sábado, 21 de septiembre de 2019

Soberanía, derechos humanos y de la naturaleza



La construcción de soberanía la entendemos a partir de asumir que es tan importante el respeto a los derechos de las personas como el respeto al derecho de la naturaleza. Esto estaría en la base de la soberanía en un modelo de desarrollo y bienestar que entiende que los bienes de la naturaleza son comunes y un patrimonio de toda la sociedad, por consiguiente no puede caber la privatización ni pueden entenderse esta riqueza natural como mercancía.

En esta construcción de soberanía no puede caber el extractivismo, entendido como una industria que explota las personas y los bienes comunes de la naturaleza con el único propósito de hacer dinero, pasando por encima de los derechos de preservación y regeneración tanto de los bienes naturales como de los seres humanos.

Nuestra Centroamérica está conducida por quienes sostienen el paradigma que todo se resuelve desde arriba, desde el poder que controla y domina, desde la producción para el consumismo, al tiempo que entiende el desarrollo a partir del crecimiento y la explotación de los bienes de la naturaleza por encima de la capacidad de regeneración de los mismos. Es el paradigma productor de desigualdades, concentración de riquezas en poquísimas manos y en la miseria de millones de seres humanos.

Una industria es extractivista cuando entiende que los seres humanos son mano de obra a explotar, sin respetar su dignidad de personas ni sus derechos humanos y laborales, y cuando no se garantiza la preservación y regeneración digna y de calidad de su vida presente y futura.

Igualmente, es extractivista la industria que  explota los bienes naturales como el agua, los bosques, los minerales, la tierra, el aire con el propósito de producir dinero al corto plazo y con el menor costo posible, pasando por encima de las comunidades, sus culturas, sus tradiciones y sus territorios, y sin invertir con igual énfasis en la regeneración de los bienes y riquezas extraídas.

La construcción de soberanía la hemos de entender a partir de un nuevo modelo de desarrollo y bienestar, basados en relaciones dignas, en armonía y respeto entre los seres humanos y con la madre naturaleza. Cuando hemos construido un nuevo tejido de convivencia social y política, la naturaleza aportará a los seres humanos de todo aquello necesario para la reproducción digna de la vida, mientras que los seres humanos alcanzan un nivel humano y digno de respeto que producen lo que necesitan para vivir en base al respeto pleno de los derechos humanos y pleno respeto de los derechos de la naturaleza.


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