lunes, 21 de junio de 2010

Golpe de Estado y crisis política

Editorial POSCAE-UNAH

La situación en Honduras a partir del golpe de Estado del 28 de junio de 2009 significó un retroceso en todos los aspectos de la vida nacional. La salida a la crisis política, que pudo gestarse normalmente, en un ambiente pacífico, cogió un giro inesperado: la vía político-militar, que significó grandes costos humanos (incluyendo asesinatos), económicos y sociales.

El nuevo gobierno encabezado por Porfirio Lobo Sosa hereda una situación sumamente compleja. En lo interno, por un lado, las fuerzas golpistas exigen continuar con la represión para superar la conflictividad social; por otro, la Resistencia no reconoce la legitimidad del gobierno.

En lo externo, Honduras continúa aislada: en América Latina no es reconocida por la OEA, el Grupo de Río y la Unión de Países del Sur (Unasur), y en América Central no se ha reincorporado al Sistema de Integración Centroamericana (SICA).

Resolver la problemática heredada ante un clima polarizado no es nada fácil. El Ejecutivo se esfuerza por hacer un buen gobierno, pero se enfrenta al Poder Judicial y la Fiscalía, que caminan en sentido inverso. El Congreso se observa más cerca del Ejecutivo, pero no adopta decisiones que puedan inclinar la balanza hacia una salida más democrática.

Han sucedido dos hechos que reflejan las tendencias, no muy claras, para donde se encamina el gobierno: la solución del conflicto en el Aguán y la aprobación de un conjunto de medidas fiscales, denominadas "paquetazos" por los hondureños.

El resurgimiento de la problemática agraria obedece a causas estructurales que continúan sin ser resueltas. La concentración del recurso frena el desarrollo y fortalecimiento de un mercado interno, capaz de potenciar una inserción adecuada de la economía hondureña en el comercio internacional globalizado. El empobrecimiento acelerado que padece la sociedad
hondureña, cuya causa primaria sigue siendo de tipo estructural, ha relanzado a las capas de campesinos pobres a retornar a posiciones de lucha por la recuperación de la tierra, como opción única para su sobrevivencia y la de sus familias. La pretensión aviesa de la derecha hondureña de atribuirle al conflicto supuestas influencias externas, no hace más que evidenciar su desesperación y un visceral desprecio por la vida.

La solución negociada al conflicto en el Aguán, entre el Ejecutivo y el Movimientos Unificado de Campesinos del Aguán (MUCA), es una señal del esfuerzo que se hace para crear un clima propicio para gobernar, pero esto es opacado por los desalojos de los campesinos por militares y policías pagados por don Miguel Facussé, en cumplimiento de supuestas órdenes judiciales.

Con relación al conflicto en el Aguán, es de reconocer que el gobierno ha hecho un gran esfuerzo para no escalar el conflicto, es un vuelco de 45 grados en la dirección correcta, la tendencia militarista empujada por la derecha perdió fuerza y se impusieron las fuerzas progresistas.

Con relación al "paquetazo", no obstante la gran publicidad orientada a convencer que no se pasaría la factura a los pobres, no se han tocado los grandes intereses económicos, pues continúan las exoneraciones fiscales para sectores poderosos como las comidas rápidas e, indirectamente, se trasladará la carga impositiva a las mayoría.

Postgrado Centroamericano y Planificación del Desarrollo, No. 40., enero-abril 2010

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