jueves, 12 de septiembre de 2019

¿Demasiadas promesas ausentes?


Por Javier Suazo

Foto:reporteindigo.com

Tuxtla, viene del Nahualtl Tuchtlàn que significa lugar de conejos… En realidad, para Quique Soto, un destacado economista e historiador hondureño, esta palabra significa lugar de narcotraficantes y corruptos y abarca la mayor parte de los países de la región.

Recién se celebró en la ciudad de San Pedro Sula, Honduras, la XVIII Cumbre de Tuxtla, un mecanismo de consulta y propuestas de México y los países de la región centroamericana, para consolidar los procesos democráticos, la paz y promover el desarrollo económico y social en un marco de estabilidad política. Este mecanismo de diálogo y concertación se creó en enero de 1991 en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, donde participaron los presidentes de los países en mención. En 1996, se sumaron Belice y Panamá, y en 2009, Colombia y República Dominicana.

Por ser un mecanismo regional, se integra a los mecanismos creados en el marco del Sistema de  Integración Centroamericana (SICA),  cuyo presidente es Vinicio Cerezo, expresidente de Guatemala ( 1986-1991), y la Secretaria de Integración Económica Centroamericana (SIECA), cuyas iniciativas y proyectos deberían ser apoyados por el Banco Centroamericano de Integración Centroamericana (BCIE); sin embargo, un vistazo a los programas y proyectos específicos derivados muestran que los recursos destinados son insuficientes si se comparan con aquellos para financiar proyectos extractivos y de infraestructura económica, donde los mayores beneficiarios son empresas extranjeras y grupos empresariales locales; ello, aun cuando, personeros del BCIE argumentan haber destinado 3,000 millones de dólares, apoyando además en la actualidad el Plan de Desarrollo Integral de los Países del Triángulo Norte y México.

La Comisión Económica para América Latina (CEPAL), además de coordinar la elaboración del Plan, en palabras de su Secretaria Ejecutiva, Alicia Bárcenas, considera que los países deben pedir en la próxima reunión de la Asamblea de Naciones Unidas (ONU) la liberalización del Fondo Verde con fondos para México y los países de la región centroamericana que ascienden a 65 millones de dólares, focalizados en atacar las causas del cambio climático (¿una de ellas es el extractivisimo por decreto?), frenar el derecho a migrar y combatir el desempleo y subempleo generado por políticas neoliberales de reducción de la inversión real y desatención de sectores generadores netos de empleo como el sector forestal y viviendas.

Los países del Triángulo Norte, en especial El Salvador, se comprometieron a fortalecer la Unión Aduanera, aunque el mayor beneficiario sea, a la larga, Guatemala, que cuenta con un sector productivo más dinámico, acompañado de un grupo empresarial que todavía mira la industrialización como un instrumento para reducir la dependencia de productos primarios de exportación y el pago de bajos salarios.

El anfitrión del evento, Juan Orlando Hernández (JOH), propuso la integración de una coalición de actores para concertar una inversión, denominada de “choque”, así como la Fuerza de Seguridad creada para reprimir las protestas de los jóvenes estudiantes, para generar empleos en los países del Triángulo Norte y atacar otra de las causas de la migración denominada ilegal (¿es un derecho humano?). Ello complementario a las acciones lideradas por Honduras para promover encuentros empresariales mesoamericanos orientados a concretar proyectos de inversión externa en rubros como turismo e infraestructura.

Entre los principales acuerdos de la XVII cumbre Tuxtla, destacan: a) Continuar consolidando el Mecanismo de Diálogo y Concertación Tuxtla; llevan más de 25 años en ello; b) Una migración segura, ordenada y regular, al estilo Donald Trump, el gran ausente de esta Cumbre, ya que sus políticas migratorias se avalaron sin más; c) Prevención y lucha contra la violencia, el delito, el crimen organizado transnacional, las drogas y corrupción; d) Una estrategia regional de ciber seguridad.  

A ello se suman los anuncios del presidente Hernández, referidos a la inversión de 100 millones de dólares por los maquiladores para generar 15,000 puestos de trabajo (¿el sueño del programa 20/20 de generar 600,000 empleos sigue vigente?), una nueva ruta de vuelos entre Roatán (isla hondureña) y Toronto, Canadá, por medio de la empresa West Jet; y el apoyo a los productores de café que han sido afectado por la caída del precio en los mercados internacionales.

Para el gobierno de la República y empresarios regionales, la Cumbre de Tuxtla XVII fue un éxito, aunque lució descolorida ya que ninguno de los presidentes de los demás países miembros participó del evento, lo que restó importancia, aunque algunos como el de Guatemala, habían confirmado su asistencia. En otras Cumbres, al menos, dos presidentes “chinean la piedra” de la región a los ojos de México, que es el principal promotor del mecanismo de consulta y concertación. Para líderes de la oposición política, los presidentes no asistieron porque JOH ha sido mencionado en un tribunal de justicia norteamericana de estar ligado al narcotráfico. Lo cierto es que, desde hace mucho tiempo, este mecanismo perdió vigencia, y en la actualidad vuelve a tomar fuerza por el interés de México y USA para detener a toda costa la migración irregular, sumada a los problemas de violencia y tráfico de drogas que se enfrentan.

Por otra parte, el discurso y libreto utilizado en la Cumbre es derivado de las estrategias y políticas neoliberales vigentes, y las nuevas políticas de seguridad y comercio promovidas por el gobierno norteamericano. Un tema es el desempleo que afecta la mayoría de la población de los países de la región, pero todavía no se miran propuestas regionales efectivas orientadas a modificar este librero privatización, contracción del gasto de inversión pública y salarios espurios y de mala calidad, donde las mujeres son las más afectadas.

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