jueves, 24 de junio de 2010
"Bajo el mandato de Lobo se producen asesinatos selectivos"
20 Minutos
Por Bernardo Gutiérrez
“Te vamos a matar, hijo de puta”, “tienes los días contados”, “sabemos dónde vives”. Desde que Manuel Zelaya, el presidente de Honduras, fuese sacado del país a golpe de pistola el 28 de junio del año 2009, la vida de Renato Amador dio un vuelco siniestro.
Aquel día, este funcionario del Gobierno de 39 años, vio cómo la represión militar fue cercando su vida y la de su entorno. Jairo Sánchez, presidente nacional del Sindicato de Trabajadores del Instituto de Formación Profesional, del que formaba parte Renato, fue asesinado. Después, este sindicalista que protagonizó los anuncios de televisión del referéndum que se celebraba el 28 de junio, comenzó a recibir amenazas. Finalmente, tuvo que pedir asilo político en España, donde reside en un centro de refugiados de la Comunidad de Madrid.
La semana pasada consiguió sacar a su mujer y sus dos hijos de Honduras. Renato es uno de los protagonistas de Quién dijo miedo, un documental de Katia Lara que denuncia la situación que vive Honduras un año después del golpe de Estado. La película fue estrenada el pasado día 7 en Buenos Aires y La Paz (Bolivia). El día del aniversario del golpe (el próximo día 28), el filme será proyectado clandestinamente en Honduras. Antes, será exhibido, entre otras ciudades, en Hamburgo, París, Bruselas, Managua, Caracas, Washington y San Francisco. En Madrid se estrenará el 8 de julio.
Comenzaron a seguirme, a vigilarme; recibía llamadas muy violentas constantemente.
El 28 de junio de 2009 Honduras iba a celebrar un referéndum. En lugar de ello, tuvo lugar un golpe de Estado. ¿Cómo vivió esa jornada?
La sensación era de total frustración. Fue como recibir una bofetada. Tan sólo tres días antes, el presidente Zelaya había recuperado las 15.000 urnas que se encontraban secuestradas en la Base Militar Hernán Acosta Mejía. El pueblo, después de vivir tanto tiempo bajo dictaduras militares, salió a las calles masivamente a defender su derecho a opinar. Esa jornada, sin duda, se vivió con la certeza de que había que defender nuestras libertades.
Usted era una cara popular en la Honduras de Zelaya. Su rostro aparecía en los anuncios televisivos de la “cuarta urna”. ¿Se sintió especialmente perseguido por el gobierno de Roberto Micheletti?
Claro. Comenzaron a seguirme, a vigilarme. Recibía llamadas a casa constantemente, muy violentas: “Te vamos a matar, hijo de puta, sabemos dónde vives, tienes los días contados”. Tuve que cambiarme de casa. Cuando asesinaron a Jairo Sánchez, presidente del Sindicato de Trabajadores del Instituto de Formación Profesional, vi que tenía que huir de mi país. La persecución, hasta el día de hoy, es cruel.
EE UU no está dispuesto a que en su patio trasero, Centroamérica, exista conciencia democrática.
Se estableció en España bajo la condición de refugiado político. Pero no pudo traerse a su familia de Honduras. ¿Cómo ha sido la experiencia para Carla, su esposa, y sus dos hijos, Rodrigo y Doris?
Primero, quiero agradecer la generosidad del pueblo español. Me han recibido muy bien. Porque es doloroso ser exiliado. Más aún dejar a la familia en un país dominado por las fuerzas militares. La situación de mi familia ha sido difícil. Ella tiene un pequeño salón de belleza, y en los últimos tiempos pasaba gente rara, de la inteligencia, preguntando por mí. Afortunadamente, acabamos de conseguir sacarles de Honduras hacia otro país de Centro América.
La empresa noruega Petroleum Geo Services (PGS) anunció la aparición de petróleo en Honduras justo cuando Zelaya había dado la espalda a Estados Unidos y se había alineado con Hugo Chávez. ¿Pudo influir en el golpe?
Desde los años sesenta, EE UU conoce de los yacimientos de petróleo en Honduras. Por supuesto que influyó. No están dispuestos a que en Centroamérica, en su patio trasero, exista conciencia democrática. El presidente Zelaya se enfrentó directamente a los intereses trasnacionales.
¿Qué otras evidencias cree que hay de la vinculación entre el gobierno de Estados Unidos y el gobierno de Roberto Micheletti?
