Traducción Libre: Vos el Soberano
Por Dana Frank
¿Por qué Estados Unidos sigue apoyando al régimen represivo en Honduras? Mientras la secretaria de Estado Hillary Clinton continúa insistiendo que la democracia en Honduras marcha hacia adelante, el gobierno golpista del presidente Porfirio Lobo ha escalado sus ataques violentos contra los manifestantes pacíficos, las estaciones de radio de la oposición y los críticos. La represión bajo Lobo ha alcanzado niveles iguales a los de Roberto Micheletti, quien tomó el poder con el golpe de estado del 28 de junio 2009. La recompensa para Lobo: una cena con el presidente Obama esta semana.
Los detalles son escalofriantes y directos. El miércoles 15 de septiembre, día de la Independencia de Honduras, la policía y el ejército disolvieron brutalmente una manifestación de la oposición en San Pedro Sula, la segunda ciudad más grande del país. Primeramente las tropas irrumpieron en la entrada de Radio Uno, la única estación de radio de la oposición en la ciudad, lanzaron gases lacrimógenos en sus ventanas, destrozaron sus oficinas, y muy deliberadamente destruyeron una estatua hecha por el pueblo del depuesto ex presidente Manuel Zelaya. A los diez minutos de iniciado un concierto en el parque central de la ciuadad, la policía de repente irrumpió en el escenario destruyendo los instrumentos de los tres grupos musicales que estaban por participar en ese evento. Al mismo tiempo, en medio de nubes de gas lacrimógeno y otros productos químicos, las tropas atacaron salvajemente a los manifestantes que se reunieron pacíficamente, agarraban a la gente al azar y los golpearon con toletes. Los oficiales golpearon a adolescentes miembros de una banda de tambores de una escuela secundaria; rompieron todas las ventanas y las luces de una camioneta, propiedad de un sindicato, que se encontraba estacionada en las cercanías; un hombre mayor que vendía boletos de la lotería murió a consecuencia de los gases lacrimógenos.
Desde que Porfirio "Pepe" Lobo llegó a la presidencia de Honduras en enero, después de una elección fraudulenta en la que candidatos de la oposición se retiraron, él ha estado probando lo que él y las élites de la nación no pueden evitar, poco a poco han desatado más y más violencia contra la oposición. El 13 de agosto la policía atacó violentamente a los manifestantes pacíficos en Choloma con gases lacrimógenos, golpes brutales con toletes y más palizas durante su detención. Cuando los maestros marcharon en la capital, Tegucigalpa, el 26 y 27 de agosto, fueron recibidos con gases lacrimógenos, toletes e incluso munición real.
Asesinatos al estilo paramilitar y amenazas de muerte contra sindicalistas, activistas campesinos y feministas activamente en oposición siguen sin disminuir y con una total impunidad. La noche del viernes, 17 de septiembre, hombres armados dispararon y mataron a Juana Bustillo, una líder del sindicato de trabajadores del Instituto del Seguro Social. Nueve periodistas han sido asesinados desde que Lobo asumió el cargo. El 19 de septiembre en Tegucigalpa, unos desconocidos dispararon contra Luis Galdámez, destacado comentarista de radio y televisión de la oposición, cuando entró en su casa con su joven hijo. La policía ni siquiera se presentó hasta una hora y media más tarde.
Aunque muchos en la prensa de Estados Unidos todavía encasillan a la oposición hondureña como meramente partidarios del depuesto presidente Manuel Zelaya, ésta está unida por una visión mucho más profunda que espera hacer frente a la abrumadora pobreza del país y romper la cerradura del sistema político y economía impuesto por los oligarcas. La resistencia hasta ahora ha recogido 1.346.876 firmas (de un país de 7,8 millones habitantes) para convocar a una asamblea constituyente para refundar a través de ésta a la sociedad hondureña.
La oposición también está tratando de detener una ola de agresiones económicas contra el pueblo trabajador ya empobrecido. Está exigiendo que Lobo finalmente establezca un nuevo salario mínimo, como debió hacerlo desde hace meses como lo manda la ley. También trata de detener una reforma draconiana de la ley laboral del país, que no sólo va a destruir el empleo a tiempo completo, el empleo permanente – es a su vez legalmente necesario para que los trabajadores a formen sindicatos -, pero que también permitirá a los empleadores a pagar el 30% de lo que le deben a los empleados no en dinero real, si no en vales de la empresa - con el valor fijado por la empresa.
Lobo persiste en ocultar su régimen represivo-militar llamándolo un "gobierno de reconciliación nacional." Toda la represión, en su mundo de ficción, es sólo delincuencia común. Sí, mucha de la delincuencia común es dirigida por pandillas y es horriblemente rampante en Honduras. Pero ésta florece en el clima propicio de la pobreza masiva que los oligarcas de Honduras promueven; ésta delicuencia no es parte de los asesinatos selectivos a los activistas de la oposición y periodistas. Es Lobo, por supuesto, no las pandillas, el que ordena a la policía atacar las manifestaciones y tolera los asesinatos paramilitares.
El gobierno de Obama apoya a este régimen escalofriante al cien por ciento. La ayuda militar ha sido totalmente restaurada. El Fondo Monetario Internacional el 10 de septiembre anunció un adicional préstamo de 196 millones dólares a Honduras. Absurdamente, luego que Lobo lanzó gas lacrimógeno en el día de la Independencia de Honduras, Hillary Clinton elogió una vez más su "reanudación de un gobierno democrático y constitucional".
En lugar de ensalzar a Lobo, de enviar más y más armas y fondos e invitarlo a una cena elegante con otros presidentes que visitan las Naciones Unidas, Obama debe cortar todos los lazos con el régimen y dejar de presionar a la Organización de Estados Americanos para readmitir a Honduras. La Casa Blanca debería prestar atención a una carta que circula actualmente en el Congreso, patrocinado por el representante Sam Farr, y cortar toda la ayuda militar. Y por favor, nada de cenas que legitiman la represión y a matones fraudulentos.
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