jueves, 5 de junio de 2014

Todos seremos “Resistencia”



Por Julio Escoto

Propongo arrancarle el sesgo político al movimiento de resistencia cívica (cosa imposible pues desde Aristóteles se ha muy bien definido que el hombre es animal político) para hacerlo solo ético.

Que desnudemos a la acción de resistir a la explotación económica, a la manipulación ideológica, a la indiferencia social y al aplastamiento cultural, de su peso político y transformémosla en respuesta apolítica por parte del ciudadano, de modo que nos quede una reacción estrictamente moral.

El FNRP pasaría, así, a ser sólo un componente de la nueva visión del hondureño, y si quiere ser director del proceso debe ganarse el lugar, luchar por él y conquistarlo, no a lo espontáneo como pueda pretenderse hoy.

Obvio que distingo los ojos con que han de verme los compas tras estas ideas y se han de preguntar hacia dónde voy, si es que no me acusan de traición.

No hay tal sino que siendo claro que la ligazón del término Resistencia con un partido, grupo o tendencia política asusta a inocentes gentes, ingenuas personas, convirtámoslo más bien en proyecto de rescate ético, que al fin es lo mismo.

Capacitemos al hondureño para que ante eventos de corrupción, menores o mayores, oficiales o civiles, se alarme, proteste, enoje y vomite pues todo delito gubernista atenta contra el bienestar social.

Hagamos que su resistencia se exprese en gran celo para observar, cuidar y fiscalizar los hechos y prácticas de gobierno, al término de asistir inmediato a la autoridad —cumpla o no esta— para denunciar la violación a la ley.

Preparémoslo para que entienda y resista los esquemas de alienación que lo atrapan y se haga crítico, analítico, seguidor de la duda metódica pues sólo la inteligencia salva.

Despertémoslo para que comprenda que el bien no es gratuito y que se perfecciona y hace permanente sólo tras derrotar, también inagotablemente, al mal.

Forcemos a los líderes para que se desprendan de credos partidistas y se incorporen a la ideología universal que procura la superación humana.

Einstein dijo una vez al New York Times (1952), refiriéndose a la formación humana: “No basta enseñar al hombre una especialidad. Aunque eso pueda convertirle en especie de máquina útil, no tendrá una personalidad armoniosamente desarrollada. Es esencial que (…) adquiera comprensión de los valores y profunda afinidad hacia ellos. Debe adquirir un vigoroso sentimiento de lo bello y lo moralmente bueno. De otro modo, con la especialización de sus conocimientos más parecerá un perro bien adiestrado que una persona armoniosamente desarrollada”.

Lo que aplica a la politicidad. Ejemplos hay de fanáticos partidarios que apenas llegan a canes obedientes; candidatos que esconden tras sonrisas albas al más horroroso conservadurismo, retrógradas vetas fascistas; caudillos espirituales y religiosos con desalmada afición de lucro y que por ende deben ser desenmascarados; autoridades autoritarias, y no es redundancia; diputados cuya curul es un banco y no precisamente para sentarse.

El vicio, el delito, el crimen son apolíticos y por ende puede enfrentárseles también desde la apoliticidad.

Entrar a la idea de resistencia moral es pues, como afirma Einstein, comprender valores y generarles afinidades amorosas y familiares; tener percepción para lo bello pues lo bello es bueno y lo bueno es moral; y particularmente ejercer la praxis ética, que son la indignación, la rebeldía, el reclamo, la protesta, la ira, el combustible para contrarrestar y vencer al mal, venga de donde venga y con los vestidos que traiga.

Para ello no es forzoso pertenecer a instancias políticas, aunque conveniente. Se ocupa estar vivo y sentir dignidad, reconocerse ente humano responsable y amar a otros, con quienes corremos la existencia en la misma nave planetaria, una a la que sólo el principio de resistencia empuja más allá de la oscura miseria terrenal.

“Un patriota” dijo Abbey, “debe estar dispuesto a defender la nación contra su propio gobierno”. Irónica verdad.

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