Que seis meses antes del golpe hubo reuniones como la de la propia base militar de EE UU, Palmerola, con empresarios locales, militares, políticos y religiosos testaferros, que representan sus intereses.
La cúpula golpista comulga con los intereses de dominación religiosa del Opus y la IglesiaEn el documental aparecen miembros de la Iglesia católica de Honduras defendiendo el golpe de Estado. ¿Hasta qué punto el Opus Dei y la línea dura de la Iglesia apoyaron a Micheletti?
La cúpula golpista comulga con esos intereses de dominación religiosa. Es simbólico, pero es llamativo, el veto a la aprobación de la píldora “del día después”. La propuesta de prohibición en el Congreso fue de la mano del Opus Dei. Zelaya escuchó a los movimientos feministas, y dijo "no". Esa ley fue de nuevo fue restaurada después del golpe. Hoy siguen controlando el derecho de las mujeres a decidir.
Cuando Zelaya estaba en el exilio, en Nicaragua, usted se vio obligado a salir de Honduras, hacia Nicaragua. ¿Cómo fue el proceso de organizar la resistencia desde el exilio?
Somos exiliados en nuestra propia tierra. Miles de personas querían salir a Nicaragua. Al estar lejos del terror de las balas y la opresión, alzar nuestras voces es parte muy importante de la organización de un frente de resistencia.
El documental Quién dijo miedo denuncia torturas, asesinatos y el uso desmedido de la fuerza. Incluso una manipulación de una foto de un periódico (quitándole la sangre a un herido). ¿Por qué se ha silenciado tanto? ¿Fue tan dura la represión?
Hoy sigue silenciándose ese uso de la fuerza, y esa manipulación mediática sigue fortaleciéndose. La mayoría de asesinatos selectivos se han producido bajo el régimen del señor Lobo (en alusión a Porfirio Lobo, actual presidente de Honduras).
Asesinan a quien les place, controlan más del 90% de los medios.
En Honduras, al menos ocho periodistas han muerto asesinados en el último año. La prensa local no habla de ello…
Sí, siete de ellos en un mes, ellos asesinan a quien les place y les estorba, más del 90% de los medios son controlados, no sólo para silenciar, sino para causar terror y miedo. Los periodistas que no sigan la campaña de supuesta reconciliación que ameniza la cara de Porfirio Lobo saben a lo que se enfrentan. Pero la verdad no podrá ser enterrada.
¿Por qué considera que las elecciones que le dieron el triunfo a Porfirio Lobo en noviembre de 2009 no son legales ni legítimas?
Primero, porque los que convocaron las elecciones eran los propios golpistas. Además, Porfirio Lobo representa a un 26% del pueblo, ¿es eso legitimidad democrática? Fueron las urnas o las armas. La estructura golpista está intacta, y por supuesto Lobo es un instrumento de ella, si Lobo diera un paso hacia el pueblo, el Congreso, la Corte Suprema, la Fiscalía, los religiosos y Ejército le aplastaría. Y el César imperial alimentaría a sus leones.
Sólo queremos una verdadera democracia.
La comunidad internacional ha comenzado a reconocer al régimen de Porfirio Lobo. ¿Qué le parece la postura de España, antes crítica con todo el proceso?
El sine qua non de las políticas internacionales es posicionar los intereses económicos sobre la dignidad de los pueblos. África, América y Asia no lo desconocen, ni el pueblo español tampoco.
El documental Quién dijo miedo va a ser presentado en todo el mundo (el 8 de julio se estrena en Madrid). Y hasta en Honduras, en el día del aniversario del golpe (28 de junio). ¿Qué expectativas tienen sobre su repercusión?
El documental es el fiel testimonio de una lucha pacífica, y una denuncia de los atropellos a la libertad. A un año del golpe de Estado, sabemos que Honduras es un pueblo que no se rinde. Latinoamérica por primera vez, está unida para no dejarse avasallar. Esperamos que ayude a denunciar la situación y que la presión internacional sobre el régimen sea mayor.
¿Cuáles serían los pasos, en su opinión, para que vuelva a ser restaurado un gobierno democrático en Honduras?
Lo que el pueblo desea es una Asamblea Nacional Constituyente. Sólo queremos una verdadera democracia, participativa e incluyente. Justicia social, que equivale a refundar el país. Con un millón de firmas el pueblo tiene derecho a autoconvocarse, el pueblo tiene derecho a opinar, es eso democracia, ¿no?
