viernes, 20 de junio de 2014

Impunidad e indefensión, caracteriza la actividad de defensa de los Derechos Humanos en Honduras



Por Sandra Rodríguez

Se presentó un informe el cual recalca la impunidad e indefensión en la que se encuentran los Defensores y Defensoras de los  Derechos Humanos en Honduras que pretende  brindar  una  visión  cercana  a  la  realidad  que   viven  las  personas  que hacen de la defensa y promoción de los Derechos Humanos en Honduras, su actividad principal y aquellas  que  combinan  esta  labor  con  otras  actividades  productivas.

Y no sólo es ir más  allá  de  ofrecer  fríos  datos  estadísticos  a  quienes  se  interesan  en  el  tema y que desnudan la  precariedad en que los  defensores y defensoras hacen frente  a los  enemigos todopoderosos  que  se  niegan  a reconocer  que  todas  las  personas  tienen  los  mismos derechos  que ellos y que el Estado es un instrumento para garantizar tales derechos, relata el informe “Impunidad e indefensión, un vistazo a la realidad de las y los defensores en Honduras”, de la Asociación para una Ciudadanía Participativa, ACI-Participa.  

También se pretende sensibilizar a los funcionarios  del  Estado,  al  frente  de  instituciones  especializadas, como ser la Fiscalía  Especial  de  los  Derechos Humanos,  Comisionado  Nacional  de  los  Derechos  Humanos,  CONADEH, el  Sistema  Judicial  hondureño  y  lo  que queda  de la  Secretaría  de  Justicia  y  Derechos  Humanos,  de  su  enorme  responsabilidad  en  el  tema  y de  lo  poco  efectivo  que  ha  sido  su  trabajo  hasta  ahora,  a  la  luz  de  los  hechos  señalados  aquí,  que  no es,  ni  por  cerca,  el  universo  de  las  violaciones  a  los  derechos  de  las  defensoras  y  defensores  durante el  2013.

Además despertar  el  interés  de funcionarios  y  funcionarias  de  los  organismos internacionales,  la  cooperación internacional  y la  representación diplomática en el país, para que revisen  si con  sus  políticas  de  cooperación,  han  estado  propiciando,  no  solo  la  violación  de  los derechos  humanos  de  la  población  hondureña,  sino  también,  la  persecución,  criminalización, judicialización, estigmatización  y  el  asesinato  de  los  defensores  y  de  las  defensoras  de  los  Derechos Humanos  en  Honduras.

El informe revela que los defensores y defensoras de Derechos Humanos con mayores ataques registrados son  aquellos  que  ejercen  su  derecho  a  la  defensa  de  sus  territorios  y  bienes  naturales, destacan entre ellos los  casos  de las  comunidades  de Nueva Esperanza, Atlántida; Río Blanco, Intibucá;  y Locomapa,  Yoro. También hay campesinos y campesinas; periodistas,   comunicadores y comunicadoras sociales; y miembros  de  la comunidad  de la diversidad sexual (LGBTI).

El  problema  de  la  inseguridad  ciudadana  se  torna  aún  más  complejo  con  la  profunda  crisis  de legitimidad  del  Estado,  potenciada  por  el  Golpe  Militar  de  Estado  en  2009  que  rompió  el  orden constitucional  y  el  estado  de  derecho.  


Policía  Nacional, Fuerzas  Armadas  y   Poder  Judicial  carecen de  legitimidad  frente  a  la  ciudadanía,  generando  anomía  en  la  sociedad  al  no  aplicar  la  Ley  por  igual, no  combatir  la  inseguridad  y  tolerar  un  nivel  elevado  de  impunidad.

También muestra que distintos  informes  situacionales  de  Derechos  Humanos  señalan  a  la  Policía  Nacional  y  Fuerzas Armadas  de  Honduras  como  los  mayores  violadores  de  Derechos  Humanos.

Y que históricamente  la percepción  ciudadana  sobre  los  operadores  de  justicia  es  sumamente  desfavorable,  para  el  caso,  el 68.7%  de  los  habitantes  del  Distrito Central  no  confía  en  la  Policía  Nacional Preventiva,  el  60.1%  no cree  en  la  Dirección Nacional de Investigación Criminal, DNIC  y  61.4%  desconfía  de la Fiscalía.  

En  parte  la  desconfianza  ciudadana  se  basa  en  el criterio  de  que  existen  policías  cómplices  con  la  delincuencia,  son  incompetentes  y  violentos  porque no  están  capacitados .

El asesinato de dos jóvenes universitarios en 201 1 (entre ellos un hijo de la rectora de la UNAH), evidenció  la  participación  directa  de  la  Policía  Nacional  y  otros  organismos  operadores  de  justicia  en ejecuciones  extrajudiciales,  deteriorando  la  ya  deslegitimada  institucionalidad  y  reabriendo  el debate  sobre  la  necesidad  de  una  reorientación  de  las  Políticas  Públicas  en  materia de  Seguridad  y Derechos  Humanos.

Ante el deterioro de los  operadores de justicia  y el clima de inseguridad  generalizado, los  mayores beneficiados  son  los  operadores  del  “negocio  del  miedo”,  por  un  lado  se  incrementa  la  compra  (legal e  ilegal)  de  armas  como  mecanismo  de  autoprotección,  generando  un  efecto  perverso  en  relación  al fenómeno  que  se  quiere  superar ,  por  otro  lado  aumenta  la  relación  entre  agentes  de  seguridad privada  y  agentes  de  seguridad  del  Estado, manifiesta el informe.

