Por Víctor Arrogante
Estamos viviendo días en los que los bulos y las mentiras aparecen en los medios a sabiendas de que son noticias falsas y quienes los difunden lo hacen a sabiendas de lo que hacen
Los bulos o noticias falsas tienen un fin: crear alarma política y social, en beneficio propio. Lo vemos diariamente con Pablo Casado y determinados miembros de su partido, que han hecho de las declaraciones políticas, un engendro de mentiras y tergiversaciones sobre la realidad.
Lo que sucede recuerda a otros tiempos de la historia. Me refiero a la propaganda nazi en la Alemania de Hitler. La propaganda fue el intento coordinado del partido nazi para influir en la opinión pública alemana a través del empleo de la propaganda en los medios de comunicación, que les proporcionó un instrumento crucial para adquirir y mantener el poder, así como para la ejecución de sus políticas, incluyendo el exterminio de millones de personas. Se promovió la ideología para demonizar a los enemigos del partido nazi; en particular, los judíos, comunistas e intelectuales.
Aquí voy a hacer un repaso a las últimas mentiras y falsedades que Pablo Casado ha lanzado y que algunos medios han detectado y denunciado, como eldiario.es. Es falso que el ministro Garzón dijera que los ganaderos españoles son maltratadores de animales y que exportan carne tóxica al exterior. Como es falso que dijera que España exporte carne tóxica, ni tampoco calificó a todos los ganaderos españoles en su conjunto como maltratadores. Dice Pablo Casado que: Parece que el Gobierno tiene problemas para aprobar la reforma laboral y que si «quisieran aprobar la mochila austriaca y no derogar las partes de nuestra reforma laboral del 12, que ASAJA, ANSAN o Foment en Cataluña reclaman», saldría adelante. No dice que la principal patronal española, la CEOE, ha respaldado el acuerdo, junto con los grandes sindicatos CCOO y UGT.
Pablo Casado argumenta que: «Están dando un millón de euros para la Guerra Civil o no sé qué archivos que quieren digitalizar». Miente. El millón de euros «para la Guerra Civil» es un proyecto para digitalizar un archivo de 787.000 documentos de la represión de la dictadura, un asunto –el de las víctimas que no son de ETA– que al líder del PP le produce desprecio y mofa desde que hablaba de «la guerra del abuelo» y «las fosas de no sé quién» en uno de sus primeros discursos públicos.
Dice Pablo Casado que el empleo privado en España no ha crecido, sino que aún no se ha recuperado. «La EPA sale así porque se han creado más de 200.000 puestos de funcionarios». Datos falsos deliberadamente utilizados. El empleo privado creció en 2021, y de hecho lo hizo mucho más que el público. El año pasado se crearon 744.300 puestos de trabajo en el sector privado –una subida del 4,66%– mientras que el sector público aumentó en 96.400 ocupados –2,85%–. También es falso que haya 200.000 funcionarios más. Gran parte de las nuevas altas son por sustitución de jubilaciones.
Pablo Casado no da un solo dato correctamente, cuando habla de 25 millones de personas pobres en España. El informe Cáritas, que cita, habla de 6 millones de personas en pobreza severa, no de 25 millones. En cuanto a los 2,5 millones de personas que van a las parroquias para poder comer, de nuevo Casado suelta una cifra que no cuadra con la realidad. Según Cáritas,1,6 millones de personas acudieron a bancos de alimentos el año pasado. Un dato muy inferior al que enuncia el presidente del PP. Y podríamos seguir desmontando mentiras y falsedades hasta el infinito, porque Casado no para de difundirlas en beneficio político propio para desgastar al Gobierno.
Cambiemos de tercio, que no de corrida. Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda en la Alemania nazi, estuvo a cargo de una maquinaria de propaganda que alcanzó todos los niveles de la sociedad alemana. El uso generalizado de la propaganda por parte de los nazis es responsable de que el término en sí haya adquirido sus connotaciones negativas actuales. Se centró en declarar que los judíos eran la fuente de los problemas económicos de Alemania; presentando temas más comunes entre los países en guerra, como la inminente derrota de sus enemigos o la necesidad de seguridad.
A continuación me voy a referir a las leyes de propaganda nazis, los 11 principios y el alcance de cada uno, que utilizaron durante el tiempo que ostentaron el poder, inspirados por Joseph Goebbels:
1. Principio de la simplificación. Este principio se basa en la reducción de toda la complejidad de los distintos enemigos a una realidad muchísimo más discreta, desprovista de diversidad y muy fácilmente identificable. El propósito es infundir a todo lo que se opone a las propias ideas de un rasgo común y sencillo donde se reduzcan sus aristas hasta la misma caricatura. De esta manera, no existiría nunca una batalla contra múltiples antagonistas, sino una guerra en la que solo bregaría un sencillo contendiente: el mal, la brutalidad, la injusticia o la ignorancia.
