sábado, 25 de septiembre de 2010

Victorias que fortalecen la resistencia popular

Por Juan Antonio Martínez








Indudablemente que el hecho de haber obtenido más de un millón trescientas mil firmas para exigir la Constituyente y el retorno seguro del ex presidente Zelaya al país, demuestra la firme determinación del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) de retomar el rumbo perdido de la democracia y ser actor beligerante de los cambios sociales que preconiza la refundación de la Patria, mancillada y ofendida por los acontecimientos dolorosos del 28/6/09.

Y, además, esta jornada histórica en las luchas sociales de Honduras habla muy bien de un extraordinario voluntariado que, sin estipendio alguno, motivado nada más por su acerada voluntad de servir a una causa noble y patriótica, no ha vacilado en volcarse, con estoicismo, a la titánica labor de recolectar las firmas que validan las declaraciones soberanas del pueblo hondureño para que retorne la democracia al país.

Difiere mucho este valiente contingente de abanderados de la Resistencia de los marchantes vestidos de blanco, cuyas manifestaciones de apoyo a la dictadura ensoberbecida de Micheletti, fueron financiadas o bien con fondos del Estado o con las aportaciones de los grupos de poder que se coludieron con políticos corruptos y militares ambiciosos para mancillar nuestra Constitución.  Los primeros, heraldos de la libertad  y la justicia; los segundos apóstatas de la democracia.

No hay duda que haber sobrepasado la meta en la recolección de estas firmas, constituye un hecho histórico sin precedente, tanto más por cuanto en este esfuerzo patriótico no se invirtió más que la energía y la inspiración de un voluntariado consciente, que jamás se desalentó ante la adversidad con tal de cumplir su cometido. Este hecho es una victoria que, incuestionablemente, fortalecerá la Resistencia Popular para continuar su marcha hacia la restauración de la democracia en nuestro país.

Otra resonante victoria para la democracia es el reconocimiento a la legalidad y la justicia que se ha hecho en la personalidad de Manuel Zelaya Rosales  al haberlo incorporado al Parlamento Centroamericano, derecho que le corresponde como ex mandatario constitucional de la República. Este significativo reconocimiento del foro centroamericano, al que fuera legítimo presidente de los hondureños, es una bofetada en el rostro de los preconizadores de la “sucesión constitucional” que ridículamente indilgaban el titulo de “constitucional” al gobierno de facto de Roberto Micheletti.

Pero tal distinción del Parlacen, también se convierte en victoria para el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) que tiene en la figura de Manuel Zelaya Rosales a su máximo conductor y  los alienta a continuar exigiendo su pronto retorno al país para que encabece la lucha del pueblo hondureño por la Constituyente y posterior refundación de la nación hondureña. Existe sobrada confianza en el pueblo hondureño que este es un paso importante para que Zelaya regrese a la Patria de la cual fue extrañado por la brutalidad del golpe de Estado que rompió nuestra institucionalidad democrática.

Esta última victoria debemos atribuirla con justicia al reclamo permanente de la comunidad internacional y de la OEA, requisito ineludible, junto a otras exigencias, para reincorporar a Honduras al seno de ese organismo regional y borrar así la bochornosa imagen  de la crisis que generó el golpe de Estado, pero también es valida la lucha estoica y prolongada de la Resistencia, cuyas voces de protesta exigiendo justicia y el retorno al estado de derecho, muchas veces reprimidas con brutalidad, resuenan, insistentemente, en nuestra nación y en el mundo entero.

No hay dudas que estas dos victorias que he reseñado son el preludio de grandes acontecimientos que están por suceder en el entorno político nacional y que, a la vez, nos inducen a soñar en la posibilidad de una Patria nueva, más equitativa y justa para todos, sin exclusiones de ninguna naturaleza  que ofendan la dignidad de las personas; una Patria con justicia social para los desposeídos;  una Patria sin odios ni violencia donde el trabajo sea el himno cotidiano que genere bienestar para todos. Una Patria sin tiranos que violen derechos humanos y propicien la corrupción. En fin, una Patria luminosa como la soñaron nuestros próceres.  ¡Ojalá no sea sólo un sueño!

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