El  crecimiento  exponencial  de  compañías  de  seguridad  tiene  una  relación  directamente proporcional  con  el  fracaso  del  Estado  en  materia  de  seguridad,  en  su  mayoría  estas  compañías  son propiedad  de  ex  miembros de  la  Policía Nacional y  de  las  Fuerzas  Armadas (varios  involucrados  en violaciones graves a los  Derechos Humanos durante las  últimas décadas del pasado siglo), agrega el texto.

Según informe  de la  ONU ,  por cada miembro de la  Policía Nacional existen cinco Guardias de seguridad privada,  la  existencia  de  un  ejército  en  manos  de  la  empresa  privada  representa  una  amenaza peligrosa  para el resto de la población.

Hasta  el  día  de  hoy  se  encuentran  en  impunidad  decenas  de asesinatos  de  Defensores de  Derechos Humanos en  el  Bajo  Aguán, hechos  en  que  los  guardias  de seguridad  privada  al  servicio  de  terratenientes  (en  confabulación  con  agentes  de  seguridad  del Estado)  son  señalados  como  responsables  por  organizaciones  campesinas  y  de  Derechos Humanos.

El ex CONADEH, Leo Valladares Lanza, director ejecutivo de ACI-Participa,  dijo que es urgente convocar a un nuevo pacto social en materia de seguridad y Derechos  Humanos  con  amplia  participación de la sociedad  civil.

La población en general y particularmente, las defensoras y defensores de los  derechos humanos, esperan sin mayores expectativas que el nuevo comisionado nacional de los derechos humanos, sea  una  persona  comprometida  con  el  respeto  y  promoción  de  los  DDHH  y  con  demostrada capacidad  para  el  cargo.

Gasto inoficioso en seguridad
En cuanto a la relación Costo Resultado, de acuerdo  a  los  presupuestos aprobados  por  el  Congreso Nacional para  el  año  2013,  para  las  tres instituciones estatales que hacen la labor de operadores de justicia, éstas recibieron un total de 7, 786.8  millones  de  lempiras,  distribuidos  entre el Poder  Judicial1,825  millones  de  lempiras  del  Presupuesto  General,  más  6  millones  de  lempiras de  la  Tasa  de  Seguridad; Ministerio Público 996.7millones de  lempiras del Presupuesto General, más 65.3 millones  de lempiras  de  la  Tasa  de  Seguridad; y la Secretaría  de  Seguridad  4,370  millones  de  lempiras  del  Presupuesto  General,  más  523.8 millones  de  la  Tasa  de  Seguridad.

Vista  la  situación  actual  del  país,  convertido  en  el  país  más  violento  y  peligroso  del  mundo,  gracias  al clima de inseguridad de la ciudadanía, la criminalidad, la alta presencia del crimen organizado, la elevada incidencia  de violación a los  derechos humanos, etc., los  7,800 millones de lempiras  que invierte  el pueblo en justicia  y seguridad, se convierten en un gasto inoficioso,  dados los  magros resultados  que  estas  instituciones  entregan, expone el informe.

La  fracasada  depuración  policial  y  la  débil  institucionalidad  del  ente  estatal  llamado  a  proveer seguridad  a  la  ciudadanía,  da  vida  en  la  población  a  un  sentimiento  de  desamparo  e  indefensión  que obstaculiza  el  desarrollo  y  la  construcción  de  un  sistema  realmente  democrático.

Una  policía  ligada  a  la  delincuencia  común  y  al  crimen  organizado  es  verdadero  riesgo  para  la ciudadanía.  Contrario  a  lo  que  seguramente  sucede  en  otras  sociedades,  la  mayor  parte  de  la población teme  cuando se acerca un elemento policial o un militar, expuso Adalid Vega, al exponer el informe.    

En el caso de los  defensores y defensoras  de  los  derechos  humanos,  esta  sensación  es  todavía  más  profunda,  habida  cuenta  de  la campaña permanente de estigmatización y criminalización de los y las  defensoras y su labor, aparte  de  las  denuncias  de  violación  de  los  derechos  que  éstos  hacen  y  que  señalan  casi  siempre a policías  y  militares  como  los  violadores.

Por lo que la impunidad  es el mayor enemigo de los  defensores de derechos humanos en Honduras, ya que más del  90%  de  los  asesinatos  y  otras  violaciones  a  los  derechos  humanos  siguen  impunes, y las estrategias  de  seguridad  pública  del  Gobierno no  han  funcionado.  

Se cree que sacar a  los  militares a las  calles no ha sido factor  determinante en el control y disminución de la  violencia, de la delincuencia  común  y  del  crimen  organizado. Y que los  operadores  de  justicia  del  país,  siguen  teniendo  estructuras  débiles  lo  que  repercute  en la  falta  de  resultados  significativos.

Por lo que el  gobierno  es  garante  incapaz  de  la  integridad  de  los  defensores  de  los  derechos  humanos, manifiesta el informe “Impunidad e Indefensión: vistazo a la realidad de las/os defensoras/es en Honduras”, presentado este día por la organización de defensora de derechos humanos ACI-Participa .

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