miércoles, 1 de septiembre de 2010
La lucha magisterial nos llama
Vos el Soberano
Por Hipólito Zúniga del Cid
La lucha del magisterio es esencialmente una lucha de todos(as) los que anhelamos la refundación de la sociedad nacional. Una de las banderas que, con orgullo alzamos, es la exigencia del pago de los fondos que con nuestro trabajo diario teníamos guardados para nuestra jubilación en el INPREMA, hasta que los políticos, mandaderos de la oligarquía, hincaron su colmillo para sus propósitos aviesos. El saqueo se intensificó con el golpe de estado a razón de la voraz necesidad de enriquecimiento rápido de los asaltantes del poder y sus adláteres. La deuda es superior a los 4700 millones de lempiras.
Asimismo, luchamos por la defensa de la educación pública, la cual, desde diferentes argumentaciones quiere ser privatizada. El deseo, de los que su única lógica de vida es la ganancia, es transformar un derecho humano en un negocio más, tal como ya lo han hecho con el agua, los bosques, la tierra y, lo peor, la vida humana misma.
También desean, a través de la Ley General de la Educación, transformar el currículo en una suerte de jaula que convierta a los alumnos(as) en homo faber, robot, gente sin otra cualidad que no sea vivir para trabajar y trabajar para consumir, sin imaginar siquiera, otras dimensiones de la vida humana.
Además de las demandas gremiales el magisterio reivindica la lucha contra la corrupción personificada por Alejandro Ventura, oscuro personaje que ha vivido a la sombra de un colegio magisterial, el que ha convertido en su hacienda particular y en trampolín para lanzarse a otras aventuras para las cuales lo que menos tiene es capacidad, credenciales éticas y méritos profesionales.
De tal forma que la lucha magisterial tiene un carácter patriótico, cívico y eminentemente popular. Esto lo entiende muy bien la derecha y sus asesores, por lo que, han lanzado a sus gorilas con las armas de la barbarie en ristre a reprimir cobardemente los gritos justicieros, los corazones alzados por bandera, los puños fuertemente apretados de la impotencia de tanto sadismo y grosería. Este es el humanismo cristiano, la reconciliación nacional y la unidad pregonada por pepe.
Es hora de seguir el ejemplo del COPINH, que sin condición alguna, tiene un contingente de luchadores solidarios acompañando la lucha magisterial, es hora de construir en la acción la unidad que más que lengua es marcha callejera de mujeres y hombres que hacen vibrar su dignidad en gritos rebeldes.
Por ahora el ojo del huracán es la lucha de los(as) maestros(as); al caminar y reflexionar junto a ellos(as) estaremos apuntalando la resistencia popular, eso generará las condiciones de la huelga general, de lo contrario, lo que nos espera es el reflujo popular. Bajo el sol o la lluvia, en las calles, deberán articularse las fuerzas que sin embustes, vanguardismos o vana figuración desean ser partícipes de la revolución popular.
Nos vemos en la pedagógica o donde nos convoque la conducción magisterial, hoy, porque mañana puede ser tarde.
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