conducción de un automóvil, desde un punto de vista ambiental o de la seguridad personal, son mucho más graves que los derivados de un contacto sexual voluntariamente convenido entre dos o más personas. La moralidad sexual es sólo un tema, pero hay problemas éticos más importantes.
En segundo lugar, la ética no es un sistema ideal sin aplicación práctica o un grupo de simples frases que incomodan a muchas personas y que sólo sirven para dar imagen y darle elegancia al discurso. Los juicios éticos deben servir de guía para la práctica. Algunos pueden creer que la ética es imposible adaptarla a la vida actual, después del golpe de estado hay más inconvenientes, ya que se trata de un sistema de reglas breves y simples como “no mentir”, “no robar”, “no matar”. En ciertas situaciones si nos guiamos por esas reglas puede conducir al desastre. Es probable que en situaciones normales sea malo matar, pero qué sucede en los casos de defensa propia, o en las decisiones médicas en urgencias extremas cuando se ha de elegir una vida en vez de otra. O con la regla de “no mentir”. Pero si estuviéramos en una colonia de Tegucigalpa, 2110, con la policía tocando la puerta en busca de miembros de los colectivos en resistencia, con seguridad que sería bueno mentir para negar la filiación personal a la Resistencia y salvaguardar la seguridad individual y de otras personas.
El fracaso de una ética formada por reglas simples no significa que la ética no sirva, sino que fracasa una concepción de la ética basada en el cumplimiento de unas normas. Pero hay otras visiones que toman en cuenta unas metas, unos fines, y que califican a las acciones según se cumplan o no esas finalidades.
En tercer lugar, la ética no es algo que sólo sea comprensible en el contexto de una religión. Puede ensayarse una ética independiente de la religión. Además, la diaria observación de nuestros semejantes, el respeto hacia otros, la calidez en los vínculos con los y las demás compañeras, la solidaridad que practiquemos, demuestran que el comportamiento moral no exige creencia alguna en el cielo y en el infierno.
La cuarta cuestión que hay que desmentir es la que propone que la ética es relativa o subjetiva. Hay quienes defienden la idea de que la ética es relativa a la sociedad en que se viva. Esto es cierto en un sentido, y falso en otro. Por ejemplo, una relación sexual casual puede ser mala cuando produce la existencia de hijos a quienes no se puede atender adecuadamente, y puede ser buena cuando la existencia de anticonceptivos eficaces permite que no se convierta en un comportamiento reproductivo. Esto significa que si yo apruebo esa relación y otro la desaprueba, ambos estaremos en lo correcto, y así no hay nada que discutir. Por eso resulta complicado dejar en manos del sujeto las decisiones morales en vez de hacerlo desde las instancias colectivas.
Lo que si hay que afirmar es que el pensamiento y el comportamiento ético son posibles.
Entonces, ¿qué es la ética?
Para construir una posible respuesta se pueden establecer al menos tres preguntas importantes:
1) ¿Qué es discutir sobre un problema moral o qué es vivir de acuerdo con normas morales?
2) ¿Por qué creemos que si una mujer decide hacerse un aborto, plantea un problema moral, pero si decide cambiar de trabajo o es despedida injustificadamente no es un problema de ese tipo?
3) ¿Qué diferencias hay entre una persona que vive según normas morales y otra que parece no hacerlo?
A veces podemos pensar que si alguien se porta de acuerdo a lo que nosotros creemos que es lo bueno y lo honesto, esa persona sólo está guiándose según normas morales que suponemos correctas. Pero la justificación de un principio moral no puede fundarse en función de los intereses de algún grupo. Lo que suponemos correcto va más allá de lo que personalmente nos agrada o nos desagrada. La moral exige que superemos el “yo” o el “tu” para pasar a un juicio universal. Al aceptar que los juicios morales deben plantearse desde un punto de vista universal, estoy aceptando que mis intereses no pueden contar más que los intereses de cualquier otro. Es decir, si pienso moralmente, mi natural preocupación de ver atendidos mis intereses debe extenderse a los intereses ajenos. Hay otros ideales que también deben ser tomados en cuenta como los derechos individuales, la justicia, la igualdad, la pureza, la santidad de vida o la honestidad. De aquí pueden derivarse más problemas: ¿Cómo hacer para que mis intereses individuales estén representados en los colectivos? ¿Cómo hacer para que conceptos como el de justicia, honestidad o igualdad se materialicen y formen parte de programas políticos? ¿Cómo edificar nuevos contenidos para esos conceptos y que dejen de ser ideales abstractos?
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