viernes, 17 de septiembre de 2010
Los cambios que no funcionan
La Isla Desconocida
Por Enrique Ubieta Gómez
Es una lógica enrevesada, pero funcional. Los que quieren el capitalismo en Cuba, están “alarmados” ante el supuesto advenimiento del capitalismo en Cuba. Es interesante comprobar cómo los partidarios del capitalismo mueven en bloque sus piezas “de izquierda” y de derecha, para denunciar la “vocación” capitalista del gobierno revolucionario. El equipo trabaja cohesionado: “El clan Castro está retomando su proyecto de restauración capitalista”, dice alarmado Haroldo Dilla en Cubaencuentro, un proyecto editorial que se propone la desarticulación del socialismo; la bloguera de la trasnacional PRISA, que aboga abiertamente por soluciones capitalistas en Cuba, denuncia, de manera simultánea, la existencia de un “capitalismo de Estado”, centralizador, y la posible apertura descentralizadora. Claman por cambios, pero ante el menor movimiento alzan el índice acusador. Es funcional esa lógica, digo, pero enrevesada y cínica: las críticas suponen un disgusto por los probables efectos sociales negativos (siempre atenuados gracias al socialismo cubano) de las medidas anunciadas, pero expresan el deseo de que se implementen con un contenido radical, capitalista, lo que significaría que esos efectos serían verdaderamente devastadores. Dicen que vamos hacia el capitalismo, porque quieren que vayamos hacia el capitalismo. La intención es concatenar tres momentos de un discurso ambivalente, pero sólo aparentemente contradictorio:
1. El modelo no funciona. ¿Qué significa que el modelo no funciona? Para los revolucionarios cubanos, que el socialismo, para el que ya no existen modelos, debe perfeccionarse y adecuarse a circunstancias de época y de contextos nacionales; para los propagandistas del imperialismo, que el socialismo no es viable. Las trasnacionales de la prensa trafican con el significado de los términos “modelo” y “sistema”, porque la intención es cancelar toda posible esperanza en la factibilidad de un camino alternativo al capitalista. “La reducción de empleos públicos en Cuba y otras medidas para promover la iniciativa privada –anuncia eufórico El Nuevo Herald--, demuestran un reconocimiento por parte del gobierno cubano del "fracaso del sistema'' en ese país, dijo este martes el subsecretario de Estado para América Latina, Arturo Valenzuela”. Con esos fines manipularon la frase de Fidel, quien dejó al instante de ser presentado como “inmovilista”, para adjudicársele el reconocimiento imposible de que el socialismo no sirve. Pero Fidel los ataja: “Mi idea, como todo el mundo sabe, es que el sistema capitalista ya no sirve ni para Estados Unidos ni para el mundo, que conduce de crisis en crisis, que son cada vez más graves, globales y repetidas, de las cuales no puede escapar. Cómo podría servir semejante sistema para un país socialista como Cuba”.
2. Es necesario el cambio. Para los revolucionarios cubanos significa que el socialismo –es decir, que la justicia social y la independencia nacional-, propicien un desarrollo más eficiente, en el contexto de un bloqueo económico no menguado en más de medio siglo, y de relaciones internacionales capitalistas; para el imperialismo y sus voceros, significa que Cuba retorne al redil, al capitalismo dependiente, al neocolonialismo.
3. Pobres cubanos, van hacia el capitalismo, ¡arriba cubanos hacia el capitalismo! La estrategia mediática de las trasnacionales es alentar el malestar social ante cualquier medida de cambio –aún de aquéllas que previamente se reconocieron como imprescindibles-, fingir estupor ante situaciones que son mucho más graves en sus propios países de origen, y convencer a los millones de hombres y mujeres que ejercen una solidaridad inquebrantable de que no hay nada que defender, que los propios cubanos están desmontando el sistema (la supuesta coincidencia final del discurso entre gobernantes y falsos opositores de izquierda). Nuestra estrategia es hacer comprender que el proceso que se avecina es peligroso y doloroso, porque nos obliga a caminar sobre el filo de la navaja, pero no implica una adopción vergonzante del capitalismo, al que no regresaremos. Nuestra estrategia es decir siempre la verdad.
Con total despiste, uno de los comentaristas habituales del blog del contrarrevolucionario Hernández Busto –admirador confeso de W. Bush y protegido suyo-, escribe sobre los reajustes de plantillas en Cuba: “Si esta noticia fuera de Grecia, Chile o Nicaragua, ya estarían volando las guaguas envueltas en llamas por el aire y el pueblo quemando gomas en todas las esquinas…, tarea homework para los pensadores”. Es una tarea sencilla, y puede resolverla cualquiera que sea capaz de enlazar dos ideas, cualquiera, menos aquéllos que tengan respuestas programadas: esas medidas en Grecia, Chile, Nicaragua o España, se aplicarían para incrementar las ganancias de las trasnacionales y la riqueza de un puñado de propietarios, no para proteger los intereses de la sociedad en su conjunto, como sucede en Cuba. Los cubanos lo saben; ellos confían en el socialismo, aunque lo critiquen para mejorarlo
Por Enrique Ubieta Gómez
Es una lógica enrevesada, pero funcional. Los que quieren el capitalismo en Cuba, están “alarmados” ante el supuesto advenimiento del capitalismo en Cuba. Es interesante comprobar cómo los partidarios del capitalismo mueven en bloque sus piezas “de izquierda” y de derecha, para denunciar la “vocación” capitalista del gobierno revolucionario. El equipo trabaja cohesionado: “El clan Castro está retomando su proyecto de restauración capitalista”, dice alarmado Haroldo Dilla en Cubaencuentro, un proyecto editorial que se propone la desarticulación del socialismo; la bloguera de la trasnacional PRISA, que aboga abiertamente por soluciones capitalistas en Cuba, denuncia, de manera simultánea, la existencia de un “capitalismo de Estado”, centralizador, y la posible apertura descentralizadora. Claman por cambios, pero ante el menor movimiento alzan el índice acusador. Es funcional esa lógica, digo, pero enrevesada y cínica: las críticas suponen un disgusto por los probables efectos sociales negativos (siempre atenuados gracias al socialismo cubano) de las medidas anunciadas, pero expresan el deseo de que se implementen con un contenido radical, capitalista, lo que significaría que esos efectos serían verdaderamente devastadores. Dicen que vamos hacia el capitalismo, porque quieren que vayamos hacia el capitalismo. La intención es concatenar tres momentos de un discurso ambivalente, pero sólo aparentemente contradictorio:
1. El modelo no funciona. ¿Qué significa que el modelo no funciona? Para los revolucionarios cubanos, que el socialismo, para el que ya no existen modelos, debe perfeccionarse y adecuarse a circunstancias de época y de contextos nacionales; para los propagandistas del imperialismo, que el socialismo no es viable. Las trasnacionales de la prensa trafican con el significado de los términos “modelo” y “sistema”, porque la intención es cancelar toda posible esperanza en la factibilidad de un camino alternativo al capitalista. “La reducción de empleos públicos en Cuba y otras medidas para promover la iniciativa privada –anuncia eufórico El Nuevo Herald--, demuestran un reconocimiento por parte del gobierno cubano del "fracaso del sistema'' en ese país, dijo este martes el subsecretario de Estado para América Latina, Arturo Valenzuela”. Con esos fines manipularon la frase de Fidel, quien dejó al instante de ser presentado como “inmovilista”, para adjudicársele el reconocimiento imposible de que el socialismo no sirve. Pero Fidel los ataja: “Mi idea, como todo el mundo sabe, es que el sistema capitalista ya no sirve ni para Estados Unidos ni para el mundo, que conduce de crisis en crisis, que son cada vez más graves, globales y repetidas, de las cuales no puede escapar. Cómo podría servir semejante sistema para un país socialista como Cuba”.
2. Es necesario el cambio. Para los revolucionarios cubanos significa que el socialismo –es decir, que la justicia social y la independencia nacional-, propicien un desarrollo más eficiente, en el contexto de un bloqueo económico no menguado en más de medio siglo, y de relaciones internacionales capitalistas; para el imperialismo y sus voceros, significa que Cuba retorne al redil, al capitalismo dependiente, al neocolonialismo.
3. Pobres cubanos, van hacia el capitalismo, ¡arriba cubanos hacia el capitalismo! La estrategia mediática de las trasnacionales es alentar el malestar social ante cualquier medida de cambio –aún de aquéllas que previamente se reconocieron como imprescindibles-, fingir estupor ante situaciones que son mucho más graves en sus propios países de origen, y convencer a los millones de hombres y mujeres que ejercen una solidaridad inquebrantable de que no hay nada que defender, que los propios cubanos están desmontando el sistema (la supuesta coincidencia final del discurso entre gobernantes y falsos opositores de izquierda). Nuestra estrategia es hacer comprender que el proceso que se avecina es peligroso y doloroso, porque nos obliga a caminar sobre el filo de la navaja, pero no implica una adopción vergonzante del capitalismo, al que no regresaremos. Nuestra estrategia es decir siempre la verdad.
Con total despiste, uno de los comentaristas habituales del blog del contrarrevolucionario Hernández Busto –admirador confeso de W. Bush y protegido suyo-, escribe sobre los reajustes de plantillas en Cuba: “Si esta noticia fuera de Grecia, Chile o Nicaragua, ya estarían volando las guaguas envueltas en llamas por el aire y el pueblo quemando gomas en todas las esquinas…, tarea homework para los pensadores”. Es una tarea sencilla, y puede resolverla cualquiera que sea capaz de enlazar dos ideas, cualquiera, menos aquéllos que tengan respuestas programadas: esas medidas en Grecia, Chile, Nicaragua o España, se aplicarían para incrementar las ganancias de las trasnacionales y la riqueza de un puñado de propietarios, no para proteger los intereses de la sociedad en su conjunto, como sucede en Cuba. Los cubanos lo saben; ellos confían en el socialismo, aunque lo critiquen para mejorarlo
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