2. Principio del método de contagio. Este principio estaría asociado al anterior. Sus objetivos son sencillos: además de simplificar los hechos, se pretendería dispersar una serie de atributos a todos los sujetos que se acojan a ideas opuestas a las propias. A menudo son adjetivos de contenido negativo, humillante y/o ridiculizante; que se asignarían, sin meditarlo, al opositor.
3. Principio de la transposición. En el momento en que se fuera objeto de una acusación ineludible, sería necesario señalar al otro por exactamente el mismo «error» que ha hallado en nuestra manera de proceder. En Política puede observarse cuando trascienden casos de malversación o apropiación indebida hasta la opinión pública, los cuales motivan un cruce de reproches en los que se ensalza que: «pues tú también lo hiciste, e incluso peor que yo». Con esta actitud se persigue generar una distracción que desvíe la atención de la propia figura y que se ubique de nuevo en los demás, manteniendo toda sombra de sospecha fuera de nuestras inmediaciones.
4. Principio de la exageración y de la desfiguración. Este principio prevé que todo error del otro ha de ser aprovechado de forma inmediata. Para ello se procedería a desdibujar su relevancia y su alcance, de modo que pareciera un suceso mucho más grave o negativo (para los propios intereses) de lo que realmente es. Se buscaría trazar amenazas en casi cualquier acto que el enemigo llevara a cabo, incluyendo aquellos a los que solo se les pudiera atribuir importancia anecdótica o circunstancial.
5. Principio de la vulgarización. Este principio propone que las propiedades de los mensajes a comunicar han de adaptarse al nivel de los individuos que van a recibirlo, y en concreto al menos inteligente de todos ellos. A través de tal proceso se eliminarían todos los matices complejos, y se buscaría difundir algo tan «simple» que cualquier ser humano podría llegar a comprender. Esta forma de diseñar los anuncios de propaganda iba dirigida a la masa y no a los que la formaban, aprovechando que los grupos son más fáciles de convencer que los individuos aislados (y que también olvidan más rápido).
6. Principio de la orquestación. Las ideas que se quieren transmitir a la masa han de repetirse de forma continuada, usando distintos prismas y ángulos pero insistiendo en el mismo concepto. Es importante que todo se reduzca a lo más básico posible, de forma que sea casi imposible que se perciba un atisbo de duda o contrariedad en el contenido de lo que se transmite. Esta estrategia es básica, puesto que aumenta las ocasiones en que el mensaje está disponible, lo que incrementa el grado de credibilidad que las personas le atribuyen y su disponibilidad en la conciencia individual.
7. Principio de renovación. Este principio alude no al contenido, sino a las formas, y más en particular al ritmo con el que se transmite la información. El propósito sería generar tantas acusaciones que la víctima no dispusiera de margen temporal suficiente para excusarse o demostrar su falsedad, pues en el momento en que intentara liberarse de todo su lastre el discurrir del tiempo le habría relegado a una situación de irrelevancia. En definitiva, el propósito es abrumar al rival y sobresaturar al pueblo.
8. Principio de la verosimilitud. Toda información debería estar sustentada por el mayor número de fuentes posible, algo que resultaba muy viable en la Alemania que este Ministro nazi de Propaganda proyectó (puesto que había prohibido cualquier medio que no comulgara con las ideas de su partido). En el mismo principio se contemplaba también la posibilidad de «camuflar» mentiras dentro de una noticia objetivamente cierta, haciendo que estas fueran más fácilmente digeribles para el público diana.
9. Principio de la silenciación. Este principio tiene el objetivo de acallar todas las noticias positivas sobre los rivales, usando los medios de comunicación afines a la causa. El fin sería sesgar la información de que podrían disponer, e incluso reservar noticias negativas o falsas para el momento en que surjan logros del adversario, contrarrestando sus efectos en el oyente. Para este principio, lo fundamental es el tempo y la tergiversación.
10. Principio de la transfusión. A través de este principio se pretendería hacer uso de la historia de una nación, e incluso de sus mitos populares, para conectarlos de una manera directa con el contrincante a derrocar a través de analogías y equiparaciones. El fin es aprovechar un odio preexistente, cuya raíz se hunde en el acervo cultural y social común, para vertirlo de forma directa sobre quienes se oponen a un régimen.
11. Principio de la unanimidad, para hacer creer que las ideas que se desea difundir, gozan del consenso de toda la población. Este principio aspira a aprovechar el conocido fenómeno del conformismo social, al que se atribuye una enorme capacidad para la persuasión, especialmente entre aquellos que desconfían de su propio criterio para guiarse a lo largo de la vida.
Nota: Cualquier parecido del discurso de Pablo Casado y sus correligionarios, con los fundamentos de la propaganda nazi que hemos desarrollado, son pura coincidencia.
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