sábado, 5 de junio de 2010

Protección para mujeres y niñas en riesgo de sufrir violencia sexual en los campos de desplazados



Pascaline (*) tiene 21 años. Desde el terremoto vive en un campo improvisado en Puerto Príncipe, en uno de los 1.300 campos en los que más de un millón de personas desplazadas luchan por sobrevivir.

Una noche Pascaline se encontraba sola en su tienda cuando un hombre entró, la violó y la golpeó. Ninguno de los vecinos hizo nada porque dicen que creían que estaba con su compañero.

Tras la agresión, Pascaline recibió asistencia médica y consiguió presentar una denuncia a la policía. Sin embargo, la policía no llevó a cabo una investigación minuciosa y esta falta de receptividad permite que el responsable siga libre. Desde que se produjeron los hechos, Pascaline le ha visto en varias ocasiones en el campo y tiene miedo de que él pueda matarla si se entera que ha denunciado el delito.

Pascaline no es la única mujer en esta terrible situación. Amnistía Internacional ha documentado otros casos de violencia sexual en los campos en los que viven las personas desplazadas por el terremoto.

Celine(*), una niña de ocho años, fue violada cuando se encontraba sola en su tienda. Su madre había salido del campo para ir a trabajar y no había dejado a nadie al cuidado de Celine en su ausencia.

Fabienne(*), de 15 años, fue violada cuando salió del campo para orinar, pues no hay letrinas en el mismo. La madre de Fabienne denunció la violación a un miembro de la autoridad administrativa local, quien no le facilitó ningún tipo de información ni consejo.

Carline(*), de 21 años, fue violada por tres hombres cuando fue a orinar a una zona apartada del campo, dado que las letrinas estaban demasiado sucias para utilizarlas.

Hay muchos otros casos de violencia sexual contra mujeres y niñas haitianas que no se denuncian. De hecho, las mujeres y las niñas están demasiado asustadas para presentar una denuncia formal ante la policía, bien porque los responsables viven en el mismo campo o en una zona cercana, bien porque no tienen ningún otro sitio al que ir.

Al no confiar en que la policía las vaya a proteger, prefieren callar por miedo a las venganzas. Además, las mujeres y las niñas que viven en los campos carecen de una mínima información sobre la existencia de servicios de respuesta a la violencia sexual.
Así, los responsables no sufren castigo alguno mientras las víctimas siguen desprotegidas.

A Amnistía Internacional le preocupa la ausencia casi total de agentes de policía en los campos. Esta falta de medidas preventivas y de protección, junto con la promiscuidad y la falta de iluminación y de instalaciones sanitarias adecuadas en la mayoría de los campos aumentan la vulnerabilidad de las mujeres y las niñas.

Las autoridades haitianas han reconocido que, hasta el momento, la respuesta ha sido insuficiente y que, a pesar de la capacidad limitada de las fuerzas de la policía en la situación actual, es necesario hacer más de manera urgente. No obstante, no han tomado las medidas adecuadas para proteger los derechos de las mujeres y las niñas.

Amnistía Internacional insta a las autoridades a que escuchen la llamada de una de las víctimas de la violencia sexual: "Tenéis que proteger a las niñas porque no quiero que nadie pase lo que yo he vivido".

Nota:
(*) Nombres fictícios.

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