jueves, 17 de noviembre de 2011

La canción basura y la radio basura


Rebelión

Por Israel Colina

“Se vapulea con razón a la televisión basura,
pero nadie se ocupa de la canción basura, que paulatinamente va desgastando la veta sensible de los jóvenes”.


Mario Benedetti 

La radiodifusión venezolana vive hoy día su peor y más antiestético momento. La radio basura, acentuada a mediados de los años ochenta con la proliferación de las FM, encumbra ídolos de barro con contenidos grotescos, acompañados de moderadores, locutores y comentaristas, en su mayoría, mediocres. Son mediocres porque sus mentes y programas carecen de criterio; su intelectualidad discursiva arroja pruebas irrefutables de ello. De todas formas, eso no les importa. Lo que realmente les importa es la pauta publicitaria que puedan vender en sus espacios y “entretener” con canciones basura, artistoides basura y comentarios basura. Lo que se reafirma es el cómo se pierde el tiempo de la vida, en los medios de comunicación y del preceptor en estupideces y cómo se apoya, la destrucción cultural de un país, mediante la alienación y la enajenación.

El trabajo de promoción y difusión de talentos está basado en “la payola” (significa exigir un pago ilegal por parte de los dueños de concesiones de radio y musicalizadores o productores musicales de las emisoras, a cantantes o agrupaciones musicales para colocarlos en la pauta de transmisión), eso sin mencionar que así como existe “la payola” para que algo “suene”, existe la que se paga para que alguien “no suene”. Esa es la realidad de la radiodifusión venezolana privada actual. La pública ejerce un rol formativo y educativo. No obstante, muchas radioemisoras comunitarias, vale decirlo, parecen en pleno siglo XXI, templos del tercermundismo musical, repitiendo los esquemas de las radios comerciales, con sus musiquetas “de moda” impuestas por la industria cultural y olvidando a sus comunidades, a las cuales se deben; en pocas palabras, “perdieron el sur”.

Acerca de la canción basura, complementa Mario Benedetti en su obra “Memoria y esperanza / Un mensaje a los jóvenes”: “… también puede simplemente difundir un estribillo monótono, estéril y pueril, que nada dice y sólo sirve para aletargar al oyente o para enloquecerlo con el estrépito de un ritmo ensordecedor”. Por ello encontramos en sus letras decadentes, mensajes repetitivos y cursis como: “sin ti me falta el aire”, “sin ti me muero”, “sin ti no puedo respirar”; entre otras frases que son parte de una “fórmula” a todas luces antipoética, para “pegar” o “hacer sonar” la canción basura. Los padres y representantes de los niños y jóvenes tienen una dosis de responsabilidad al permitir que todo cuanto se cuela por las radiobasuras entre a sus casas con la permisividad del acrítico y que además justifica la existencia de esa canción basura como “algo de moda” o que “está sonando”.

En menos de cuarenta años, la llamada “música comercial” ha sufrido un declive tanto en sus planteamientos líricos como melódicos y se ampara en géneros llamados “urbanos” para legitimar un discurso reciclado de lo que ha nacido en las zonas “deprimidas” de las ciudades. La “ruralía” está como siempre, discriminada, porque es esencialmente popular, con firme raigambre en su entorno inmediato y eso ejerce el peso de la soberanía y la identidad, elementos contra los cuales está frontalmente, la canción basura. Lo sospechoso de la canción basura es que es entretenimiento vacuo, no ofrece nada ni musical ni líricamente valioso, y recibe todo el respaldo de los medios de comunicación, que en conchupancia con las empresas o sellos disqueros venidos a menos por la “piratería” (Recordad “La payola”), logra encumbrar a seres destructores del arte de la música, como ídolos generacionales sobre cuyos hombros y disfraces, pesa la decadencia estética presente y futura. Así, nos consiguen, lejanos, desunidos, alienados, enajenados y hasta defensores de la basura. La estrategia funciona.

La canción basura no puede ni podrá sobrevivir sin la radio basura. Haga un ejercicio. Sintonice en este instante las radioemisoras FM y AM de su ciudad y comprobará lo que digo. Sólo un mínimo porcentual está hablando de Venezuela, un máximo porcentual está dedicado a promover la canción basura con sus géneros diversos y foráneos, entre ellos el “reguetón” y el “vallenato”, incluso interpretados por artistoides nacionales ganadores de “premios internacionales”; porque eso es “talento venezolano”.

Mientras esto pasa, las mentes de muchos seres nacionales está siendo alejada y distraída de su patria. Los contenidos de las canciones y las radio basuras, no son más que rítmicas y líricamente, incitaciones al sexo sin el menor atisbo de cortejo. Otras se disfrazan con seudocontenidos amorosos, “románticos”, que pasan por los despechos y nostalgias más baladíes. Todos padecemos las canciones basuras con o sin sobresaltos y en esos momentos donde la historia reclama venezolanidad, un torrente de patria y tiempo se está perdiendo por la falta de autoridad. Allí están esas concesiones radiales, la mayoría, destruyendo la nación con canciones basura.

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