Por Bernardo Gutiérrez
“Te vamos a matar, hijo de puta”, “tienes los días contados”, “sabemos dónde vives”. Desde que Manuel Zelaya, el presidente de Honduras, fuese sacado del país a golpe de pistola el 28 de junio del año 2009, la vida de Renato Amador dio un vuelco siniestro.
Aquel día, este funcionario del Gobierno de 39 años, vio cómo la represión militar fue cercando su vida y la de su entorno. Jairo Sánchez, presidente nacional del Sindicato de Trabajadores del Instituto de Formación Profesional, del que formaba parte Renato, fue asesinado. Después, este sindicalista que protagonizó los anuncios de televisión del referéndum que se celebraba el 28 de junio, comenzó a recibir amenazas. Finalmente, tuvo que pedir asilo político en España, donde reside en un centro de refugiados de la Comunidad de Madrid.
La semana pasada consiguió sacar a su mujer y sus dos hijos de Honduras. Renato es uno de los protagonistas de Quién dijo miedo, un documental de Katia Lara que denuncia la situación que vive Honduras un año después del golpe de Estado. La película fue estrenada el pasado día 7 en Buenos Aires y La Paz (Bolivia). El día del aniversario del golpe (el próximo día 28), el filme será proyectado clandestinamente en Honduras. Antes, será exhibido, entre otras ciudades, en Hamburgo, París, Bruselas, Managua, Caracas, Washington y San Francisco. En Madrid se estrenará el 8 de julio.
Comenzaron a seguirme, a vigilarme; recibía llamadas muy violentas constantemente.
El 28 de junio de 2009 Honduras iba a celebrar un referéndum. En lugar de ello, tuvo lugar un golpe de Estado. ¿Cómo vivió esa jornada?
La sensación era de total frustración. Fue como recibir una bofetada. Tan sólo tres días antes, el presidente Zelaya había recuperado las 15.000 urnas que se encontraban secuestradas en la Base Militar Hernán Acosta Mejía. El pueblo, después de vivir tanto tiempo bajo dictaduras militares, salió a las calles masivamente a defender su derecho a opinar. Esa jornada, sin duda, se vivió con la certeza de que había que defender nuestras libertades.
Usted era una cara popular en la Honduras de Zelaya. Su rostro aparecía en los anuncios televisivos de la “cuarta urna”. ¿Se sintió especialmente perseguido por el gobierno de Roberto Micheletti?
Claro. Comenzaron a seguirme, a vigilarme. Recibía llamadas a casa constantemente, muy violentas: “Te vamos a matar, hijo de puta, sabemos dónde vives, tienes los días contados”. Tuve que cambiarme de casa. Cuando asesinaron a Jairo Sánchez, presidente del Sindicato de Trabajadores del Instituto de Formación Profesional, vi que tenía que huir de mi país. La persecución, hasta el día de hoy, es cruel.
EE UU no está dispuesto a que en su patio trasero, Centroamérica, exista conciencia democrática.
Se estableció en España bajo la condición de refugiado político. Pero no pudo traerse a su familia de Honduras. ¿Cómo ha sido la experiencia para Carla, su esposa, y sus dos hijos, Rodrigo y Doris?
Primero, quiero agradecer la generosidad del pueblo español. Me han recibido muy bien. Porque es doloroso ser exiliado. Más aún dejar a la familia en un país dominado por las fuerzas militares. La situación de mi familia ha sido difícil. Ella tiene un pequeño salón de belleza, y en los últimos tiempos pasaba gente rara, de la inteligencia, preguntando por mí. Afortunadamente, acabamos de conseguir sacarles de Honduras hacia otro país de Centro América.
La empresa noruega Petroleum Geo Services (PGS) anunció la aparición de petróleo en Honduras justo cuando Zelaya había dado la espalda a Estados Unidos y se había alineado con Hugo Chávez. ¿Pudo influir en el golpe?
Desde los años sesenta, EE UU conoce de los yacimientos de petróleo en Honduras. Por supuesto que influyó. No están dispuestos a que en Centroamérica, en su patio trasero, exista conciencia democrática. El presidente Zelaya se enfrentó directamente a los intereses trasnacionales.
¿Qué otras evidencias cree que hay de la vinculación entre el gobierno de Estados Unidos y el gobierno de Roberto Micheletti?
Que seis meses antes del golpe hubo reuniones como la de la propia base militar de EE UU, Palmerola, con empresarios locales, militares, políticos y religiosos testaferros, que representan sus intereses.
La cúpula golpista comulga con los intereses de dominación religiosa del Opus y la IglesiaEn el documental aparecen miembros de la Iglesia católica de Honduras defendiendo el golpe de Estado. ¿Hasta qué punto el Opus Dei y la línea dura de la Iglesia apoyaron a Micheletti?
La cúpula golpista comulga con esos intereses de dominación religiosa. Es simbólico, pero es llamativo, el veto a la aprobación de la píldora “del día después”. La propuesta de prohibición en el Congreso fue de la mano del Opus Dei. Zelaya escuchó a los movimientos feministas, y dijo "no". Esa ley fue de nuevo fue restaurada después del golpe. Hoy siguen controlando el derecho de las mujeres a decidir.
Cuando Zelaya estaba en el exilio, en Nicaragua, usted se vio obligado a salir de Honduras, hacia Nicaragua. ¿Cómo fue el proceso de organizar la resistencia desde el exilio?
Somos exiliados en nuestra propia tierra. Miles de personas querían salir a Nicaragua. Al estar lejos del terror de las balas y la opresión, alzar nuestras voces es parte muy importante de la organización de un frente de resistencia.
El documental Quién dijo miedo denuncia torturas, asesinatos y el uso desmedido de la fuerza. Incluso una manipulación de una foto de un periódico (quitándole la sangre a un herido). ¿Por qué se ha silenciado tanto? ¿Fue tan dura la represión?
Hoy sigue silenciándose ese uso de la fuerza, y esa manipulación mediática sigue fortaleciéndose. La mayoría de asesinatos selectivos se han producido bajo el régimen del señor Lobo (en alusión a Porfirio Lobo, actual presidente de Honduras).
Asesinan a quien les place, controlan más del 90% de los medios.
En Honduras, al menos ocho periodistas han muerto asesinados en el último año. La prensa local no habla de ello…
Sí, siete de ellos en un mes, ellos asesinan a quien les place y les estorba, más del 90% de los medios son controlados, no sólo para silenciar, sino para causar terror y miedo. Los periodistas que no sigan la campaña de supuesta reconciliación que ameniza la cara de Porfirio Lobo saben a lo que se enfrentan. Pero la verdad no podrá ser enterrada.
¿Por qué considera que las elecciones que le dieron el triunfo a Porfirio Lobo en noviembre de 2009 no son legales ni legítimas?
Primero, porque los que convocaron las elecciones eran los propios golpistas. Además, Porfirio Lobo representa a un 26% del pueblo, ¿es eso legitimidad democrática? Fueron las urnas o las armas. La estructura golpista está intacta, y por supuesto Lobo es un instrumento de ella, si Lobo diera un paso hacia el pueblo, el Congreso, la Corte Suprema, la Fiscalía, los religiosos y Ejército le aplastaría. Y el César imperial alimentaría a sus leones.
Sólo queremos una verdadera democracia.
La comunidad internacional ha comenzado a reconocer al régimen de Porfirio Lobo. ¿Qué le parece la postura de España, antes crítica con todo el proceso?
El sine qua non de las políticas internacionales es posicionar los intereses económicos sobre la dignidad de los pueblos. África, América y Asia no lo desconocen, ni el pueblo español tampoco.
El documental Quién dijo miedo va a ser presentado en todo el mundo (el 8 de julio se estrena en Madrid). Y hasta en Honduras, en el día del aniversario del golpe (28 de junio). ¿Qué expectativas tienen sobre su repercusión?
El documental es el fiel testimonio de una lucha pacífica, y una denuncia de los atropellos a la libertad. A un año del golpe de Estado, sabemos que Honduras es un pueblo que no se rinde. Latinoamérica por primera vez, está unida para no dejarse avasallar. Esperamos que ayude a denunciar la situación y que la presión internacional sobre el régimen sea mayor.
¿Cuáles serían los pasos, en su opinión, para que vuelva a ser restaurado un gobierno democrático en Honduras?
Lo que el pueblo desea es una Asamblea Nacional Constituyente. Sólo queremos una verdadera democracia, participativa e incluyente. Justicia social, que equivale a refundar el país. Con un millón de firmas el pueblo tiene derecho a autoconvocarse, el pueblo tiene derecho a opinar, es eso democracia, ¿no?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario