Rafael Murillo Selva
La doctora Irma Becerra me ha escrito un correo en el que señala que: “Le han dicho que lo que ha hecho la resistencia luego del golpe de Estado son puras manifestaciones artísticas y no culturales, como yo digo en mi libro”. Irma solicita mi opinión y aprovecho la ocasión para expresarla.
Creo que la irrupción de ese fenómeno político (lo político forma parte de la cultura) como lo es el Frente Nacional de Resistencia Popular es el acontecimiento cultural más relevante acaecido en nuestra supuesta vida republicana, sólo comparable a la gesta Morazánica, de la cual la lucha del Frente es su continuación. Y lo es por la fuerza y amplitud de su presencia en numerosos sectores sociales y por la escisión que ha provocado en nuestro recorrido histórico. En el futuro será ineludible referirse a un antes y un después del 28 de junio del año 2009.
El surgimiento y formación, desde las más remotas honduras, del FNRP es parecido al de un sismo de alta escala que no deja estructura quieta. En este caso (el cultural) se trata del aparato ideológico que le ha dado forma a la socialización de valores, creencias, costumbres, con las cuales se ha armado nuestro tejido social y al cual ese sismo ha venido a resquebrajar o al menos seriamente cuestionar. De tal forma que son las formas y contenidos de esos códigos relacionales lo que está siendo modificado. En este caso, resistir es también transformar y cambiar lo que está adentro de nosotros mismos.
Bertha Cáceres ha sintetizado lo que se está viviendo en amplios sectores de la población: ”El golpe de Estado creó al Frente de Resistencia y el Frente de Resistencia cambió nuestra manera de vivir”, ha señalado la dirigente del consejo cívico de organizaciones populares e indígenas de Honduras, COPINH. Es la manera de concebir lo que cotidianamente se hace lo que se tambalea. A las relaciones de poder insertadas en todas las escalas y niveles del tejido social se les está cuestionando y en algunos casos confrontando. La manera de hacer política, religión, educación, trabajo, familia, sexo, amor, arte, ciencia, deporte, comunicación, etc., está adquiriendo un nuevo sentido. En fin, podría advertirse que en estos 15 meses de decididas confrontaciones y luchas guiadas por el frente han surgido nuevos códigos, novedosos lenguajes, diferentes símbolos, relaciones humanas más orgánicas, nuevas identidades con los cuales se estarían cimentando las bases de lo que vendría a ser en nuestro país la emergencia de una cultura verdaderamente contra-hegemónica ¡nada menos!
Habría que ahondar más en este tema, lo cual no es posible hacerlo en esta nota, pero si alguien preguntase cómo se manifiesta esa nueva cultura, la cual, según mi entendedera, está emergiendo en nuestro suelo, señalaría, entre otras, las siguientes contestaciones:
-Masivamente, al fin, las gentes que habitamos este suelo hemos adquirido un sentido de pertenencia, lo que ha derivado en una apropiación de nuestra propia ruta. Esta pertenencia antes del golpe del 28 de junio se encontraba débil y difuminada.
-Nos hemos racional y emocionalmente historizados. Pocos, muy pocos son ajenos a lo que está aconteciendo. La ansiada identidad nacional (vínculo orgánico entre estado y población) unida a la de la región y a la del continente se está construyendo sobre bases más visibles y concretas.
Apropiarse de la historia otorga a quien la asume un sentido de la existencia que va más allá de la propia vida. Es por ello que los asesinatos cometidos contra miembros de la resistencia en lugar de acobardar y desanimar, encienden.
-Siendo esto así el famoso “me vale” signo identitario que anidó durante tanto tiempo en numerosas conciencias frente a la cosa pública ha quedado atrás, en el cesto de los imaginarios idos. En el momento de escribir estas líneas se han contado un millón setecientas mil firmas que expresan la voluntad de suscribir un nuevo pacto social a través de la convocatoria a una asamblea constituyente. Esta millonaria cifra ha sido obtenida después de un trabajo voluntario llevado a cabo con innumerables sacrificios por miles y miles de compatriotas decididos y decididas a no continuar siendo los y las excluidos de la historia. De esta constituyente saldrán nuevos contornos en el rostro de la patria o de la matria. Un rostro más amable, más justo, más humano.
-Participación, inclusión, dignidad, diversidad en la unidad, tolerancia, comunidad, rechazo a la verticalidad, equidad, forman parte de un nuevo lenguaje, el cual ha sido apropiado, comprendido e internalizado en la conciencia de grandes mayorías. De ahí lo decidido de la acción, y la irreversible determinación de arribar a lo anhelado. Han pasado ya 441 días de resistencia activa, resistencia que está adquiriendo los contornos de una gesta con épicos acentos.
- Un diálogo frecuentemente escuchado en algunos sectores sociales del país se desarrollaba así:
¡Qué tal vos!
Pues ahí… y vos
Pues ahí…….
Ese estar que nos remitía a la nada se ha transformado, después del 28 de junio de 2009, en otro diálogo que nos remite a un ser que se afirma.
¡Qué tal vos!
Pues en resistencia ¿y vos?
¡Pues también!
- En numerosos (insisto en lo numeroso) sectores sociales de nuestro país el yo se ha sustituido por el nosotros; el hago por el hacemos; el te doy por el nos damos; lo mío por lo nuestro. Pregunto, ¿esto último no encierra acaso un contra discurso ético filosófico de importancia global? La doctora Irma Becerra presentará su libro sobre “Cultura Relacional” el próximo 25 de octubre en la sede del COPEMH en Tegucigalpa. La reflexión continúa.
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