Por Galel Cárdenas
Aunque en la actualidad quien hable de caudillismo en la lucha política de los pueblos por su liberación es francamente un anacrónico analista del siglo XX.
La palabra Caudillo (del latín: capitellium, cabeza) es un término utilizado para referirse a un cabecilla o líder ya sea político, militar o ideológico. Los liderazgos actuales latinoamericanos están representados por hombres que conducen a sus pueblos hacia una revolución y propugnan casi todos un socialismo del siglo XXI, que no está determinado por el socialismo científico al estilo Unión Soviética, China, Vietnam o Corea del Norte.
Los liderazgos en América Latina tienen una larga historia que nace precisamente con los héroes indígenas que en el nuevo continente hicieron frente a los españoles y fueron caudillos de sus pueblos combatiendo con sus limitadas armas correspondientes a su desarrollo histórico tecnológico y científico (Lautaro, Caupolicán, Tupac Amaru, Lempira, Atlacatl, Tecun Umán, Urraco, Nicarao,etc), fueron hombres de una talla que todavía alumbran con su pensamiento que como el caso de Lempira sus palabras iluminan el destino de nuestra historia: “No quiero saber de otras leyes, otras costumbres y otros reyes”. Fueron grandes conductores de hombres y mujeres indígenas, caudillos extraordinarios de sus pueblos en resistencia contra la conquista española.
La otra gran generación de hombres y mujeres se suscita con la independencia política de España: Morazán, Bolívar, San Martín, Sucre, Artigas, Martí, etc. Todos ellos pertenecientes al proceso cultural de la ilustración con la cual fundaron la patria actual republicana.
Caudillos sin precedentes, sólo comparables con las gestas heroicas de los líderes indígenas apenas tres siglos antes de su generación.
La tercera gran generación de líderes y caudillos latinoamericanos se suscita con la primera independencia verdadera de América Latina en un tiempo que se inicia en el siglo XX y se adentra el siglo XXI: Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, José Mujica, Rafael Correa, Daniel Ortega, Cristina Fernández entre otros.
Corresponden estos hombres a la visión revolucionaria del mundo, líderes que proponiendo un nuevo modelo de sociedad basada en la equidad, la justicia y la democracia participativa han conducido a sus pueblos por senderos distintos en donde se construye un nuevo hombre, en una nueva sociedad.
La mayoría de los mismos han dirigido a grandes núcleos de población, a las masas que, depositando su voto en las urnas, han acompañado a sus líderes hacia la conquista de un nuevo socialismo al estilo latinoamericano.
Sus propuestas políticas se inician con la instalación de Asambleas Constitucionales para transformar las estructuras políticas y económicas de sus países. Se conocen estos movimientos como procesos constitucionalistas, en los cuales los pueblos han determinado construir y reconstruir conceptos y estrategias políticas. Y han sido pensadores, dirigentes, líderes de sus comunidades locales y nacionales, quienes han propuesto las minutas programáticas de transformación hacia el socialismo, vía alterna para superar las falacias e inequidades del neoliberalismo actual.
José Manuel Zelaya se inscribe en este gran movimiento político del siglo XXI, de hombres y mujeres que poseen una visión totalizadora de la sociedad actual, neoliberal y atada a los intereses imperiales, la cual se debe desmontar para erigir un nuevo Estado equitativo, justo y verdaderamente democrático.
Vivimos en América la eclosión de un verdadero Estado revolucionario latinoamericano, cada país lo ha fundado desde la perspectiva misma de sus contextualidad histórica particular.
Y todos ellos, actuales presidentes y viejos luchadores de masas, han sido dirigentes muy queridos y amados por sus pueblos, por que los han guiado hacia un nuevo tiempo político, han cortado con el pasado fraudulento de la sociedad capitalista para preparar el terreno hacia una sociedad anti-oligárquica, anti-neoliberal y anti-imperialista, para crear un modelo social pro socialista por la vía pacífica de la reconquista de las soberanías diversas que contiene el poder popular nacido del voto mismo en las urnas.
Antes del golpe de Estado, vivíamos en una oscura y densa nube de confusiones que la élite mediática y fáctica nos había introducido en el pensamiento cotidianista y superficial.
José Manuel Zelaya entonces se propuso junto con el pueblo caminar juntos hacia esa construcción del modelo social equitativo en todas sus aristas.
Su liderazgo ha permitido crear un partido nuevo que se autodefine como anti oligárquico, anti neoliberal y anti imperialista, es decir un partido revolucionario, ese es el Partido LIBRE, que está en proceso de inscripción y que está movilizando a una gran parte del pueblo hondureño hacia la conquista de su libertad y de su refundación.
Líder o caudillo, no importa su definición, lo esencial es que es en este momento Manuel Zelaya Rosales, es el conductor de un pueblo dispuesto a ser libre mediante una nueva propuesta política, un nuevo escenario social, una nueva plataforma axiológica, un nuevo mundo para una sociedad que la élite dominante ha conducido hacia el fracaso y hacia la degradación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario